Ejemplos con esbeltez

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las ruinas de la iglesia que se alzaban en el siglo XIX en la parte de atrás fueron descritas por Nicolás Rabal: aún se nota en los muros que quedan en pie, en las columnas adosadas a ellos, en los arranques de los arcos formeros y en la portada, la esbeltez y la atrevida ligereza del estilo Ojival, pero aunque así no fuera, estas ruinas son dignas de respeto por los interesantes recuerdos que en sí encierran.
Sus características principales son el abovedamiento, la esbeltez de los soportes y la tribuna destinada al monarca.
Su serie de columnas góticas, reutilizadas en la citada ampliación del siglo XVI, aporta esbeltez y sobriedad a este claustro, impregnado de espíritu cisterciense.
Están anilladas en tres partes para poder estabilizar las dos torres por su propia esbeltez.
Es de estilo gótico, perceptible con mayor intensidad en las bóvedas de la cabecera, de tres naves y sostenida por robustas columnas toscanas, vista desde el exterior da la impresión de sobriedad y esbeltez.
Estos cercados destacan por su esbeltez e integración en el medio natural, pero sin embargo requieren una importante labor de mantenimiento por su escasa estabilidad.
El ancho de pered es el propio de la piedra, dado que la mayor parte de las paredes son simples o sencillas, lo que les da un cierto aire de esbeltez.
Realizadas completamente en ladrillo, se presentan con planta cuadrada y notable esbeltez, y muestran en sus sobrios paramentos las clásicas ventanas mudéjares con arcos de herradura enmarcadas en alfiz.
Esta solución permite resaltar la continuidad del canto del tablero a lo largo del puente y su esbeltez.
De aquella anterior mezquita se conserva hoy su alminar, una bella torre de ladrillo de gran esbeltez, donde se superponen hasta cuatro tramos de huecos centrados en su cara principal, sabiamente organizados de menor a mayor en su orden de altura, todos con sutiles elementos decorativos a modo de alfiz que los enmarcan superiormente.
La torre, de gran altura y esbeltez, aloja en lo alto el campanario, y los elementos mudéjares enmarcan sus veinte vanos, cinco en cada cara.
De considerable altura y esbeltez, está cmpuesta por un fuste cuadrado, decorado en su cara principal por aristas redondeadas y huecos enmarcados con rica ornamentación de perfil mixtilíneo, y en las caras laterales y posterior por pilastras con motivos geométricos.
El resultado es de una gran diafanidad, puesto que la planta queda liberada por el desplazamiento hacia la fachada de los núcleos de escaleras y por la esbeltez de los pocos soportes que recaen en planta baja.
Ésta, en realidad, ocupa baja y entresuelo, lo que termina por conceder cierta esbeltez a la construcción.
Esta puerta lateral, situada en la parte meridional de la iglesia, sin duda alguna, ha sido la que más ha llamado la atención de todo el conjunto monumental, recibiendo los juicios más peyorativos, tales como obra de poco gusto, aunque de mucho trabajo, el abuso de decoración trabajando con exceso recargó los adornos y privó a esta obra de la gracia y esbeltez de las líneas clásicas , el juicio que mejor la califica es el de Chueca Goitia, quien la considera abigarrada.
Es un templo de colosales proporciones y tres naves que lleva la factura de Juan de Aguirre en su cabecera gótica en la que se encuentra una capilla mayor de gran esbeltez en la que destaca su ábside con nervaduras góticas en su bóveda.
La esbeltez y elegancia de esta cabecera recuerdan la arquitectura de los templos de las órdenes mendicantes de Dominicos y Franciscanos.
Su esbeltez juvenil ofrecíase llena y firme, anunciando una mayor expansión para el porvenir, como en todas las hembras de su raza.
Unos eran altos, delgados, con una esbeltez angulosa, otros, cuadrados y fornidos, con el cuello corto y la cabeza hundida entre los hombros.
Julio había escapado al saber que esta beldad, de esbeltez juvenil vista por el dorso, tenía dos nietos.
Era más alta que él, de una esbeltez elegante y armoniosa.
La esbeltez conseguida y mantenida por esta tensión de la voluntad dejaba más visible la robustez de su andamiaje, el fuerte esqueleto, con mandíbulas poderosas y unos dientes grandes, sanos, deslumbradores, que tal vez daban origen a la comparación irreverente de Desnoyers.
Los había que delataban su origen aristocrático en las líneas finas de la proa, la esbeltez de las chimeneas y el color todavía blanco de los pisos superiores.
Pasaban también el purpúreo relámpago del salmonete, la majestad brillante de la dorada, el vientre azulado de los pajeles, el lomo rallado del sargo, la boca en forma de trompeta de la brema de mar, la risa inmóvil del llamado festivo, el remate dorsal del pavón, que parecía hecho de plumas, la cola inquieta y hondamente bifurcada de la caballa, el estiramiento del mújol entre sus triples aletas, las redondeces grotescas del peje-jabalí y del peje-cerdo, la platitud obscura de la pastinaca flotando como un harapo, el largo hocico del peje-becacina, la esbeltez del róbalo, ágil y recogido como un torpedo, el rubio, todo espina, el ángel de mar, con sus carnosas alas, el gobio, erizado de angulosidades natatorias, el escribano, rojo y blanco, con bandas negras semejantes al rubricado de las firmas, el esmarrido modesto, el pequeño peje-araña, el soberbio rodaballo, casi redondo, con la cola de abanico y un ribete natatorio en torno de su disco manchado a redondeles, y la corvina sombría, que tiene en su piel el negro azulado de los cuervos.
Ulises se había entusiasmado como navegante al ver su proa alta y afilada dispuesta a afrontar los peores mares, su esbeltez de buque veloz, sus máquinas sobradamente poderosas para un vapor de carga, todas las condiciones que le habían hecho servir de correo durante varios años.
A las jóvenes, les gustaba mostrar el palmito y la esbeltez de su talle, con algún traje histórico.
Sólo la torre era notable por su esbeltez.
El doctor reconocía que no era gran cosa como mujer: la alegría de la juventud en los ojos, los cabellos rubios de su madre, y una esbeltez de muchacha sana en la que todos los encantos femeniles están aún recogidos, como en capullo, sin la majestad exuberante de la forma definitiva.
Pasaban solas las mujeres por el centro del arroyo, el devocionario en la mano, la mantilla caída sobre los ojos y la falda agarrada y bien ceñida, de modo que al andar se marcasen los tesoros dorsales, su esbeltez maciza de hembras fuertes y, bien proporcionadas.
Se marcaban con toda su elegante y atrevida esbeltez las ochenta y ocho pilastras robustos haces de columnas que suben audazmente cortando el espacio, blancos como si fuesen de nieve solidificada, y esparcen y entrecruzan sus nervios para sostener las bóvedas.

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