Ejemplos con esbelta

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La entrada a este espacio se hace por un gran arco ojival, con una esbelta espadaña contigua, a cuyos pies se yergue la columna del rollo jurisdiccional.
La morfología general es esbelta, con las extremidades superiores más largas que las inferiores, y una cola de longitud equivalente al cuerpo.
En lo más alto del pueblo, se ve todavía, ahora muy amenazado de ruina, un hermoso edificio de severas líneas constituído por unas escuelas y casa de maestros, y una elegantísima capilla, de estilo gótico moderno, en eclecticismo decimonónico realizada, con bella portada sobre la que luce calado y decorativo rosetón, contribuyendo a hacer más airoso el conjunto una esbelta torrecilla coronada por agudo capitel: todo ello fue proyectado y dirigido por el arquitecto Marañón, y fundado y mandado construir por un generoso hijo del pueblo, presbítero don Juan Bolaños Ayuso, en los finales del siglo XIX, para albergar a Padres Escolapios que allí se ocuparan de la educación de los niños y jóvenes de Luzón.
La marmosa esbelta gris presenta un curioso ciclo vital en relación con la reproducción.
La esbelta chimenea construida en el mismo año, se sitúa en la zona posterior de esta nave.
Era una inglesa alta, esbelta, de pocas y finas carnes, un cuerpo de gimnasta, en el que los deportes habían contenido las amenas redondeces femeniles, dándola un aspecto juvenil, sano y asexual de bello muchacho.
La joven, más alta y esbelta, caminaba a pequeños saltos, como un ave que sólo sabe volar, contoneándose sobre sus empinados talones.
El templo griego henchía en el espacio los bultos dorados de su techumbre, la iglesia católica hacía brillar la cruz en lo más alto de su campanario, la sinagoga, de formas geométricas, se desbordaba en una sucesión de terrazas, los minaretes islámicos formaban una columnata blanca, afilada, esbelta.
Ferragut vió en el centro de un grupo de señoras a una jovencita inglesa, rubia, esbelta, elegante, que lloraba balbuceando explicaciones.
Todos estos árboles y flores-animales eran de una voracidad mecánica cuando la víctima microscópica se dejaba atraer por sus tentáculos El suave ramaje se contraía, se cerraba, arrastrando a la esbelta torre secretada por él mismo, digería su conquista.
Ferragut no podía explicarse cómo la criatura-reptil de la arena, con una eterna perla verde colgando de sus narices, era aquella misma joven esbelta, de un moreno pálido de arroz, que ostentaba su abultada cabellera semejante a un casco de ébano, con dos pequeñas espirales ante las orejas.
Tenía como veinte años, y era alta, blanca, gallarda y esbelta como un junco de sus montañas.
Es esa muchacha que usted habrá visto en el paseo, acompañada siempre de hombres, muy alta, esbelta, con la falda corta, tan ceñida, que no puede dar un paso sin que la tela moldee todo su cuerpo.
Al otro lado de los cristales, ligeramente turbios por la humedad exterior, movíase, pasando de una a otra ventana, con lento balanceo, una especie de columna, esbelta, amarilla, de invisible término, acompañándola fieles en este cambio de situación, regular y acompasado como el de un péndulo, unas líneas negras y oblicuas semejantes a cuerdas.
¡Oh, siempre estás con esa tonadilla! Me parece que te haces la modesta para que te regalen el oído Demasiado sabemos todos que tú puedes brillar como la primera Tienes unos ojos como no hay otros eres esbelta, elegante, distinguida, ¿quiere usted más, mademoiselle Huesitos? Lo que hay, señorita, es que usted tiene más de aquí que de aquí.
¡Qué escándalo! ¡Qué acción tan villana! ¡Qué padres los que consienten tal ultraje! ¿Dónde está la vergüenza de los hombres? ¡Pobre niña, tan buena, tan esbelta, con unos ojos tan hermosos!Yo la encuentro más bonita que su hermana.
Nieves era una rubia alta y esbelta, de cutis blanco y transparente, ojos azules claros, nariz y boca perfectas.
En la mitad del testero que daba frente a la puerta del corredor, una esbelta columna de mármol negro sustentaba un aéreo busto de la Mignon de Goethe, en mármol blanco, a cuyos pies, en un gran vaso de porcelana de Tokio, de ramazones azules, Ana ponía siempre mazos de jazmines y de lirios.
A pie y detrás del carro, como vigilando por si caía algo de éste, marchaban una mujer y una muchacha, alta, delgada, esbelta, que parecía hija de aquélla.
Al atardecer avanzaban por los caminos, orlados de álamos con inquieto follaje de plata, grupos de muchachas que llevaban su cántaro inmóvil y derecho sobre la cabeza, recordando con su rítmico paso y su figura esbelta a las canéforas griegas.
Todos los días, al amanecer, saltaba de la cama Roseta, la hija de Batiste, y con los ojos hinchados por el sueño, extendiendo los brazos con gentiles desperezos que estremecían todo su cuerpo de rubia esbelta, abría la puerta de la barraca.
El corral, el establo, las pocilgas, eran obra de su padre, y aquella montera de paja, tan alta, tan esbelta, con las dos crucecitas en sus extremos, la había levantado él de nuevo, en sustitución de la antigua, que hacía agua por todas partes.
Gallarda y esbelta, tenía toda la amplitud, robustez y majestad, que son compatibles con la elegancia de formas de una doncella llena de distinción aristocrática.
Esbelta, pálida, vaporosa, ideal, aquella imagen querida venía a recordarme olvidados juramentos, promesas no cumplidas.
¡Linda criatura! Aun me parece que la veo con aquel vestido azul que parecía un jirón de cielo, esbelta, donairosa, elegante, sencilla, húmedos los rubios cabellos, que, atados con una cinta de seda, caían hacia la espalda sobre una toalla anchísima.
Estaba próxima a los cincuenta años, según confesión que varias veces hizo a sus hijas, pero era tan arrogante y bien plantada, unía a su elevada estatura tal opulencia de formas, que todavía causaba cierta ilusión, especialmente a los adolescentes, que con la extravagancia del deseo hambriento sienten ante los desbordamientos e hinchazones de la hermosura en decadencia la admiración que niegan a la frescura esbelta y juvenil.
Y me pareció mirar una niña pálida y rubia, esbelta y graciosa, de grandes ojos de color de violeta, una niña en cuyo semblante puso el cielo angelicales bellezas, que ataviada gallardamente con rica veste azul, corta la falda, dejando ver unos pies brevísimos, pasaba y huía, e iba a perderse entre la sombra que proyectaba en el muro el blanco lecho: la dulce niña objeto de mi primer amor, de ese amor primero que embalsama con su aroma de azucenas la más larga vida, toda una existencia.
Era alta y esbelta, vestía de blanco, y me pareció de singular hermosura.
La menor no hay duda que era muy linda, blanca con cabos negros, alta y esbelta, pero la mal disimulada pasión de ánimo, las cárdenas ojeras, amenguaban su atractivo para don Pedro, que no estaba por romanticismos.
Un pañuelo negro de crespon, anudado a la marinera, le servia de corbata, y negro era asimismo el rico ceñidor de seda china que ajustaba a modo de faja su esbelta cintura.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba