Ejemplos con envoltura

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Observatorio de rayos X Chandra ha encontrado gas caliente concentrado en la envoltura de Sgr A E.
Carcasa: Es la envoltura protectora del balastro.
Lo que decimos a veces espontáneamente, como última novedad de nuestro pensamiento, es una idea de los otros enquistada en nuestro cerebro desde el nacimiento, y que de pronto rompe su envoltura.
Iban cubiertas con el , chal de invierno, envoltura tradicional de gruesa lana, cuya vista producía una sensación de tormento y asfixia en aquella mañana bochornosa de verano.
Fue su siervo en otros tiempos, en remotas edades, pero al dominar en parte a la Naturaleza y poder explotarla, rasgó la especie de envoltura fatal en que siguen prisioneros los otros seres de la creación.
Su envoltura elástica se fué hinchando.
Lo trasladaría tan pronto como se lo permitiesen, erigiéndole un mausoleo igual a los de los reyes ¿Y qué iba a conseguir con esto? Cambiaría de sitio un montón de huesos, pero su carne, su envoltura, todo lo que formaba el encanto de su persona, quedaría allí confundido con la tierra.
Su hijo estaba allí, ¡allí para siempre! ¡y no le vería más! Le adivinó dormido en las entrañas del suelo sin ninguna envoltura, en contacto directo con la tierra, tal como le había sorprendido la muerte, con su uniforme miserable y heroico.
El trabajo del hombre se extendía de tumba en tumba, haciéndose más visible así como la mañana iba repeliendo su envoltura de nieblas.
Desnoyers tuvo que retener sus lágrimas al contemplar al artillero en la cama ¡Ay! ¡así podía verse su hijo! Le pareció una momia egipcia, a causa de su envoltura de apretados vendajes.
La ciudad empezaba a transformarse, rompiendo su envoltura de gran aldea.
A través de su tejido sutil se percibía el contacto de la fina carne, como si fuese una envoltura de aire multicolor.
De informe guiñapo se convirtió en estrella monstruosa, llenando casi todo el vidrio con su cuerpo hinchado de rabia y de agua, coloreando su envoltura de verde, de azul, de rojo.
Ulises pensó en la esclavitud que había impuesto la Naturaleza a estos animales dándoles su hermosa envoltura defensiva.
Sintió un dolor inmenso, como si todo su organismo hubiese perdido el amparo de su envoltura, quedando expuesta al aire la carne viva.
Aresti conocía este perfume de las minas, el hedor de los cuerpos vigorosos que trabajan, sudan y duermen siempre con la misma envoltura.
Muchos montes despojados de la envoltura roja, que era su carne, mostraban el armazón calcáreo, la triste osamenta.
En otros tiempos, el caparazón era negro, ahora sería rojo, pero siempre la misma envoltura: Él estaba orgulloso de la suya.
Una grúa movía los moldes, volteándolos cuando el acero se solidificaba, y aparecía el lingote cónico, en forma de pan de azúcar, de un blanco rosa, como si fuese de hielo con una luz interior, esparciéndose las cenizas de su enfriamiento al abandonar la envoltura.
Volveré como en otros tiempos, a preocuparme de la envoltura terrenal.
Era el caparazón de piedra de un animal en otros tiempos poderoso y fuerte, pero que había muerto hacía más de un siglo, deshaciéndose su cuerpo, evaporándose su alma, sin dejar otro vestigio que aquella envoltura exterior, semejante a las conchas que encuentran los geólogos en los yacimientos prehistóricos, y que por su estructura dejan adivinar las partes blandas del ser extinguido.
Era una cadena infinita de evoluciones, de formas abortadas y de organismos triunfantes por la selección, hasta llegar al hombre, que, por un esfuerzo supremo de la materia que encierra su cráneo, sale de la bestialidad, se despoja de la envoltura animal de sus antecesores, a los que hace sus esclavos, y reina sobre el planeta.
Vaciló el viejo sobre sus piernas, pero antes de caer al suelo, la hoz partió horizontalmente contra su cuello, y ¡zas! cortando la complicada envoltura de pañuelos, abrió una profunda hendidura, separando casi la cabeza del tronco.
El chico, al oírla, miró iracundo a su madre y a Jacobo, haciendo un gesto amenazador, en que se veía palpitar el hombre bajo la frágil envoltura del niño.
Y al tener de repente la visión clara de su desgracia, al pensar en el pobre Pascualet, que a tales horas estaba aplastado por una masa de tierra húmeda y hedionda, rozando su blanca envoltura con la corrupción de otros cuerpos, acechado por el gusano inmundo, él, tan hermoso, con aquella piel fina por la que resbalaba su callosa mano, con sus pelos rubios que tantas veces había acariciado, sintió como una oleada de plomo que subía y subía desde el estómago a su garganta.
Pendiente de los árboles daba la vuelta al largo paseo aquella envoltura de papel rellena de pólvora, colgando a trechos los blancos cucuruchos que contenían los truenos.
En la una, las patatas amarillentas, los reventones garbanzos sacando fuera del estuche de piel su carne rojiza, la col, que se deshacía como manteca vegetal, los nabos blancos y tiernos, con su olorcillo amargo, y en la otra fuente las grandes tajadas de ternera, con su complicada filamenta y su brillante jugo, el tocino temblón como gelatina nacarada, la negra morcilla reventando, para asomar sus entrañas al través de la envoltura de tripa, y el escandaloso chorizo, demagogo del cocido, que todo lo pinta de rojo, comunicando al caldo el ardor de un discurso de club.
No se cansaba Julián de admirar la noble seriedad de Nucha cuando una chanza atrevida o una palabra malsonante hería sus oídos, la dignidad natural, que era como su propia envoltura, escudo impalpable que la resguardaba hasta contra las osadías del pensamiento, la bondad con que agradecía la atención más leve, pagándola con frases compuestas, pero sinceras, la serenidad de toda su persona, semejante al caer de una tarde apacibilísima.
En suma, pocos encantos físicos, al menos para los que se pagan de la cantidad y morbidez en esta nuestra envoltura de barro.
Más de una docena de curas la cantaban a voz en cuello, y el desvencijado incensario iba y venía, con retintín de cadenillas viejas, soltando un humo espeso y aromático, entre cuya envoltura algodonosa parecía suavizarse el desentono del , la aspereza de las broncas laringes eclesiásticas.

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