Ejemplos con entreteniéndole

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Charlie hizo de hermano mayor de Dunn apoyándole su primer año en Tallahassee, entreteniéndole en esos malos momentos convirtiéndose en su compañero de habitación y amigo.
Asintió el adlátere, temiendo que la contradicción acreciera el desvarío, y entreteniéndole con frases amenas, le llevó hasta su casa.
Así le llamo porque su infancia graciosa no se aparta de mis recuerdos, y para mí, aunque grande le vea, sentado en el Trono, con todo el arreo correspondiente, siempre será el que tantas veces arrullé en la cuna, el que cargué en mis brazos, entreteniéndole con cualquier juguetillo, el que vi luego tan aplicadito a las lecciones, tan bien ordenado en sus cosas, que todo lo guardaba y coleccionaba, libros, estampitas, papeles, sin permitir que nada se le tocara, el que nunca pronunció palabra fea, ni gustó de compañía de mujeronas ni de juegos indignos entre hombrachos, el que siempre fue la misma pulcritud, y por lo tocante al alma, piadoso como ninguno, con una constancia en las devociones impropia de su edad.
Aquella noche el marqués no dejó dormir a Julián, entreteniéndole hasta las altas horas con larga y tendida plática.
Iba un bufón en el coche entreteniéndole.
-¡Y yo que he estado entreteniéndole a usted con relatos del otro mundo!.
Y la esclava cogió a El-Aschar de la mano, y le llevó a la sala de las sedas, y estuvo con él entreteniéndole algunos momentos, después avisó a su ama, que llegó e hizo con mi hermano lo mismo que la primera vez.
Después, durante varios días, no tuvo queja de ella el Cachete: la Gorgoritos no separábase de su lado más que para ocuparse al galope de sus más indispensables quehaceres domésticos, no se acostaba, dormía a ratos en una mecedora junto a la cama, confortábale el espíritu hablándole de cosas agradables, entreteniéndole con los chismes de la vecindad, y hasta, desde una tarde en que él púsose mohíno al verla encorsetada y con flores en el pelo, había renunciado a toda coquetería y veíala siempre de trapillo y sin avalorar con adorno alguno sus irresistibles encantos.
Para la condición, los ímpetus y las ternuras de doña Araceli, esto constituía prueba plena de que Costancita no quería al doctor y estaba entreteniéndole y divirtiéndose con él.

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