Ejemplos con entradas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por él se accede al resto de dependencias del inmueble y conecta, además, las dos entradas del edificio.
La zona correspondiente al embalse ocupa unos terrenos de marismas y el canal que une el manantial de Koba con el edificio del molino fue realizado aprovechando las diversas entradas de agua entre los juncales y herbales, mediante las necesarias obras artificiales que embalsan y a la vez encauzan las aguas para el aprovechamiento y funcionamiento del molino.
En cada una de sus vueltas miraba ávidamente hacia las entradas del jardín.
Por no irse a las manos con él y porque no riese solapadamente al verle esperar horas y horas en el vestíbulo, se apostaba en la calle, espiando las entradas y salidas da Ferragut.
Como conocía todas las entradas, no se dirigió a la puerta cuyo llavín llevaba consigo.
Con una hoja de palma, puesta a un lado de los marcos y encorvada en ondulación graciosa por la punta en el otro, vistieron los indios todas las puertas y ventanas, y hubo modo de añadir a las enredaderas del colgadizo, otras parecidas por un buen trecho a ambos lados de las tres entradas, en cada uno de cuyos peldaños, como por toda esquina visible del colgadizo o de las salas, pusieron grandes vasos japoneses y chinos con plantas americanas.
Abajo, en las oficinas, estaban los hombres de la administración, con la pluma tras la oreja, llevando las complicadas cuentas de las entradas de mineral y de hulla, del acero elaborado, que se esparcía por toda España en forma de rieles, lingotes y máquinas, y de los jornales de un ejército de obreros ennegrecidos y tostados junto a los hornos.
Juanito y las dos mujeres, después de una hora de espera viendo las entradas y salidas de los clientes, que andaban con aire discreto, como influidos por aquel ambiente de seráfica calma, fueron admitidos a la presencia del gran hombre.
La gente arremolinábase en las entradas, y allí fue donde doña Manuela se dio cuenta por primera vez de la molesta persecución que sufría.
Más allá, sobre el revoltijo de toldos, el tejado de cinc del mercadillo de las flores, a la derecha, las dos entradas de los pórticos del Mercado Nuevo, con las chatas columnas pintadas de amarillo rabioso, en el lado opuesto, la calle de las Mantas, como un portalón de galera antigua, empavesada con telas ondeantes y multicolores que las tiendas de ropas cuelgan como muestra de los altos balcones, en torno de la plaza, cortados por las bocacalles, grupos de estrechas fachadas, balcones aglomerados, paredes con rótulos, y en todos los pisos bajos, tiendas de comestibles, ropas, drogas y bebidas, luciendo en las puertas, como título del establecimiento, cuantos santos tiene la corte celestial y cuantos animales vulgares guarda la escala zoológica.
—Vos, hijo mio, estais en lo cierto, y es cosa muy acertada encubrir eso que decís, porque si la suerte no corriere como debe, no es bien que quede asentado debajo de signo de escribano ni en el libro de las entradas: fulano, hijo de fulano, vecino de tal parte, tal dia le ahorcaron, o le azotaron, o otra cosa semejante, que por lo ménos suena mal a los buenos oidos, y así torno a decir que es provechoso documento callar la patria, encubrir los padres y mudar los propios nombres, aunque para entre nosotros no ha de haber nada encubierto, y solo ahora quiero saber los nombres de los dos.
—Y hay dellos tan comedidos, especialmente estos dos que de aquí se van agora, que se contentan con mucho ménos de lo que por nuestros aranceles les toca: otros dos hay, que son palanquines, los cuales como por momentos mudan casas, saben las entradas y salidas de todas las de la ciudad, y cuáles pueden ser de provecho, y cuáles no.
—Por cierto, señoras hermanas y compañeras mias, que nunca mi intento fué, es, ni será otro que daros gusto y contento en cuanto mis fuerzas alcanzaren, y así no se me hará cuesta arriba este juramento que me piden, pero quisiera yo que se fiara algo de mi palabra, porque dada de tal persona como yo soy, era lo mismo que hacer una obligacion guarentigia, y quiero hacer saber a vuesa merced que debajo del sayal hay al, y que debajo de mala capa suele estar un buen bebedor, mas para que todas estén seguras de mi buen deseo, determino de jurar como católico y buen varon: y así juro por la intemerata eficacia donde mas santa y largamente se contiene, y por las entradas y salidas del santo Líbano monte, y por todo aquello que en su proemio encierra la verdadera historia de Carlomagno, con la muerte del gigante Fierabras, de no salir ni pasar del juramento hecho, y del mandamiento de la mas mínima y desechada destas señoras, so pena que si otra cosa hiciere o quisiere hacer, desde ahora para entónces, y desde entónces para ahora lo doy por nulo, y no hecho ni valedero.
Con esto, me despedí al punto de entrambos, y ella, arrancándosele el alma, al parecer, se fue con su padre, y yo, con achaque de buscar las yerbas, rodeé muy bien y a mi placer todo el jardín: miré bien las entradas y salidas, y la fortaleza de la casa, y la comodidad que se podía ofrecer para facilitar todo nuestro negocio.
Bien parece que no sabe las entradas y salidas de los impresores, y las correspondencias que hay de unos a otros, yo le prometo que, cuando se vea cargado de dos mil cuerpos de libros, vea tan molido su cuerpo, que se espante, y más si el libro es un poco avieso y no nada picante.

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