Ejemplos con enredados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Algunos dicen que sentir los pies enredados con ashimagari se asemeja a la cola de un animal que los enlaza.
Peter Wimsey era un dandy de la alta sociedad, con una gran cultura, se encargaba de resolver los enigmas más enredados de forma amateur, acompañado de su atildado mayordomo Bunter.
Lluevo por los sueños enredados de silencios,.
Los sitiadores al precipitarse dentro de la taberna con los pies enredados en los tableros de la puerta rota y derribada, no encontraron un solo combatiente.
Los otros, enredados en su pureza, dicen que se preparan, que aún es tiempo, y que de no producir cosas notables, mejor es no producir cosa alguna.
Entonces hizo ir a su visir, que también era jefe de policía, un viejecillo tuerto del ojo derecho y cojo de la pierna izquierda, pero un verdadero demonio entre los espías, porque era capaz de desenredar, sin romperlos, los hilos enredados de una tela de araña, de sacar los dientes a un dormido sin despertarle, de escamotear los bocados entre los labios de un beduino hambriento, y de horadar por tres veces seguidas, a un negro sin que el negro pudiese ni revolverse siquiera.
Había sido hombre de negocios y de negocios enredados, no teníamos mucha fe en su honradez.
Doña Baldomera, con circunloquios enredados, pero de austera gravedad y enternecida emoción, reveló, en términos discretos, lo que ya muy bien conocían las otras dos: el amor de Honorio para Salvadora.
Hasta los enredados, no cejaban en su empuje a pesar de tajearse o caer de lomo.
Arqueada, tirante en la cama, encendido el rostro, los ojos enredados, afanoso y corto el resuello, abandonaba a las caricias locas de su amante, su boca entreabierta y seca, la comba erizada de su pecho, su cuerpo todo entero.
:En una cepa vieja, cuyos largos sarmientos enredados mostraban aún algunas renegridas y carmines hojas secas, encendía el picante sol un claro y sano racimo de ámbar, brilloso como la mujer en su otoño.

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