Ejemplos con enconado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La organización anarcosindicalista vive por entonces un enconado debate entre trentistas y faístas.
En este año también gana la Copa Colombia al vencer al Boca Juniors de Cali, su enconado rival del Dorado y además la Pequeña Copa del Mundo de Clubes disputada en Caracas.
Weinberg es un enconado defensor del materialismo científico duro, alineado junto a personajes como Richard Dawkins en su ataque frontal al relativismo cultural y el constructivismo.
Desde Buenos Aires, la prensa azuzaba la venganza liberal, el más enconado de sus enemigos era Domingo Faustino Sarmiento, que escribía en la prensa porteña aconsejando abiertamente la muerte de Benavídez.
Existe un controvertido proyecto de una macro-estación de esquí en la zona de San Glorio que ha despertado un enconado debate, debido a que pretende ubicarse en zonas de tránsito del oso pardo, algo que prohíbe expresamente la legislación medioambiental española y europea.
Era un rico magnate que poseía muchos territorios en los que era impopular y despiadado, y probablemente fue acusado por el deseo de Cromwell de acabar con un enconado problema político.
En este discurso Flores efectuó un ataque enconado contra la dominación imperialista, monopólica y latifundista.
Entre los participantes directos de la conspiración como Luis Vargas Tejada, Florentino González, Vicente Azuero y hasta Pedro Carujo el enconado enemigo de Bolívar, fueron juzgados por el Consejo de Ministros y hallados culpables pero indultados la mayoría.
Era tarda en formar criterio, su cerebro hallábase atarugado con las mareantes disputas por los candidatos al trono, y con el más enconado litigio de la forma de Gobierno.
¡María Santísima, qué cara puso el celtíbero al oír lo que juzgaba disparate, blasfemia o cosa tal, qué relámpago de ira echó de sus ojos, qué sarta de vocablos feos y sacrílegos de su boca! Repitió el peruano fríamente su demanda, mas antes de que concluyera, corrió hacia él como un león el enconado padre, y acudieron los allí presentes a sujetar a uno y otro, salvando de un grave estropicio al poeta mareante.
Después nos hemos puesto a hablar mal del Gobierno, y no porque éste nos haya hecho ningún daño, sino por la imposibilidad de sustraernos al enconado pesimismo del medio ambiente.
En aquella botica concurrían: Venegas, espíritu fuerte, liberal de la nueva echada, republicano incipiente, muy enconado contra el malaventurado ensayo imperial, Jacinto Ocaña, monarquista hasta la médula de los huesos, que siempre que hablaba de Maximiliano, se descubría respetuosamente, y que a cada instante trababa disputas con Venegas, sacando a bailar la Saratoga y el Tratado Mac-Lane, el doctor don Crisanto Sarmiento, retrógrado por los cuatro costados, que vivía suspirando por el régimen colonial, que se hacía lenguas de Revillagigedo, que de buena gana viera restablecido en México el Santo Tribunal de la Fe, y que cuando alguno hablaba de la Independencia, decía, echándola de agudo:
La vida del ascetismo enconado contra la naturaleza humana y en lucha constante con la voluptuosidad, escogería aquel sitio para aprender a odiar todo lo tierno y todo lo agradable.
La vida del ascetismo enconado contra la naturaleza humana y en lucha constante con la voluptuosidad, escogería aquel sitio para aprender a odiar todo lo tierno y todo lo agradable.
»Una vez dio en faltarme carta vuestra más de lo acostumbrado, que era bien poco, y la primera que tuve al cabo de los meses fue tuya y para decirme que tu padre se había muerto de un tabardillo enconado, o cosa por este arte.
Habíale enconado mucho sus resentimientos con la de Rocaverde el recuerdo de ésta evocado con su amiga, y se daba a cavilar con más empeño sobre un plan de venganza tan pronta como ejemplar.
Duraba todavía la guerra con los de Lampsaco, cuando quiso la mala suerte que también Steságoras muriera sin sucesión, recibiendo un golpe de segur que descargó sobre su cabeza el mismo Pritaneo, uno que se vendía por desertor, y era realmente un enemigo enconado y furioso.
Éste era el elemento que iban a colocar enfrente a Moreira para disputarle el triunfo, a cuyo efecto habían enconado al gaucho picándole el amor propio con comparaciones desfavorables.
Era la primera vez que después de vencer a una partida, perseguía sus restos, enconado y deseoso de destruirla soldado por soldado.
Digno de su fama, enconado y feroz había de ser el combate entre aquellas dos fieras.
¡María Santísima, qué cara puso el celtíbero al oír lo que juzgaba disparate, blasfemia o cosa tal, qué relámpago de ira echó de sus ojos, qué sarta de vocablos feos y sacrílegos de su boca! Repitió el peruano fríamente su demanda, mas antes de que concluyera, corrió hacia él como un león el enconado padre, y acudieron los allí presentes a sujetar a uno y otro, salvando de un grave estropicio al poeta mareante.
Su orgullo, su amor propio, enconado por las decepciones de su madre, que habían recaído sobre él, se sublevaban al solo pensamiento de un paso en falso, de una ridiculez, de un fiasco posible.
Había hecho él un pequeño tajamar durante una sequía, para detener por un tiempo un poco de agua en un arroyo cortado que cruzaba un cañadón, cuando vino la creciente, lo dejaron y se desbordó de tal modo el arroyo que todo lo inundó, y al retirarse el agua, el mayordomo enconado con el tajamar que tanto daño había causado, lo destruyó y se fue toda el agua de golpe, de suerte que la sequía lo sorprendió, antes de que hubiera podido alistar los jagüeles y se atrasó la hacienda.
El anciano, debilitado mucho más por el doble esfuerzo del ánimo enconado y de los pulmones, queda como exánime.
Vino, con el mate en la mano, preguntando medio enconado por la causa de tanto alboroto, y cuando vio de qué se trataba, se encogió desdeñosamente de hombros, como si despreciara semejantes niñerías, pero en el fondo no le disgustaba del todo que sus muchachos se tomasen tanto interés por ese principio de cultivo.
Así permanecía horas enconado, en una abstracción dolorosa.
Pero el fuego de las baterías parecía enconado rabiosamente sobre las ruinas, algunos proyectiles habían roto los caños del estanque, a cada explosión las piedras volaban entre espesas nubes de humo negro y polvo, por sobre el césped se podían ver los muebles destrozados por la explosión, los cojines despanzurrados.
Mucho hubieran durado así las cosas, sin descubrirse nada, si el doctor no hubiese tenido un enemigo vigilante, astuto y cada día más enconado contra él y contra su mujer.
Por esto le acusaban ahora de haber enconado el ánimo del rey contra su propio hijo el príncipe don Enrique, y contra los grandes que siguieron a los infantes de Aragón: de haberse valido de su ascendiente para hacer de don Juan el II un monarca perplejo, espantadizo y menguado, obligándole con insaciable codicia a concederle mercedes de notabilísima importancia, incompatibles muchas de ellas con el estado seglar de don Álvaro de Luna.
La soberbia de este favorito había enconado de tal suerte los ánimos, que era por do quiera aborrecido como el tirano de su país y el enemigo de la prosperidad ajena.

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