Ejemplos con encogieron

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El comandante de FANK, General Sosthene Fernandez, no pudió quebrar el asedio, y las autoridades civiles no supieron como proveer a los cientos de millas ciudadanas que se encogieron en Phnom Penh.
Usan en esta tierra los baños para muchas cosas, y para que aproveche a los enfermos hacen calentar muy bien el abaño con buena leña que no haga humo, aprovecha primeramente a los convalecientes de algunas enfermedades para que más presto acaben de sanar, aprovechan también las preñadas que están cerca del parto: ahí las parteras les hacen cierto beneficios, también aprovechan para recién paridas para que sanen y para purificar la leche, todos los enfermos reciben beneficios de este baño, especialmente aquellos que tienen los nervios encogidos y también los que se purgan luego de purgados, también para los que caen de su pie, o de alto, o fueron apaleados o maltratados y se les encogieron los nervios, además de los sarnosos y bubosos, allí los lavan y después de lavarlos ponen medicinas conforme aquellas enfermedades, para esto es menester de que el baño esté muy caliente.
Los alemanes se encogieron, pero sin emoción visible.
Acudió a Miranda y Perico demandando ayuda, y ambos se encogieron de hombros, declarándose de todo punto inexpertos y poco a propósito para asuntos tales.
Todos se encogieron de hombros y besaron a Clara.
Los brazos de Erdosain se encogieron.
Aquellos crueles se encogieron de hombros, sin poder disimular la risa.
Los que me conocían, al enterarse de que iba a trabajar en el criadero de gorilas de Farjalla Bill Alí se encogieron compasivamente de hombros.
Las buenas gentes sacudieron la cabeza y se encogieron de hombros, pero estaban tan acostumbradas a las brujas, los encantamientos y toda clase de triquiñuelas del diablo, que no se horrorizaron tanto como hubiera debido esperarse.
Ni doña Berta ni Isabel saben de romanos y moros cosa mayor, fuera de aquella noticia negativa de que nunca pasaron por allí, tal vez no tienen seguridad completa de la total ruina del Imperio de Occidente ni de la toma de Granada, que doña Berta, al fin más versada en ciencias humanas, confunde un poco con la gloriosa guerra de África, y especialmente con la toma de Tetuán: de todas suertes, no creen ni una ni otra tan remotas, como lo son, en efecto, las respectivas dominaciones de agarenos y romanos, y en definitiva, romanos y moros vienen a representar para ambas, como en símbolo, todo lo extraño, todo lo lejano, todo lo enemigo, y así, cuando algún raro interlocutor osó decirles que los franceses tampoco llegaron jamás, ni había para qué, a Susacasa, ellas se encogieron de hombros, como diciendo: «Bueno, todo eso quiere decir lo de moros y romanos».
¡Y al ver aquello, Salamandra se sintió poseído de una rabia tal, que sus compañones extraordinarios, que le colgaban hasta las rodillas, se le encogieron hasta el ombligo! Y echando espuma precipitóse contra Saleh, que hubo de recibirle con la punta de su lanza, y le gritó: ¡Ya estás ¡oh pérfido y brutal! en el límite extremo del mar de la perdición! Y con un golpe retumbante, le tiró al suelo y le sujetó sólidamente hasta que sus guerreros le ayudaron a cargarle de ligaduras y a atarle los brazos detrás de la espalda.
Los labradores se encogieron de hombros como si les hablasen en griego.
Oídas estas palabras, los tres jurados solterones se encogieron de hombros, cual si tuvieran por locura hasta haber puesto el caso en tela de juicio: dioles Gedeón unas palmaditas en la espalda, y se dispersaron los cuatro, tan satisfechos y campantes, como si realmente hubieran tratado la cuestión en serio, y el mundo no fuera otra cosa que un vasto ejido para revolcarse y hozar en él a sus anchas los cerdos de las consabidas piaras.
Los circunstantes se encogieron de hombros.

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