Ejemplos con encarecimientos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Instalados los dos amigos en la casa que les recomendó el señor Vela, vieron que este no había sido hiperbólico en los encarecimientos.
Las amas, que ya empezaban a tomarme ley, apoyaron con chillones encarecimientos esta exhortación a la holganza, di las gracias, y echándomelas de muy valiente, les aseguré que, aunque hubiera de pasar por el cráter de un volcán en erupción, seguiría mi camino sin vacilar.
Con extremados encarecimientos habló Serafina, que así la tal se llamaba, de un opulento señor, en buena edad, que por la calle había visto a Teresa y deseaba obsequiarla en alguna forma delicada.
Admirable nos pareció a entrambos aquel pasaje, que Barberina alabó con vivos encarecimientos.
-No puede usted figurarse los encarecimientos que de su señor nieto de usted, Don Rodrigo, me han hecho los hermanos Navarridas.
En los días siguientes Olmedo confirmó esta buena opinión, hablándole con vivos encarecimientos de la formalidad de aquel chico y de lo muy arregladito que era.
Esta explicación y los pomposos encarecimientos de mi poderío, fueron causa de que las tres damas me obsequiaran con inusitado esplendor, brindándome dulces de los mejores y vino de las tierras de Porreño.
Don Benigno y la joven, no menos admirada que él, ponderaban con grandes exclamaciones la belleza y lujo de todas las partes del vestido, mientras el cortesano se dejaba mirar y asentía en silencio, con un palmo de boca abierta, todo satisfecho y embobado de gozo, a los encarecimientos que de su persona se hacían.
Patricio Sarmiento que a la sazón entraba, y que atronó la estancia con sus gritos y encarecimientos por el feliz suceso de aquella iniciación.
Poco añadirían a su reputación mis encarecimientos, que, por otra parte, parecerían quizás interesados.
Todos estos preámbulos y encarecimientos, que el alférez hacia ántes de contar lo que habia visto, encendian el deseo de Peralta, de manera que con no menores encarecimientos le pidió que luego luego le dijese las maravillas que le quedaban por decir.
Con estos encarecimientos no quedaba persona en todo el lugar, que no me fuese a ver, y ninguno habia que no saliese admirado y contento de haberme visto.
—Yo, señor español, soy Lorenzo Bentibolli, si no de los mas ricos, de los mas principales desta ciudad, ser esta verdad tan notoria servirá de disculpa de alabarme yo propio: quedé huérfano algunos años ha, y quedó en mi poder una mi hermana, tan hermosa, que a no tocarme tanto, quizá os la alabara de manera, que me faltaran encarecimientos por no poder ningunos corresponder del todo a su belleza: ser yo honrado, y ella muchacha y hermosa, me hacian andar solícito en guardarla, pero todas mis prevenciones y diligencias las ha defraudado la voluntad arrojada de mi hermana Cornelia, que este es su nombre: finalmente por acortar, por no cansaros este que pudiera ser cuento largo, digo que el duque de Ferrara, Alfonso de Este, con ojos de lince venció a los de Argos, derribó y triunfó de mi industria, venciendo a mi hermana, y anoche me la llevó y sacó de casa de una parienta nuestra, y aun dicen que recien parida: anoche lo supe, y anoche le salí a buscar, y creo que le hallé y acuchillé, pero fué socorrido de algun ángel, que no consintió que con su sangre sacase la mancha de mi agravio: hame dicho mi parienta, que es la que todo esto me ha dicho, que el duque engañó a mi hermana debajo de palabra de recebirla por mujer: esto yo no lo creo, por ser desigual el matrimonio en cuanto a los bienes de fortuna, que en los de naturaleza el mundo sabe la calidad de los Bentibollis de Bolonia: lo que creo es que él se atuvo a lo que se atienen los poderosos, que quieren atropellar una doncella temerosa y recatada, poniéndole a la vista el dulce nombre de esposo, haciéndola creer que por ciertos respetos no se desposaba luego: mentiras aparentes de verdades, pero falsas y mal intencionadas.
Esta señora se mudó de aquel lugar a otro, y sin que yo jamas la viese, ni lo procurase, se pasaron dos años, al cabo de los cuales supe que era muerta, y podrá haber veinte dias, que con grandes encarecimientos, escribiéndome que era cosa que me importaba en ella el contento y la honra, me envió a llamar un mayordomo desta señora, fuí a ver lo que me queria, bien léjos de pensar en lo que me dijo: halléle a punto de muerte, y por abreviar razones, en muy breves me dijo cómo al tiempo que murió su señora le dijo todo lo que conmigo le habia sucedido, y cómo habia quedado preñada de aquella fuerza, y que por encubrir el bulto habia venido en romería a Nuestra Señora de Guadalupe, y cómo habia parido en esta casa una niña que se habia de llamar Costanza: dióme las señas con que la hallaria, que fueron las que habeis visto de la cadena y pergamino, y dióme ansimismo treinta mil escudos de oro, que su señora dejó para casar a su hija: díjome ansimismo que el no habérmelos dado luego como su señora habia muerto, ni declarádome lo que ella encomendó a su confianza y secreto, habia sido por pura codicia y por poderse aprovechar de aquel dinero, pero que ya que estaba a punto de ir a dar cuenta a Dios, por descargo de su conciencia me daba el dinero, y me avisaba adónde y cómo habia de hallar mi hija.
Fuése con ellos a su mujer, y ántes que se los leyese, llamó a Costanza, y con grandes encarecimientos mezclados con amenazas, le dijo le dijese si Tomas Pedro el mozo de la cebada le habia dicho algun requiebro, o alguna palabra descompuesta o que diese indicio de tenerla aficion.
Estaba cerca la noche cuando Rodolfo llegó, y en tanto que se aderezaba la cena, Estefanía llamó aparte los camaradas de su hijo, creyendo sin duda alguna que ellos debian de ser los dos de los tres que Leocadia habia dicho que iban con Rodolfo la noche que la robaron, y con grandes ruegos les pidió le dijesen si se acordaban que su hijo habia robado a una mujer tal noche, tantos años habia, porque el saber la verdad desto importaba la honra y el sosiego de todos sus parientes: y con tales y tantos encarecimientos se lo supo rogar, y de tal manera les asegurar que de descubrir este robo no les podia suceder daño alguno, que ellos tuvieron por bien de confesar ser verdad que una noche de verano, yendo ellos dos y otro amigo con Rodolfo, robaron en la misma que ella señalaba a una muchacha, y que Rodolfo se habia venido con ella miéntras ellos detenian a la gente de su familia, que con voces la querian defender, y que otro dia les habia dicho Rodolfo que la habia llevado a su casa, y solo esto era lo que podian responder a lo que les preguntaban.
Despidiéronse los dos cortésmente: él con lágrimas en los ojos, ella con admiracion en el alma de ver tan rendida a su amor la de Ricaredo, el cual levantado del lecho, al parecer de sus padres por milagro, no quiso tenerles mas tiempo ocultos sus pensamientos, y así un dia se los manifestó a su madre, diciéndole en el fin de su plática, que fué larga, que si no le casaban con Isabela, que el negársela y darle la muerte era todo una misma cosa: con tales encarecimientos subió al cielo las virtudes de Isabela Ricaredo, que le pareció a su madre que Isabela era la engañada en llevar a su hijo por esposo.
Porque, aunque suele decirse que por las selvas y campos se hallan pastores de voces estremadas, más son encarecimientos de poetas que verdades, y más, cuando advirtieron que lo que oían cantar eran versos, no de rústicos ganaderos, sino de discretos cortesanos.
Fueron tantos sus encarecimientos, que me ofrecí llevarles que viesen el autor dellas, que estimaron con mil demostraciones de vivos deseos.
Rogóme don Dionís con grandes encarecimientos que no descubriera a nadie nuestro amor, pues teníamos tanto lugar de gozarle, y yo le pedí lo mismo, temerosa de que doña Magdalena no lo entendiese.
Por encarecimientos y recomendaciones de Matica, que era niño raimado en aquella redacción, fui considerado en ella desde el primer día bastante más que como un simple empleado de la casa, pero recientes escarmientos me habían enseñado los riesgos de salirme de mis quicios, y me guardé mucho de abusar de estas ventajas, lo cual se tradujo allí en rasgo de modestia, y con ello me afirmé un tantico más en la estimación de todos los redactores.
Vienen tiempos de encarecimientos.
Las amas, que ya empezaban a tomarme ley, apoyaron con chillones encarecimientos esta exhortación a la holganza, di las gracias, y echándomelas de muy valiente, les aseguré que, aunque hubiera de pasar por el cráter de un volcán en erupción, seguiría mi camino sin vacilar.
Con extremados encarecimientos habló Serafina, que así la tal se llamaba, de un opulento señor, en buena edad, que por la calle había visto a Teresa y deseaba obsequiarla en alguna forma delicada.
Admirable nos pareció a entrambos aquel pasaje, que Barberina alabó con vivos encarecimientos.
—Pues ¿para qué tan exorbitantes encarecimientos? ¿De qué sirve esta piedra en el.
Cabalmente, por aquellos días visitó el maestre el fuerte de Cornatel para enterarse de sus aprestos y fortalezas, y tantos fueron entonces los ruegos y encarecimientos, que al cabo hubo de darle una especie de mandado para el campo del rey, y desde allí, con un salvoconducto que le envió su deudo, se introdujo en la plaza.
Habíase quedado en pie y con los ojos fijos en aquella hermosa aparición, que sin duda encontraba superior a los encarecimientos que le habían hecho.
Y al guardián de allí, casi los mismos encarecimientos y advertencias que al guardián de acá.

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