Ejemplos con emoción

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para ascender al concepto y la emoción de la vida, o situarse en el punto de vista de Sirio, como hace el filósofo, o zambullirse, con todas las potencias, en los dramas individuales.
Los que han llegado a saborear otros rasgos de Pereda, todavía de más singular y exquisita literatura, de emoción trágica e intensa, de cruda expresión y ardiente colorido, los que recuerdan, quizá con lágrimas, y las mejores escenas de , aquí hallarán la misma grandeza y el mismo brío, la misma arrogancia, casi épica, con que el autor realza y ennoblece las catástrofes vulgares y los más desdeñados esfuerzos del trabajo humano, dando nobilísimos ejemplos de una poesía verdaderamente cristiana y verdaderamente moderna.
Y si esta energía no se desenvuelve en el vacío de la contemplación, ni se apaga estéril en el campo de las ideas y del pensamiento puro, región helada y poco accesible a la mayoría de los humanos, sino que lucha a brazo partido con las fuerzas tiránicas de la naturaleza física o con otras voluntades personales tan imperiosas y tan férreas como la del héroe mismo, la emoción llega a lo trágico, y en medio del conflicto se disfruta el espectáculo más digno de la consideración humana, el que más eleva y ennoblece el espíritu, el de un poder racional y consciente en el pleno uso y ejercicio de su soberanía, que se reconoce y afirma más a sí propia cuando más braman en torno suyo las tempestades y más amenazan vencerla y sumergirla.
Dondequiera que el empuje de la voluntad humana se muestra, dondequiera que la , principal elemento artístico y quizá razón suprema de todos los grandes efectos de la poesía, llega a revestirse de la majestad solemne y serena o del poder avasallador y turbulento, la emoción estética se engendra necesariamente y obra con profundísima energía en el ánimo del contemplador, por avezado que esté a lo delicado y a lo tierno.
Para provocar una emoción hay que mantenerse frío.
La emoción no se comunica, sino que se provoca.
El dramaturgo, desde el fondo de su propia alma, comienza a simular para consigo mismo, pero el más recóndito y personal permanece siempre ausente e inhibido de la emoción.
Levántase Belarmino y va a ocultar su emoción detrás del macizo de laureles.
Yo asistía a los oficios con emoción, aunque sin subir al deliquio ni al arrobo, ellos estaban como los perros en misa.
A este fenómeno, un materialista le daría un sentido bajo y torpe, diría que el sentimiento religioso es una emoción sexual disfrazada.
Pero el amor mudo y constante de Anselmo y Felicita encerraba, bajo el aspecto ridículo, emoción patética.
Las regocijadas zalemas del señor Colignon no enojaban a Belarmino, antes le producían emoción y halago.
La misión de ver con mayor profundidad, delicadeza y emoción y enseñar a los otros a ver de la propia suerte, le toca al pintor.
Para elevarse al concepto y la emoción del bosque, o alongarse de él y tomarlo en conjunto, o sumirse dentro de él, en las lindes y a corto trecho, los árboles estorban ver el bosque.
Desde luego no supe qué decir, pero, a poco, Dios me concedió bastante serenidad y reflexión para responderle: Señora: le agradezco, con emoción no traducible en palabras, su generosidad, generosidad que no acepto, ni aceptaré, no tanto por mí, cuanto por usted y su buena memoria.
Pepeta, con la emoción y el cansancio, apenas pudo decir dos palabras seguidas.
Fué su vida una continua batalla con la sequía, un incesante mirar al cielo, temblando de emoción cada vez que una nubecilla negra asomaba en el horizonte.
La pobre Teresa escuchó a su marido, pálida, con la emoción de la campesina que siente punzadas en el corazón cada vez que ha de deshacer el nudo de la media guardadora del dinero en el fondo del arca.
Poco le faltaba para llorar, y queriendo ocultar su emoción, murmuraba con expresión pedantesca:.
Bastábale para ser feliz y considerarse dueño de Tónica oír su voz, trémula por la emoción que le causaba un paseo tan íntimo.
Sentí que me ahogaba la emoción.
Cuando hablamos de Angelina no puede usted dominar su emoción.
La anciana reía, reía a su sabor, y contestaba a mis requiebros con frases entrecortadas, como si fuera presa de profunda emoción.
La voz de la anciana iba siendo más débil cada día, y a la menor emoción se le apagaba hasta hacerse imperceptible.
En vano me empeñé en transmitir al papel las impresiones que en mí produjo aquella carta, en vano luché por expresar la emoción de mi alma hondamente conmovida, la emoción sublime que señoreada de mi espíritu anudaba mi lengua, humedecía mis ojos y paralizaba mi pensamiento.
Corrí a mi cuarto, encendí el quinqué, y, presa de hondísima emoción, leí la carta.
Quedó silenciosa largo rato, hasta que al fin logró dominar su emoción, y riendo, o fingiendo que reía, como un niño que va a contar un cuento, principió:.
¡Silencio! ¡Silencio horrible! La emoción la ahogaba.
El buen viejo, trémulo de emoción, arrasados en lágrimas los ojos, me echó los brazos.

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