Ejemplos con elogio

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

También hay que citar al poeta didáctico Severo Santo que vivió bajo el reinado de Teodosio, y escribió sobre la muerte de los bueyes, versos en que se halla con sorpresa un elogio de la religión denominada Cristianismo.
Su Proyecto, presentado ante una multitud, frente a una Asamblea llena de expectativas por sus palabras, causó tan excelente impresión en el ánimo de la concurrencia, por lo que antes de concluir, terminaron de vivar entusiastamente, tributándole su asentimiento incondicional, adhiriendo numerosas personalidades de Buenos Aires, Córdoba y el interior a dicha candidatura, que hicieron el elogio del mismo, marcando inequívocamente su primer triunfo en la lucha por los derechos Comunales.
Por último, en su ascetismo, su no reconocido estilo ermitaño, Thoreau ansiaba trascender su concepción del elogio de la pereza, alcanzando una elevación espiritual casi imposible, según sus escritos, de alcanzarse en otro medio.
Personas que convivieron con Ayn Rand han escrito libros sobre ella en los que mezclan el elogio con la crítica personal.
A Cooper le concedieron la Medalla del Elogio Naval V de combate.
Actúo como la voz del icónico villano de comics, Darkseid en , y en su Spin-off Liga de la Justicia, recibiendo un gran elogio por ello.
Su Prabhulinga Lile, que más tarde sería traducido a telugú y tamil, es un elogio al místico del siglo XII Allama Prabhu, de quien él consideraba que se trataba de la reencarnación del dios Ganesha.
Fue también autor de un ensayo sobre el aprovechamiento de las aguas y de un Elogio del dialecto gallego.
La censura del matrimonio y de las mujeres ha sido en manos de los satíricos clásicos un lugar común, un motivo de chistes y de amplificaciones, como podía serlo el elogio del mosquito o de la pulga.
Ahora fué él quien hizo el elogio del marido, esforzándose por demostrar que esta vigilancia era incompatible con su carácter.
Don Esteban sentía cierta satisfacción en molestar a su hermano haciendo el elogio de una existencia sedentaria y fructuosa.
A sus espaldas sonaba el elogio.
Y , presintiendo en esto un elogio, contestaba gravemente: Así es, mi capitán.
Luego hizo el elogio de su esposa, excelente directora de hogar, madre que se sacrificaba con modestia por sus hijos, por su esposo.
Y el joven hizo un elogio de la navegación mediterránea.
Urquiola calló, desconcertado ante este elogio a su querido tío, temiendo que el millonario tomase la menor respuesta como un atentado a la gloria de su nombre.
El elogio del Padre Paulí valía por todos los terrores que le había hecho sufrir el gesto hosco de su marido.
El elogio que hacían de él era siempre el mismo: No tiene nada suyo.
Ni una palabra más acerca del sargento Clavijo, considerado como profesor de primeras letras, y ¡bien sabe Dios que no ha sido mi ánimo zaherirlo en estos renglones, sino hacer su elogio hasta cierto punto!—¿Tenía él la culpa de no ser un sabio? Y ¿podía enseñarse más y mejor, sabiendo menos? ¿Llegaría nadie a ser maestro de escuela con tan cortas luces y pocas humanidades?—¿Qué digo pocas? ¡Él no tenía más que una, la que manda Cristo, la que también se llama !—Y ¿cabe negar mérito a la hercúlea tarea de meterse a enseñar sin saber nada? ¿No revela esto, cuando menos, grandísima fuerza de voluntad, conocimiento del corazón humano, o profundo y filosófico desdén a la sabiduría? ¿Desconocerá alguien que Sócrates, el ilustre, el insigne, el incomparable maestro de Platón y Antisthenes, por donde el sargento Clavijo, esto es, reconociendo que , ó, por mejor decir, que en el mundo ?.
La de Jáuregui decía con deliciosa modestia: ¡Si yo no lo hago por buscar un elogio, si no hay en esto el menor asomo de mérito! Yo resisto perfectamente una noche toledana, y hasta dos y tres.

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