Ejemplos con el

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero el alma del poeta penetra en tal forma la figura real del borriquillo que nos es difícil entender que sean dos personas distintas, y se nos antoja que Platero no es otro que el poeta mismo, la expresión poética de lo ingenuo, puro, infantil, irracional e instintivo de su alma.
Entre tanto poeta como ahora cultiva el artificio del fondo y de la forma, Juan Ramón Jiménez, tan moderno como el que más, se distingue por la sencillez y la sinceridad.
Es uno de esos poetas amados siempre por un público tan grande como sea el número de espíritus educados y selectos.
A pesar de todo esto Juan Ramón Jiménez no es un poeta popular, es decir, no es un poeta para todo el mundo.
La ha reconocido el hecho de esta consagración mediante la publicación de un bello tomo de por el autor mismo, magnífico homenaje de los Estados Unidos a la moderna poesía española.
El poeta, que aún es joven, al llegar a la vîrilidad, con un hogar amoroso y tranquilo, rodeado de la amistad fervorosa de tantos admiradores selectos próximos y lejanos, parece haber entrado en una época de plenitud y serenidad.
Su obra de juventud muestra bien claramente el tesoro de ternura que encerraba su alma enferma de ansia de amor no satisfecha, de melancólico disgusto por todo lo que es bajo en la vida.
Quiero decir con esto que su obra es la expresión fiel y sincera de su alma, que ningún esfuerzo ha sido ahorrado para lograr la mayor perfección e intensidad, que ninguna consideración fuera de este ideal artístico ha tenido cabida en el alma del poeta, el cual marcha, puro y abnegado como un santo, a la busca de su ideal sin concesión alguna a ningún otro interés humano.
Desde entonces Juan Ramón Jiménez ha vivido sólo para su arte, realizando el milagro, rara vez logrado por ningún artista, de la perfecta identificación entre la vida y la obra.
Cuando aún no tenía veinte años, su voz de timbre inconfundible fué escuchada en el mundo de habla española como la revelación de un gran temperamento poético original.
Aunque estudió en la Universidad de Sevilla, no le llamaba Dios por ese camino, y desde muy joven encontró en la poesía el desahogo de su alma exaltada y sensitiva.
Cuando Juan Ramón razona con Platerillo nos parece que razona consigo mismo, y su coincidencia de sentimientos es tal y el amor que se tienen tan estrecho que no se podría pensar sino que Platero era un hermano de Juan Ramón que había tomado forma de asno, como en los cuentos, por arte de encantamiento.
Platero, el borriquito, y Juan Ramón, el poeta.
Y el caso es que el Platerillo del cuento, aunque tiene mucho de un burro de verdad, nos parece más bien un asnillo soñado y fantástico, como si fuera sólo una ilusión en la que estuvieran fundidas la ilusión que los niños se hacen de los burros y la que los burros deben hacerse de sí mismos en sus horas de ensueño.
¡Platero, que, según sabemos, murió y fue enterrado y cuya alma está en el cielo de Moguer! Ni más ni menos que cuando las gentes decían apenas veían algún rocín flaco: Allí va Rocinante!.
Ahora de nuevo, trescientos años después, el poeta español que sabe más de ternura, pureza y elegancia sentimental, ha pasado su mano delicada sobre el lomo peludo de la pobre bestia esclava, y a la caricia de su mano y de su mirada ha surgido Platero a la vida inmortal.
Pero no creo que tengan queja de nosotros los borriquitos de España si saben que en la obra de arte mayor que el espíritu español ha producido, uno de su especie, el rucio de Sancho, ha ganado la inmortalidad ni más ni menos que Sancho mismo, Rocinante y Don Quijote.
¡Y cuidado si los españoles de muchachos gozamos cuando nos es dado trabar amistad con algún asno, burro o pollino de los innumerables que en nuestra tierra hay y que llevan sobre sus lomos tantas cargas y son el consuelo y alivio de los pobres! Borriquitos de España, que con vuestro pasito corto andáis y reandáis nuestros caminos polvorientos y abrasados trayendo el agua de la fuente, llevando la ropa al río, la retama al horno, la comida a los segadores y a los mozos de las eras, cabalgadura sumisa de viejos, niños y mujeres, que aguantas ancas, hambre y malos tratos, sobre la que viajan cantando o durmiendo arrieros, gitanos y campesinos: borriquitos de España, alegres y trágicos, bien merecéis que os paguemos el bien que os debemos y el mal que os hacemos con un poco de amor y de piedad.
Al presentároslos no os puedo decir del borriquito nada nuevo porque sólo sé de él lo que el poeta nos dice, pero de Juan Ramón puedo deciros muchas cosas que él no ha dicho de sí mismo ni estaba bien que dijese.
Vais a leer la historia de estos dos personajes simpáticos, vivida por ambos y escrita por el único de ellos que sabía escribir.

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