Ejemplos con efusiones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sin embargo, muchos de los procesos de tortura recayeron en el desplome del cuerpo humano, fuera éste a base de excreciones y efusiones de los esfínteres corporales.
El inglés es un pequeño museo de figuras de cera, un número del , un breve repertorio de caricaturas, ya que los britanos, casi sin excepción, condúcense socialmente con fría y cómica simplicidad y rehuyen efusiones e intimidades.
Ahora se mezclaba con una embriaguez voluptuosa, que suspendía su pensamiento, le columpiaba en los espacios y le disponía a las efusiones tiernas, a los goces inefables, a los sueños de color de rosa.
No pudo menos de hacerla reír esta idea, y recordando que la noche anterior, Maximiliano, en las efusiones epilépticas de su cariño, había hablado algo de sucesión, dijo para su sayo: De eso sí que estás tú libre.
El aire vivo y puro le abría el apetito: no sentía ya las efusiones de devoción que al principio, y sí una especie de caridad humana que le llevaba a interesarse en lo que veía a su alrededor, especialmente los niños y los irracionales, con quienes desahogaba su instintiva ternura.
Sin embargo, hubieran dado envidia a otras juveniles parejas con las efusiones de su amor: acaso porque su amor unía a las frescuras de la mocedad la experiencia de la vejez: acaso porque el amor de las parejas nuevas es el primer amor, y el de ellos podía ser el último.
Tenía mucho de panadero por lo que manoseaba, en las efusiones, falsas y grotescas, de su repentino y fugaz afecto.
Después de sus efusiones cariñosas y dignas del más.
Sólo en aquel momento lloró sin lágrimas, con una de esas efusiones interiores de llanto que son mortales como las hemorragias internas, el tremendo sacrificio consumado, la honra perdida, la ofensa a Dios, la existencia colmada de afrenta y duelo que la esperaba a ella y -¡castigo horrible!- al ser que llevaba en su vientre.
Pasadas las efusiones del reconocimiento o anagnórisis, Lagier dijo a Ibero: «Acompáñame a unas diligencias, y luego te vienes conmigo a bordo, para que hablemos largo y tendido.
Pasadas las primeras efusiones de gozo, atendió Teresa a cuidar a su hombre y reparar el desmayo y mataduras que de la horrible caminata traía.
Entonces Hassán, aunque se hallaba en el límite de la emoción por haber vuelto a ver a sus dos hijos sanos y salvos, no quiso perder tiempo en efusiones de ternura, y confió ambos niños a la vieja, la cual se los colocó a horcajadas uno en cada hombro.
-Divagas, Pepe, y lo que temo es que recaigas en los trastornos que llamabas efusiones, y que tanto nos dieron que sentir.
Ya veía más claro en el asunto que periódicamente me enfermaba con penosísimas efusiones.
También a mí me tocó parte de aquellas efusiones, y hasta sobras del amante besuqueo, sentí regado mi rostro por el llanto de las señoras mayores, y la impresión de sus labios en mi frente y mejillas.
Esta idea embargó su ánimo por muchos días, idea de duelo, seguida de efusiones dolorosas de un cariño inextinguible, que derivaba hacia las esferas de Ultratumba, porque en verdad, ¿qué cosa más parecida a la muerte que un viaje a Puerto Rico? Y la cantidad de agua que entre Tomín y su amada se extendía, era la expresión más sensible del infinito de la ausencia.
Y Cigüela, con estas crecientes efusiones caritativas, agradeciendo mucho y recelando más.
las sinceras efusiones del dolor y del placer.
Y Hassán se los enseñó, y después de las efusiones propias del encuentro, le felicitó por su destreza, y le dijo: ¡Por Alah, nos superas a todos! Luego le condujo a casa de Ahmad-la-Tiña, y tras nuevas zalemas por una y otra parte, se hizo contar toda la aventura, y le dijo: ¡Pues entonces el palacio encantado del mago te corresponde por derecho propio, ya que una de tus cuatro esposas va a ser Kamaria! ¡Allí celebraremos tus bodas cuádruples! Voy al instante a llevar a Zeinab de tu parte los presentes y a decidir a su tío Zoraik a que te la conceda en matrimonio.
Y abrazáronse tiernamente los dos antiguos amigos, y después de las primeras efusiones y las zalemas reiteradas como si se tratase de un hermano suyo, Ahmad-la-Tiña le vistió con un traje magnífico, diciéndole: ¡Cuando el califa me nombró jefe de Su Derecha y me dio ropas para mis hombres, reservé este traje para ti, pensando que te encontraría un día u otro!.
Y tras las efusiones del regreso, me dijo: Ya no debemos tratarnos con la gente de esta ciudad.
Y he aquí que, tras las efusiones propias del retorno entre mis parientes y amigos, no dejé de comportarme generosamente, repartiendo dádivas a mi alrededor, sin olvidar a nadie.
Juana, por el contrario, le estrechó contra su corazón, pero una mirada de Bautista, una de aquellas miradas que hacía mucho tiempo dominaban su voluntad y llenaban su corazón de miedo, puso término a sus tiernas efusiones.
Pasadas las primeras efusiones del cariño fraternal, Ignacio refirió a sus hermanos las vicisitudes de su viaje, y concluyó por decirles lo que había dicho a Jacinta: que se veía reducido la miseria, que sus riquezas habían sido tragadas por el mar con el buque que las conducía.
Y la Casco de Oro, con toilette principesca, entregándose -según Le Matin- a amorosas efusiones con Manda en el gabinete del juez instructor de la causa.
Entonces Marzauán entró en casa de su madre, y después de las efusiones del regreso, le pidió pormenores sobre la cuestión, y su madre le confió lo que había sabido, que entristeció mucho a Marzauán, porque se había criado con Budur y la quería con un cariño mayor del que suelen experimentar los hermanos por las hermanas.
Olía a amor, la atmósfera elástica y serena convidaba a efusiones de melancolía voluptuosa.
Un inmenso amor se desbordaba en mi alma, y ante los seres humanos que tropezaba en mi camino tenía efusiones de fraternidad, seguro de infundirles igual sentimiento.
Sin duda era un refinamiento, por no malgastar minutos, pues la voz mágica, vibrante o sorda, seguía penetrando por el tabique y tenía acentos misteriosos de tristeza y efusiones de locura, y arranques de delirio, y no era sólo la voz, era el prolongado estallido de la caricia lo que traspasaba la madera.
¡Santo Dios, lo que él vio, lo que él sintió en aquellos momentos! ¡Qué efusiones tan hondas, jamás experimentadas! ¡qué terrores tan nuevos y tan sublimes! ¡qué recelos tan extraños!.

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