Ejemplos con duro

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Yo rompí mi alcancía, y con un duro que me encontré, encargué un sello con mi nombre y pueblo.
Telva respondía mentalmente: ¿Tú de carne? Puro hueso, y ya muy duro.
¡Algo más duro de pelar es el otro mozo que vamos a visitar en seguida, en ese pueblo que se ve a la derecha! Es hombre que no da nunca el brazo a torcer, ni se decide hasta el último momento.
Al cabo de este tiempo percibió un rechinamiento, como el de una gran llave dentro de una inmensa cerradura, después el sonido de un barrote de hierro rebotando por un extremo sobre otro cuerpo menos duro, después el chirrido de unos goznes roñosos, y, por último, la luz de un farol muy ahumado, a cuyos débiles resplandores pudo observar que se había abierto enfrente una.
Para el cuerpo de los señores es muy duro el cocho de Fuso Negro.
Un par de sillones con asiento de esparto y brazos pulidos por el uso, un anafe en el que hervía el puchero del agua, los paños de dudoso color y unas navajas melladas, que arañaban el duro cutis de los parroquianos con rascones espeluznantes, constituían toda la fortuna de estos establecimientos al aire libre.
Y el duro pan parecía más sabroso, el vino mejor, el trabajo menos pesado, imaginándose las rabietas de los dos avaros, que con todo su dinero habían de sufrir que los rústicos de la huerta se burlasen de ellos.
Aquel tenía el pellejo duro, y arrojando sangre y barro iba tal vez a rastras hasta su barraca.
Le habían arrancado a la monótona ocupación de cuidar las reses en el monte, y lo conducían a Valencia para hacer suerte , o más bien, por librar a la familia de una boca insaciable, nunca ahíta de patatas y pan duro.
Nada me importaba el trabajo, el más duro trabajo, por el contrario le deseaba yo, a diario, constante, sin un momento de reposo.
A ti de seguro que no le parece bien dar un duro a cada criado, a mí tampoco, pero hijo mío, la costumbre es la costumbre, y si una hace ciertas economías, la gente cree que va de capa caída, suposición que a nadie gusta.
Un tallo duro, una hoja rebelde, un pétalo sin gracia, todo recibía de la joven singular hermosura.
Con majestad teatral, doña Manuela dio un duro a cada uno, más un pañuelo de seda a Visanteta, por lo satisfecha que estaba de su mérito como cocinera.
Después que la tía Quica depositó majestuosamente sobre la mesa sus regalos, la señora, como compensación, metió en su cesta la media docena de pasteles que había aplastado en su caída, y además le dio un duro, no sin antes luchar con la labradora, que juraba y perjuraba que nada quería, mientras en sus ojos brillaba la codicia.
Era muy aficionado a las cuarenta el señor alcalde, pero nunca pasaban de un duro sus apuestas.

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