Ejemplos con dracmas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A finales de este siglo se emiten ya dracmas con el tipo del caballo parado, según modelo púnico, y después con el característico pegaso en el reverso y la cabeza de Arethusa en el anverso.
El rey caminando, observado desde un punto por encima y a la derecha, hallado en varias dracmas.
Nicias hizo acuñar dracmas indias de plata con su propia efigie, utilizando una diadema o un casco.
Ai-Khanoum también ha proporcionado las únicas monedas grecobactrianas de Agatocles de Bactria, que consisten en dracmas indios de plata, con representaciones de deidades hindúes.
Nos albergamos en uno de los khanes, mis tíos se quedaron en Damasco hasta que vendieron sus mercaderías de Mossul, comprando otras en Damasco para despacharlas en El Cairo, y vendieron también mis géneros tan ventajosamente, que cada dracma de mercadería me valió cinco dracmas de plata.
Acabo de emplear todo mi capital, osea cien dracmas, en la compra de cristalería.
El-Aschar cogió los cien dracmas que le correspondían, pero no sabía en qué emplearlos.
Al morir nuestro padre heredamos cien dracmas de plata cada uno.
Y entonces dió a este ladrón dos mil quinientos dracmas, o sea la cuarta parte del dinero, y se quedó con lo demás.
Y como hace bastante tiempo que ejercemos este oficio tan lucrativo, hemos logrado juntar entre todos hasta diez mil dracmas.
Pero el ladrón, cuando llegaron los vecinos, se fingió también ciego, y cerrando los ojos, exclamó: ¡Por Alah! ¡Oh musulmanes! Soy ciego y socio de estos tres, que me niegan lo que me corresponde de los diez mil dracmas de ahorros que poseemos en comunidad.
Después, cada cual cogió dos o tres dracmas, volvieron a meter todo el dinero en los sacos, y los guardaron en el escondite.
Y hecho esto, se reunieron con mi hermano, que sacó entonces del escondite todo el dinero de que era depositario, y lo contó con sus dos compañeros, resultando que tenían diez mil dracmas juntos.
Tómalo, véndelo en ese precio y tráeme los mil dracmas.
Está hecho según los artificios de los francos, que saben imitar el oro, las perlas y las piedras preciosas, de modo que no me ofrecen por él más que mil dracmas, en vez de mil dinares.
Y yo le dije: Vale cien dracmas.
Me entregaron trajes y efectos que valdrían lo menos cincuenta mil dracmas.
Pero cuando los mercaderes abrieron sus establecimientos, me levanté y salí a comprar lo que me había encargado, y el total de las compras, que tomé por mi cuenta, ascendía a cinco mil dracmas.
Y con su voz tan dulce y su incomparable modo de hablar, me dijo: Esperaba que hubieses enviado a alguien a mi casa para cobrar los mil doscientos dracmas que importa la pieza de seda.
Te pagaré además cien dracmas de ganancia.
Badreddin contestó: Mil cien dracmas.
Y de este modo, cada dracma te producirá dos dracmas y a veces más.
Y se fué y estuvo ausente otro mes, y regresó y me dijo ¿Dónde están los dracmas? Entonces yo me levanté, le saludé y le dije: Ahí están a tu disposición.
En cuanto al joven, después de un mes de ausencia, vino a verme y me dijo: ¿Dónde están los dracmas? Y le contesté en seguida: A tu disposición, hételos aquí metidos en ese saco.
Y efectivamente, aquel día gané mil dracmas de corretaje, quinientos del vendedor y quinientos de los compradores, de modo que me correspondió el veinte por ciento, según la costumbre de los corredores egipcios.
Como su precio total es cinco mil dracmas, te quedarás con quinientos, guardando para mí cuatro mil quinientos.
Y el joven me dijo: Te corresponden por comisión diez dracmas por cada arbed que se venda a cien dracmas.
Y los mercaderes la tasaron en ciento veinte dracmas por ardeb.
Entonces me dirigí a todos los mercaderes de granos y les enseñé la muestra que yo había justipreciado en cien dracmas.

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