Ejemplos con divorciaras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

«Cuando un hombre olvida su posición social, el respeto que debe al nombre honrado de sus padres, como lo has olvidado tú, no tiene derecho a ser admitido en la compañía de las personas regulares. Yo me avergüenzo de ti y de tu conducta, y cuando me cuentan tus hazañas, se me oprime el corazón y se me paraliza la sangre. Aquí tienes la causa de mi enfermedad. Nos esforzamos en no dar a conocer nuestra pena, y por dentro se desarregla toda la máquina... Yo le doy esto al más pintado, a ver si lo resiste. Una persona como yo, que en su familia no ha visto nunca más que ejemplos de honradez, de cristiandad y de moderación, ¿ha de sufrir con calma que su hijo, su unigénito, se pase la vida entre la gente más desalmada, tramando conspiraciones soldadescas, pretendiendo invertir la sociedad para traernos aquí la anarquía, y eso que Taramundi llama el cuarto estado, que yo entiendo es el populacho ignorante, vengativo y puerco? ¿Hase visto delirio semejante?... Pero ¡ay, hijo mío, que si todo esto es mucho, tú hazaña última da a todas quince y raya! Todo lo sé, todo lo sé, que aquí tengo a mis amigos que me informan punto por punto... Y por fin no han fusilado a ese Campón, lo que prueba, como dice Taramundi, que aquí no hay Gobierno, y estamos a merced de los pillos... Pues no contento con mangonear en todo ese infernal desbordamiento revolucionario, se sospecha que anduviste con los que asesinaron vilmente a los dignísimos oficiales que iban a cumplir con su deber... Esto, esto me ha llegado al alma... Esto, esto me abrió en al corazón la brecha por donde se sale toda la sangre a borbotones para correr y agolparse donde no debe... Esto, esto me ha formado aquí, en medio del pecho, el nudo horrible que ataja la sangre y me corta la respiración. Podría yo haberme resignado a la vergüenza de tu radicalismo bárbaro, de tus conjuraciones dementes, y a que te divorciaras de tu familia y de mis amigos de toda la vida, pero esto de unirte a los asesinos, esto de matar a hombres de honor, esto, Ángel, es tan grave que... que... ¡Ay, Dios mío, paréceme que me entra la disnea!... No, me contendré... Alejaré del pensamiento las ideas tristes, y procuraré ahogar la cólera... Dios mío, ¿cómo quieres que viva así? No es posible. Rezaré un poco, a ver si pasa. ¡Virgen Santísima, que no me ahogue tan pronto!... Ya, ya pasa. No ha sido más que un amago... Respiro bien».

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