Ejemplos con disputas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El éxito del equipo se vio enturbiado por las disputas de Owens con Garcia y el entrenador Steve Mariucci.
Sin embargo, a pesar de que ellas ofrecían un país libre e independiente por la voluntad del pueblo, en esa ocasión se cumplían cien años en los que, lejos de consolidarse esa libertad e independencia, la historia era un recuento de las disputas internas entre los peruanos.
En las disputas entre Bretaña y sus colonias americanas, Thompson fue leal a la corona y sirvió como Mayor en una compañía de milicia.
¡De qué buena gana se hubiera diluido Apolonio en el aire fino para ir a mezclarse en las disputas enzarzadas a causa de su afortunado rival, como la guerra de Troya por Helena, intervenir por modo invisible y aniquilar a todos los secuaces de Belarmino! La venganza es el placer de los dioses.
El sudamericano, habituado a las disputas de sus dos compañeros, se miraba las uñas negras con la melancólica desesperación de un profeta que contempla su patria en ruinas.
Pero, tú, JÚPITER, ¿por qué no intervienes en las disputas y te estás allí, como el ignorante, que oye embobado las trilogías en las fiestas olímpicas?.
Temíanse ya las disputas y se rehuían, porque los desaforados gritos y los baldones que antes se lanzaban sin resultado alguno, gracias a la cordial avenencia que existía entre todos, eran, al presente, de mucho peligro.
Todas las horas de aquel día se le presentaban una a una tristes y sombrías, las decepciones que había sufrido, las esperanzas fallidas, las disputas acaloradas, hasta el abandono de Marcones.
Un día, las vagonetas, al chocar unas con otras, aplastaban a un obrero: otro día saltaban de los rieles al bajar por el plano inclinado cayendo sobre un grupo encorvado ante el trabajo, que no recelaba la muerte traidora que llegaba a sus espaldas: los barrenos estallaban inesperadamente abatiendo los hombres como si fuesen espigas, llovían pedruscos en mitad de la faena, matando instantáneamente, y por si esto no era bastante, había que contar con los navajazos a la salida de la taberna, con las riñas en la cantera, con las disputas en los días de cobro, con la feroz acometividad de aquella inmensa masa ignorante y enfurecida por la miseria, en la cual vivían confundidos los que al salir de los penales de Santoña, Valladolid o Burgos no encontraban otro camino abierto que el de las minas de Bilbao, en las que se necesitaban brazos, y a nadie se preguntaba quién era y de dónde venía.
Por fin, el Gobierno del Estado puso término a las disputas.
Los curiosos, enardecidos por el tiroteo, seguían con mirada ansiosa al pájaro que lograba escapar, interesábanse en las terribles disputas de los cazadores, reclamando todos la misma pieza, no se fijaban en la lluvia de perdigones fríos que caían en torno de ellos, y si por casualidad se perdía un ojo o se sentía escozor en el cuerpo ¿qué iban a hacer? esto entraba en la diversión.
No gustaba de que le armasen en la mesa disputas violentas, sino que se mantuviera la tertulia en el terreno de las hablillas sabrosas y de las chirigotas picantes, aunque fuesen sucias.

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