Ejemplos con discretas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Estas construcciones tenían ventanas discretas, abiertas sobre el golfo a gran altura, que no permitían ninguna curiosidad exterior.
Luego la toca, que permite los rizos sobre las orejas, el peinado de moda, y la capa azul sobre el uniforme, que ofrece un bonito contraste Una mujer elegante puede realzar todo esto con joyas discretas y un calzado.
Ni tenían todos el mismo grado de aplicación: Zalamero, juicioso y circunspecto como pocos, era de los que se ponen en la primera fila de bancos, mirando con faz complacida al profesor mientras explica, y haciendo con la cabeza discretas señales de asentimiento a todo lo que dice.
Estas caridades discretas las hacía muy a menudo Feijoo con los amigos a quienes estimaba, favoreciéndoles sin humillarles.
Con nueva suspension quedó el corregidor de oir las discretas razones de la jitanilla, y que ya, si no fuera por no dar indicios de flaqueza, le acompañara en sus lágrimas.
La respuesta que dió Rodolfo a las discretas razones de la lastimada Leocadia, no fué otra que abrazarla, dando muestras que queria volver a confirmar en él su gusto, y en ella su deshonra.
Aquí dió fin Preciosa a su canto, y Andres y Clemente se levantaron a recebilla: pasaron entre los tres discretas razones, y Preciosa descubrió en las suyas su discrecion, su honestidad y su agudeza, de tal manera que en Clemente halló disculpa la intencion de Andres, que aun hasta entónces no la habia hallado, juzgando mas a mocedad que a cordura su arrojada determinacion.
—Antes mirarás hermosas que bobas en esta ciudad, que tiene fama de tener las mas discretas mujeres de España, y que andan a una su discrecion con su hermosura, y si no, míralo por Costancica, de cuyas sobras de belleza puede enriquecer no solo a las hermosas desta ciudad, sino a las de todo el mundo.
Por este billete me moví a pedir a Luscinda por esposa, como ya os he contado, y éste fue por quien quedó Luscinda en la opinión de don Fernando por una de las más discretas y avisadas mujeres de su tiempo, y este billete fue el que le puso en deseo de destruirme, antes que el mío se efetuase.
Que considerase que, no acaso, como parecía, sino con particular providencia del cielo, se habían todos juntado en lugar donde menos ninguno pensaba, y que advirtiese dijo el cura que sola la muerte podía apartar a Luscinda de Cardenio, y, aunque los dividiesen filos de alguna espada, ellos tendrían por felicísima su muerte, y que en los lazos inremediables era suma cordura, forzándose y venciéndose a sí mismo, mostrar un generoso pecho, permitiendo que por sola su voluntad los dos gozasen el bien que el cielo ya les había concedido, que pusiese los ojos ansimesmo en la beldad de Dorotea, y vería que pocas o ninguna se le podían igualar, cuanto más hacerle ventaja, y que juntase a su hermosura su humildad y el estremo del amor que le tenía, y, sobre todo, advirtiese que si se preciaba de caballero y de cristiano, que no podía hacer otra cosa que cumplille la palabra dada, y que, cumpliéndosela, cumpliría con Dios y satisfaría a las gentes discretas, las cuales saben y conocen que es prerrogativa de la hermosura, aunque esté en sujeto humilde, como se acompañe con la honestidad, poder levantarse e igualarse a cualquiera alteza, sin nota de menoscabo del que la levanta e iguala a sí mismo, y, cuando se cumplen las fuertes leyes del gusto, como en ello no intervenga pecado, no debe de ser culpado el que las sigue.
Y no le digas más, ni yo quiero decirte más a ti, sino advertirte que consideres que esta segunda parte de Don Quijote que te ofrezco es cortada del mismo artífice y del mesmo paño que la primera, y que en ella te doy a don Quijote dilatado, y, finalmente, muerto y sepultado, porque ninguno se atreva a levantarle nuevos testimonios, pues bastan los pasados y basta también que un hombre honrado haya dado noticia destas discretas locuras, sin querer de nuevo entrarse en ellas: que la abundancia de las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen, y la carestía, aun de las malas, se estima en algo.

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