Ejemplos con dijes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se prepara en chapas del espesor solicitado por el fabricante y como medias cañas de diferentes modelos para utilizarse como apliques en cadenas, pulseras, dijes, etc.
La elaboración de sombreros, dijes, bolsos, individuales y otros adornos con la fibra de pajatoquilla ha presentado un importante desarrollo como actividad económica, principalmente para la mujer cabeza de familia.
Vio Lucía sin disgusto al cortés y afable Miranda, y reparó con pueril curiosidad el aseo de su persona, su calzado pulcro, sus níveos cuellos, los caprichosos dijes de su reloj y corbata: que toda mujer, compréndalo o no, se paga de exterioridades y menudencias por este estilo.
Mujer al cabo Lucía, y nuevos para ella tales primores, más de una vez, como la Margarita de , se colgó ante un espejillo los preciosos dijes, complaciéndose en sacudir la cabeza a fin de que fulgurasen los resplandores de los pendientes y las flores de pedrería salpicadas por el obscuro cabello.
Muchos comerciantes que se habían endosado el frac en honor del soberano, guardaban sobre su abdomen la gruesa cadena de oro, cargada, como un relicario, de medallones, dijes, lápices y fetiches, y en los pies los fuertes botines de uso diario.
Estas cadenas y estos dijes eran el atractivo más poderoso, la tentación suprema que presentaban a sus hijos los artesanos de Sarrió para decidirles a ir a Cuba.
Gonzalo se había ido a la sala de billar y veía jugar el a media docena de indianos, los cuales al dar el tacazo, hacían sonar como un repique de campanas todos los dijes de oro que pendían de sus enormes cadenas de reloj.
Aunque Nucha no pecaba de burlona, no pudo menos de hacerle gracia el atavío de la jueza, que pasaba por el figurín vivo de Cebre, y a hurtadillas sonrió a Julián mostrándole con imperceptible guiño los collares, dijes y broches que lucía en el cuello la señora, mientras ésta a su vez devoraba e inventariaba el sencillo adorno de la recién casada santiaguesa.
A cada instante se tocaba los dijes del reló y los encajes de las chorreras para cerciorarse de que no se le habían caído, pero como tras la gamuza había desaparecido el tacto, necesitaba emplear la vista, y esto le hacía semejante a un mono que al despertar una mañana se encontrase vestido de pies a cabeza.
Los jitanos hicieron alto, y todos juraban que ninguna cosa llevaban hurtada, y que ellos harian patentes todos los sacos y repuestos de su aduar: desto se congojó mucho la jitana vieja, temiendo en aquel escrutinio no se manifestasen los dijes de la Preciosa y los vestidos de Andres, que ella con gran cuidado y recato guardaba, pero la buena de la Carducha lo remedió con mucha brevedad todo, porque al segundo envoltorio que miraron, dijo que preguntasen cuál era el de aquel jitano gran bailador que ella habia visto entrar en su aposento dos veces, y que podria ser que aquel las llevase.
—Mujer buena, ántes ángel que jitana, ¿adónde está el dueño, digo, la criatura cuyos eran estos dijes?.
Aquí fué ello: aquí sí que fué cuando se aumentaron las voces y creció la confusion, porque dijo la huéspeda: Señor alguacil y señor escribano, no conmigo tretas, que entrevo toda costura: no conmigo dijes ni poleos, callen la boca, y váyanse con Dios, si no, por mi santiguada que arroje el bodegon por la ventana, y que saque a plaza toda la chirinola desta historia, que bien conozco a la señora Colindres, y sé que há muchos meses que es su cobertor el señor alguacil, y no hagan que me aclare mas, sino vuélvase el dinero a este señor, y quedemos todos por buenos, porque yo soy mujer honrada, y tengo un marido con su carta de ejecutoria, y con , con sus colgaderos de plomo, Dios sea loado, y hago este oficio muy limpiamente y sin daño de barras: el arancel tengo clavado donde todo el mundo le vea, y no conmigo cuentos, que por Dios que sé despolvorearme: bonita soy yo, para que por mi órden entren mujeres con los huéspedes: ellos tienen las llaves de sus aposentos, y yo no soy quince, que tengo de ver tras siete paredes.
Y descubriendo un cofrecito donde venian las de Preciosa, se le puso en las manos al corregidor, y en abriéndole vió aquellos dijes pueriles, pero no cayó en lo que podian significar: mirólos tambien la corregidora, pero tampoco dió en la cuenta, solo dijo:.
¡Oh hideputa, y qué cabellos, que, si no son postizos, no los he visto mas luengos ni más rubios en toda mi vida! ¡No, sino ponedla tacha en el brío y en el talle, y no la comparéis a una palma que se mueve cargada de racimos de dátiles, que lo mesmo parecen los dijes que trae pendientes de los cabellos y de la garganta! Juro en mi ánima que ella es una chapada moza, y que puede pasar por los bancos de Flandes.
Teresa del Berrocal, yo alabándote, me dijo: Tal piensa que adora a un ángel, y viene a adorar a un jimio, merced a los muchos dijes y a los cabellos postizos, y a hipócritas hermosuras, que engañan al Amor mismo.
Desto se congojó mucho la gitana vieja, temiendo que en aquel escrutinio no se manifestasen los dijes de la Preciosa y los vestidos de Andrés, que ella con gran cuidado y recato guardaba, pero la buena de la Carducha lo remedió con mucha brevedad todo, porque al segundo envoltorio que miraron dijo que preguntasen cuál era el de aquel gitano gran bailador, que ella le había visto entrar en su aposento dos veces, y que podría ser que aquél las llevase.
Y, descubriendo un cofrecico donde venían las de Preciosa, se le puso en las manos al corregidor, y, en abriéndole, vio aquellos dijes pueriles, pero no cayó en lo que podían significar.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba