Ejemplos con digáis

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para que no digáis que no os excuso de nada, os excuso de frotar el lomo de vuestros caballos cuando desmontéis.
No digáis que es una trinidad, desistid, pues es lo mejor para vosotros.
No digáis acerca de Allah sino la verdad: Ciertamente el Mesías Jesús hijo de María, es el Mensajero de Alá y Su palabra que depositó en María, y un espíritu que proviene de Él.
No digáis en Villaverde que no tiene grandes hombres, no lo digáis, por vida vuestra, porque luego os replicarán mis paisanos, así sean jornaleros, o abogados, o médicos, o propietarios vuestros interlocutores: ¿Y el Señor General Don Pancracio de la Vega? ¿Y el Ilmo y Reverendísimo Señor Don Pablo Ortiz y Santa Cruz, Obispo de Malvaria? .
¡Ah! ¡Callad! ¡No digáis eso! No habéis.
Por Dios, no digáis nada a mi esposa.
-Señor -replicó Coletilla, con voz en que había algo de llanto-, señor, traspasadme el corazón, pero no digáis que os he vendido.
Y, si es que mi buen intento merece ser agradecido con algún género de cortesía, yo os suplico, señor, por la mucha que veo que en vos se encierra, y juntamente os conjuro por la cosa que en esta vida más habéis amado o amáis, que me digáis quién sois y la causa que os ha traído a vivir y a morir entre estas soledades como bruto animal, pues moráis entre ellos tan ajeno de vos mismo cual lo muestra vuestro traje y persona.
La vuestra fermosura, señora mía, puede facer de su persona lo que más le viniere en talante, porque ya la soberbia de vuestros robadores yace por el suelo, derribada por este mi fuerte brazo, y, porque no penéis por saber el nombre de vuestro libertador, sabed que yo me llamo don Quijote de la Mancha, caballero andante y aventurero, y cautivo de la sin par y hermosa doña Dulcinea del Toboso, y, en pago del beneficio que de mí habéis recebido, no quiero otra cosa sino que volváis al Toboso, y que de mi parte os presentéis ante esta señora y le digáis lo que por vuestra libertad he fecho.
Esto es, señor, lo que pasa, sin que tenga que deciros otra cosa alguna, suplícoos no me descubráis ni le digáis a don Quijote quién soy, porque tengan efecto los buenos pensamientos míos y vuelva a cobrar su juicio un hombre que le tiene bonísimo, como le dejen las sandeces de la caballería.
No digáis más, señora doña Clara dijo a esta sazón Dorotea, y esto, besándola mil veces, no digáis más, digo, y esperad que venga el nuevo día, que yo espero en Dios de encaminar de manera vuestros negocios, que tengan el felice fin que tan honestos principios merecen.
Dígolo porque ya habéis visto, señores, con manifiesta experiencia, el que de mí habéis recebido, en pago del cual querría, y es mi voluntad, que, cargados de esa cadena que quité de vuestros cuellos, luego os pongáis en camino y vais a la ciudad del Toboso, y allí os presentéis ante la señora Dulcinea del Toboso y le digáis que su caballero, el de la Triste Figura, se le envía a encomendar, y le contéis, punto por punto, todos los que ha tenido esta famosa aventura hasta poneros en la deseada libertad, y, hecho esto, os podréis ir donde quisiéredes a la buena ventura.
Yo callaré, señora mía dijo don Quijote, y reprimiré la justa cólera que ya en mi pecho se había levantado, y iré quieto y pacífico hasta tanto que os cumpla el don prometido, pero, en pago deste buen deseo, os suplico me digáis, si no se os hace de mal, cuál es la vuestra cuita y cuántas, quiénes y cuáles son las personas de quien os tengo de dar debida, satisfecha y entera venganza.
No haya más dijo Dorotea: corred, Sancho, y besad la mano a vuestro señor, y pedilde perdón, y de aquí adelante andad más atentado en vuestras alabanzas y vituperios, y no digáis mal de aquesa señora Tobosa, a quien yo no conozco si no es para servilla, y tened confianza en Dios, que no os ha de faltar un estado donde viváis como un príncipe.
Pero no me digáis nada por ahora, que no quiero perder, por acudir a vuestro sobresalto, el gusto que recibo de oír al que canta, que me parece que con nuevos versos y nuevo tono torna a su canto.
Venid acá, señor buen hombre respondió Sancho, este pasajero que decís, o yo soy un porro, o él tiene la misma razón para morir que para vivir y pasar la puente, porque si la verdad le salva, la mentira le condena igualmente, y, siendo esto así, como lo es, soy de parecer que digáis a esos señores que a mí os enviaron que, pues están en un fil las razones de condenarle o asolverle, que le dejen pasar libremente, pues siempre es alabado más el hacer bien que mal, y esto lo diera firmado de mi nombre, si supiera firmar, y yo en este caso no he hablado de mío, sino que se me vino a la memoria un precepto, entre otros muchos que me dio mi amo don Quijote la noche antes que viniese a ser gobernador desta ínsula: que fue que, cuando la justicia estuviese en duda, me decantase y acogiese a la misericordia, y ha querido Dios que agora se me acordase, por venir en este caso como de molde.
-Si las buenas nuevas que os quiero dar, señores, no merecieren alcanzar en albricias el perdón de un gran pecado mío, aquí estoy para recebir el castigo que quisiéredes darme, pero antes que le confiese quiero que me digáis, señores, primero, si conocéis estas joyas.
no lo digáis, que no es justo.
Yo soy Cantipalos, y no hacen sino decir: , y es menester que les digáis que me han hecho del asno ánsar y que era asno el que yo tenía y no ánsar, y los ánsares no tienen que ver con los lobos, y que me restituyan a mi asno en el refrán y que me le restituyan luego y tomen su ánsar, justicia con costas y para ello, etc.
-Mirad -decía doña Fáfula- que digáis en el mundo quién soy.
-Mi hermano Apolo quiere que dejéis las armas por una y otra parte, y a vosotros, quienquiera que seáis, hombres desconocidos y revoltosos, os ordena que si alguna pretensión tuviereis, me la digáis al instante sin andaros en ambages ni tranquillas, que como ella sea justa, desde luego quedaréis servidos, porque de no hacerlo así, por el alma de mi madre os juro que yo os daré a conocer del modo con que se debe tratar a los dioses.
Mi hermano os quiere ver, y a eso vamos allá, pero os advierto en caridad que tratéis de no hablarle en culto, ni le juguéis del vocablo, ni le digáis quisicosas ni garambainas, porque os mandará tirar de un balcón y le obedecerán al punto.
Y el Fiscal Municipal, tutor de los huérfanos, os requiere conmigo para que digáis la verdad de si os sentís animados a ese largo y peligroso viaje.
Despertó entonces Badreddin, y hallándose tumbado cerca de aquella puerta desconocida y rodeado por tantas personas, se sorprendió mucho, y exclamó: ¿Dónde estoy buena gente? Os ruego que lo digáis.
Os voy a indicar una cosa que en cuanto se la digáis le impedirá volver a la escuela.
Pero os pido por los derechos de nuestra amistad, por la conformidad de nuestros años juveniles, por las obligaciones de nuestro no interrumpido afecto, por todo aquello, en fin, que sea para vosotros más grato y respetable, que me digáis con sencillez la verdad.
-En ese caso, señor Morrel, os suplico que nada digáis de esto a Dantés, me habré equivocado.
,Ricardo:Señor, lo que importa es que nos digáis en donde está el cuerpo, y os vengáis con nosotros a ver al Rey.

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