Ejemplos con diga

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La cuestión de la filosofía está en buscar una palabra que lo diga todo cuando nos da la gana.
Pues desearé que me diga usted lo que se cuenta por ahí de nosotros con estos triunfos tan atroces.
Pero sea lo que quiera del resultado ético de tales novelas, y aunque se diga, quizá con razón, que, más que a malos pensamientos, provocan a asco, siempre será verdad que el género es detestable, no ya por inmoral, sino por feo, repugnante, tabernario y extraño a toda cultura, así mundana como estética.
Yo terminaré la contienda: la Justicia pesará los libros con su recta imparcialidad, y lo que ella diga, se seguirá en el mundo, mientras que vosotros acataréis su inmutable fallo.
A mí, todo cuanto se diga de esos malvados, me parece verdad.
Rabia, grita y casi muerde, en los días que le pica la maldita enfermedad, pero se presenta doña Visita, y en seguida se contiene, sufre en silencio, gime como un niño, y basta que ella le diga una palabrita dulce o le haga un mimo, para que a Su Eminencia se le caiga la baba de gusto ¡La quiere mucho!.
Treinta, no me diga que no, porque me muero de rabia.
Procura que tu conciencia esté tranquila, y deja que el mundo diga lo que quiera.
Aunque tú me digas que sí, que le diga todo, no lo haré.
Y de flores, ni se diga! He visto unas en los troncos de los árboles, y otras, enredaderas, que son para alabar a Dios.
¡Que lo diga señora Francisca!.
¿Me quiere usted tener contenta? Pues no le diga usted a su muñeca todas esas cosas.
Pero ¡qué he de hacer! No necesito que él me lo diga, comprendo muy bien que hago falta.
¿Preguntan por qué se fué el meritorio? Pues no hay más que hacer un gesto intencionado, fingir una sonrisa despreciativa, discretamente maliciosa, que lo diga todo.
Tenía algo, mucho, del amigo ingenuo que nos ha pintado a maravilla Edmundo de Amicis en uno de sus libros más hermosos, de ese cruel amigo que nos domina desde el primer día, que nos subyuga, que nos hace sus esclavos, sin que nos sea dable rebelarnos en contra de él, que con una frase nos parte medio a medio, y que, riendo, del modo más natural, en presencia de todos, sin discreción ni consideraciones de ninguna especie, nos dice lo que no queremos que nadie nos diga, o que a propósito de una debilidad o de un afecto que ocultamos con el mayor empeño, nos lanza un chiste que penetra en nuestro corazón como la hoja de un puñal, amigo contra el cual no podemos alzarnos indignados por duro que sea con nosotros, ya porque somos impotentes para replicarle de modo que nos asegure el triunfo, ya porque, a pesar de todo, le estimamos y le amamos por sus muchas cualidades.
¡Si te diga que pareces de la familia! ¡Qué cuidados con Carmen! Es muy viva, muy sabia, escribe que es un, ¡encanto! Ya conoces su letra, ella escribe cuando yo estoy con la jaqueca.
Yo ¡qué quieres que te diga!, creo que en lo esencial Juanito no ha de faltarnos.
¿Quieren ustedes que les diga en qué consiste el enojo del gran Caballuco?.
Tengámosle compasión y deseemos su arrepentimiento en cuanto a vosotros, hijos míos, no esperéis que os diga una palabra sobre el paso que seguramente vais a dar.

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