Ejemplos con diccionario

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En: Diccionario multimedia de historia de Venezuela.
En: Diccionario Multimedia de Historia de Venezuela.
Diccionario de Fantasmas, Misterios y Leyendas.
El padre Ivan Veniaminov, famoso en todas partes de la América rusa, también desarrolló un diccionario y gramática en idioma aleutiano.
Una anécdota popular cuenta que su madre le enseñó a escribir en hojas de plátano y que con sus propios ahorros se compró un diccionario.
¿De manera que el diccionario es el universo? ¿Y qué necesidad hay de mudarle el nombre?.
Belarmino extrajo del cajón del mostrador un libro, que era un diccionario de la lengua castellana, y con él bajo el brazo se sentó en una silleta, cerca de una de las puertas de entrada.
Por ejemplo: en la conferencia de hoy, la frase está el que come ante el Diccionario, en el tole tole, hasta el tas, tas, tas , significa: está el hombre ante el universo, mientras vive, hasta que muere.
Una voz metálica, ronquecina, nasal, gangosa, de beodo o de fonógrafo, rompió a decir: Está el que come ante el Diccionario, en el tole tole, hasta el tas, tas, tas.
, decía el cosmoses decir, el diccionario, y Belarmino veía, en efecto, brotar de la página el dicho cuadrúpedo rumiante, aunque muy mermado de proporciones, y salir andando despaciosamente por el piso, pero a los pocos pasos, el perfil de la bestia, ya de suyo sinuoso, se deformaba más todavía, evolucionaba, se transformaba, el animal se ponía en dos pies, aparecía vestido con uniforme, la cabeza, sin perder la expresión primitiva, tomaba rasgos humanos, las jorobas se convertían en alforjas, que colgaban al pecho y espalda, y de una de las bolsas salía un gran cartapacio.
Peroprosigue la especulación belarminianaasí como la mayoría de los hombres viven en el diccionario,es decir, en el mundo, sin enterarse de que viven, así también consultan y leen el cosmoses decir, el diccionario, sin enterarse de lo que leen.
Y ya por su cuenta, Belarmino abrió el diccionario y comenzó a tomar notas en un cuadernillo de hule que sacó de la chaqueta.
Su lectura favorita era el diccionario de la lengua.
El diccionario, en su opinión, era epítome del universo, prontuario sucinto de todas las cosas terrenales y celestiales, clave con que descifrar los más insospechados enigmas.
En el diccionario está todo, porque están todas las palabras, luego están todas las cosas, porque la cosa y la palabra es uno mismo, nacen las cosas cuando nacen las palabras, sin palabras no hay cosas, o si las hay, es como si no las hubiese, porque la cosa no existe por sí ni para otras cosaspor ejemplo, una mesa no sabe que existe, ni la mesa existe para una silla, porque la silla no sabe de la existencia de la mesa, sino que existe solamente para un que la conoce, y en cuanto que la conoce, le da un nombre, le pone una palabra.
Dedúcese que si el diccionario es todo aquello que hemos dicho, diccionario vale tanto como cosmos.
Belarmino, en virtud de la reciprocidad de entrambos vocablos, y para evitar confusiones, había fijado a la inversa, para su uso, el empleo y significación de cada uno de ellos, y cuando decía el cosmos, quería decir el diccionario, y cuando decía el diccionario, quería dar a entender el universo.
Si le pedía a Angustias que le diese el cosmos, la niña, por experiencia, ya sabía que le tenía que entregar aquel libraco, el cual, para ella, era tan lógico que se llamase cosmos como que se llamase diccionario.
Leía las palabras del cosmoses decir, del diccionario, evitando, con el mayor escrúpulo, que rozasen sus ojos la definición de que iban acompañadas.
Replicaba , contrarreplicaba , citábanse párrafos de la gramática, del diccionario, de los escritores distinguidos, y al cabo nadie sabía a qué atenerse.
Aprovechando cierto diccionario curioso que uno de los socios del Camarote poseía, trituraban sin piedad lo mismo los artículos que las novelas a la mano del.
Si empleaba la palabra gubernamental , o banal , o la frase tener lugar , ¡qué carcajadas las del ! ¡qué chacota! ¡qué desprecio! Esto duró hasta que los del Saloncillo adquirieron otro diccionario de galicismos.
Mas en cuanto aprendió bien los tópicos del periodismo, y tuvo a su disposición una buena cantidad de frases hechas, y sobre todo, en cuanto recibió un diccionario enciclopédico en quince tomos, que le costó no menos de dos mil reales, ¡aquello sí que fué cortar y rajar! No hubo asunto o problema científico, social, económico y político en que don Rosendo dejase de meter la cucharada con gran lucimiento.
Se trataba de la peste que hacía estragos en el ganado: don Rosendo buscaba en su diccionario las palabras , etcétera, y así que leía lo que decía sobre ellas, tomaba la pluma, y su genio periodístico se encargaba de trazar uno o varios artículos, rebosando de filosofía y erudición.
Venía, como ahora, la cuestión del puerto, y acudía al diccionario en busca de las palabras , etc.
Como tampoco él había colaborado en el Diccionario de la Conversación, el resultado era que ésta no prosperaba.
Ya se levantaba, ya se revolvía, echaba las piernazas fuera de la cama, y los brazos como aspas de molino ¡Luego unas voces y unos berridos! Ya sabes el diccionario que gasta Y a lo mejor se quedaba como un gato que acecha, los ojos como ascuas, y hablando bajito, bajito, y señalando para la mesa en que está el altar y la lamparilla, decía: Mírenlo, mírenlo, allí está.

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