Ejemplos con detestando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna, aún, abrirles por la ultima vez una vía a la conciliación y a la amistad, todavía se les invita a vivir pacíficamente entre nosotros, si detestando sus crímenes, y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a la destrucción del gobierno intruso de España, y al restablecimiento de la República de Venezuela.
Como poeta destaca en una Epístola a un caballero amigo que vivía en Sevilla, donde invierte el tópico del menosprecio de Corte y alabanza de aldea de fray Antonio de Guevara y el beatus ille horaciano elogiando la vida urbana y detestando la campesina, que para él representa el colapso de todos los anhelos.
¡Lo que yo he sufrido! Quise odiarte, y no pude Al verte con otra, huía, huía, detestando a tu compañera, pero a ti no.
SeñoritaJulián resolvió entonces, en su interior, apelar a eso que llaman subterfugio jesuítico, y no es sino natural recurso de cuantos, detestando la mentira, se ven compelidos a temer la verdad.
El maestro dubdar non deve, si de virtud es guarnido, por grand omne que sea de riqueza o de linage en su escuela e so su disçiplina, que si lo vee gigantizar en viçios e carnalidades de reprehenderlo, aunque sepa passar la mar de menazas e ir en Libia, que es lugar mesmo do tales viçios se obran, combatiéndose esforçadamente sin enojo, siguiendo a Hércules por exemplo, detestando o desechando, siquiera aborresçiendo, en sus obras e palabras los carnales deleites.
Y Pablo, mordiéndose los nudillos de coraje, detestando a aquel hombre provocativo, y con fuerzas y valor para luchar con él, no se atrevía a acercársele, porque.
Cansado de las nieblas, de las románticas leyendas y los polares inviernos de su dura patria, detestando hasta el nombre de Walter Scott y María Estuardo, jurando que en Escocia no se podía vivir, porque todo se volvían historias de asesinatos y cabezas cortadas, renegando de los melancólicos lochs y de aquellos tristes macizos graníticos erizados de picos y cortados por sombríos desfiladeros, de las siniestras bahías y de los áridos valles casi horizontales que ellos llaman glens, entenebrecida el aleta por la salvaje rudeza de Caledonia, creyó disipar los negros vapores que la envolvían residiendo en un país que ni tuviese crónicas, ni tradiciones, ni recuerdos, un país joven, apacible, meridional, y para mejor olvidar las brumas y los espectros de la tierra alta, propúsose saturarse de paganismo, según sus manías estéticas, que le proponían como ideal la cultura helénica y latina.
principios, y, no teniendo en su política, sino fines, detestando a aquellos.

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