Ejemplos con desvergonzada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sus familiares la insultaban y la desconocían, y la comunidad la consideraba como una mujer impura, desleal y desvergonzada.
Adriana, al enterarse de que su frívola y desvergonzada hermana menor, Patricia, planea dar en adopción a su pequeña hija, decide parar esa locura y asumir la custodia de la niña.
En lo que ve como una constante tendencia hacia la teocracia, Harris critica fuertemente a personajes relevantes del poder legislativo y el poder judicial por lo que percibe como una desvergonzada carencia de separación iglesia-estado en sus diversos dominios.
Freakshow tuvo un buen recibimiento, Margeaux Watson de Entertainment Weekly la llamó desvergonzada y escribió, refiriéndose a la cantante, que no es ninguna sorpresa que alardee de su cariño por sus tardías juergas nocturnas y concluyó su revisión llamándola una de las esponjosas pistas bailables de Blackout, Bill Lamb de About.
Freakshow Show de Locos es una canción que combina una melodía creada en base de sintetizadores y una sexual y desvergonzada lírica centrada en las relaciones y sensaciones en un club nocturno.
Dice Lucio: la desvergonzada y tiránica violencia ha llegado a mutilar la naturaleza con un hierro sacrílego, que despedaza la masculinidad de los muchachos para prolongar el uso que se hace de ellos.
El joven se sintió herido por aquella desvergonzada pregunta y replicó secamente:.
La loca de la casa se mostraba en él como una desvergonzada, indigna del trato con personas decentes.
¡Desvergonzada! ¡Si no fuera mirando a que hay gente delante! ¿Cómo contestas de ese modo a tu madre, picara? ¿No sabes los mandamientos de la ley de Dios? Mañana mismo te llevo a confesar con don Aquilino.
En el vimos dos o tres veces el famoso zarzuelón , en nos descuajábamos de risa con la desvergonzada revista , sátira del escándalo de los Dos Millones que, según la gente maliciosa, afanaron Sagasta y el pollo antequerano.
Una racha viviente, un huracán femenino que apareció en la puerta, acabó de despejarla del todo, entró Isabel Mazacán, con su paso de Diana cazadora, alta la cabeza, altiva la mirada, demasiado señoril para demasiado desvergonzada para gran dama.
Y cediendo a su instinto natural de desvergonzada capigorronería, añadió:.
Y volvieron a reírse los dos, el tío Jacobo y la madre, con una risa que desconcertó por completo a los niños, porque no era la risa alegre, tierna, agradecida, rebosando amor y ternura de madre que ellos esperaban, sino una risa acre, burlona, desvergonzada, que les recordaba, sin saber por qué, la que usan para insultarse las mujeres malas de la calle.
¡Qué grande obra sería la de deshacer esta mescolanza que repugna, que envenena, que liberta el vicio de toda sanción social que le marque la frente como con una señal de infamia, y lo contenga, ya que no con el temor de Dios, con la vergüenza al menos y con el respeto humano, que familiariza con el escándalo hasta a las conciencias más rectas, y destruye la poderosa barrera de horror y de extrañeza que debe separar al bueno del escandaloso, y comenzando por hacer a este tolerable, acaba por hacerle pasar por imitable! ¡Qué grande obra haría quien con el mismo espíritu de caridad cristiana con que se fundan asilos para huérfanos y casas de refugio para doncellas en peligro, fundase para mujeres y hombres , en que sin riesgo alguno de mal ejemplo pudiese encontrar la juventud las justas, legítimas y aun necesarias distracciones propias de sus años, hallar sin desvergonzada levadura ese trato señoril y digno a la vez que alegre y placentero, que afina y suaviza las inclinaciones del hombre, fortalece y alecciona las de la mujer, y fomenta el trato mutuo y el mutuo conocimiento de que brotan castas simpatías, germen de puros y tranquilos amores, que sirven de base solidísima a matrimonios felices y meditados, de que nacen luego familias cristianas y ejemplares! Y la caridad, la caridad derivada del cielo, única santa y legítima, que todo lo ve con sus ojos de lince, que todo lo abarca con su actividad insaciable, que todo lo precave con su perspicacia amorosa, y no deja dolor sin alivio, ni pena sin consuelo, ni llaga sin remedio, ¿no se ha fijado nunca en esta úlcera ensangrentada? ¿Acaso es más digna de lástima la pobre labriega, la infeliz criada de servicio que el abandono precipita en un lodazal de escaleras abajo y salva la caridad en una casa de refugio, que la encopetada señorita, la rica heredera que un abandono distinto, sólo en la forma, precipita del mismo modo en otro lodazal de salones adentro? ¡Y pensar que no es tan difícil el remedio como a primera vista parece, que bastaría quizá que una mujer de prestigio y de energía, cerrando los oídos a indecorosos respetos humanos y a culpables condescendencias sociales, fundase, por el amor de Dios, un , lanzando a los cuatro vientos de la alta sociedad madrileña, por toda esquela de convite, esta estupenda noticia: La marquesa tal, o la duquesa cual, se queda todas las noches en casa, para las señoras honradas y los caballeros decentes !.
Si esa desvergonzada no estuviese haciendo porquerías con los señoritos, las vacas no saltarían del prado.
¡Y era fea, doña Manuela, muy fea! Huesos y pellejo nada más, pero con unos ojos de desvergonzada, que es sin duda lo que les gusta a los hombres.
Ha venido la ruina, y ¡cataplum! ¡el chico a tierra! ¿Quién tiene la culpa, mala madre? ¿Quién ha asesinado al muchacho, perra desvergonzada?.
¿Cómo ser cruel con una mujer que, lejos de echar en cara los favores otorgados, ni arrepentirse de ellos, ni solicitar cosa alguna para lo porvenir, se limitaba a pedir lealtad? De la desvergonzada Zaluka, de la sagaz Cleopatra, cualquiera triunfa, porque el hombre se deleita tanto en humillar la soberbia como en poseer la belleza, pero ¿quién es capaz de permanecer insensible ante la enamorada humilde y suplicante?.
Psiquis se quema las alas en la antorcha del divino Eros, la fiel Penélope desteje su labor, el necio Candaules muestra a Gyjes la hermosa desnudez de su esposa Nyssia, Florinda y don Rodrigo, enlazados bajo un naranjo, dan pretexto a la venida del moro, Carlos I y Bárbara de Blomberg se abrazan enamorados y orgullosos, presintiendo que ha de nacer quien venza en Lepanto, la desvergonzada Lozana se deja tentar por un canónigo a quien pide dineros, Felipe II se exalta mirando el ojo sano de la Éboli, el Burlador de Sevilla descansa en brazos de Tisbea, Felipe IV desciñe a la Calderona los cordones de un justillo, Luis XV se divierte en pintar a la Dubarry un lunar junto a la boca, Mirabeau besa el retrato de Sofía, Fernando VII hace cosquillas a , Rodolfo de Austria expira en brazos de María Véscera, y como síntesis de la dulce locura que a todos agitó, el gran Don Quijote muere resignado sin haber poseído jamás a Dulcinea.
Frasquita, espantada de tales improperios y aturdida por la estúpida pasividad de su esposo, dudó un momento entre arañar al infiel o agarrarse con la desvergonzada manceba, por fin, temerosa de que ésta la maltratase, se arrancó contra el estanquero, y a pellizcos y tirones de pelos, le levantó del suelo, vociferando:.
Me metí más adentro y les dije cuatro frescas pero bien dichas ¡bonito genio tengo yo! ¡Pues creerán ustedes que les saqué dinero! Pásmense, pásmense la más desvergonzada, la que me salió con la escoba fue a los dos días a mi casa a llevarme un napoleón.
Me han engañado, me han embaucado, no he puesto en la calle a esa moza desvergonzada, se han reído de mí y ha triunfado el infierno.
¡Ya lo creo que los llevaba! ¡Así llevase también alguna receta eficaz para servirse de ellos! Investido de autoridad omnímoda, Julián sentía en el fondo del alma una especie de compasión por la desvergonzada manceba y el hijo espurio.
¿Pues no lo he de comprender? ¿Soy estúpido acaso para no ver que esa desvergonzada huye de mí, y cada día tengo que cazarla como a una liebre? ¡Sólo está contenta entre los demás labriegos, con la hechicera que le trae y lleva chismes y recados a los mozos! A mí me detesta.
Instalado allí, alzó su cara desvergonzada y risueña, y tirando a Julián del chaleco, murmuró en tono suplicante:.
—¡La desvergonzada ha tenido un hijo!.
Poseíamos una prensa insolente y desvergonzada, cual no se ha visto nunca.
-¡Cuando estábamos en la procesión! ¡Qué escándalo! Esa niña desvergonzada.
—¿Qué ha de saber, desvergonzada, qué ha de saber? replicó Claudia.
¡Andad luego digo, churrillera, desvergonzada y embaidora!.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba