Ejemplos con desfachatez

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Estos individuos aspiraban a identificarse con la figura del perro, por la sencillez y desfachatez de la vida canina.
Marco Emilio Lépido fue nombrado por el Senado como nuevo gobernador de la provincia hispana, pero Polión, que pertenecía leal a los partidarios de César, resistió contra él y anunció en Corduba que no dejaría su provincia en manos de un Senado que había asesinado al único hombre que podría haber restaurado la República y encima tenían la desfachatez de llamarse republicanos.
Siendo González presidente de México, vivió con otra mujer en la casa que había pertenecido a doña Laura, quien ante tal desfachatez tuvo que aguantarse debido a que el Jefe del Ejecutivo no podía verse envuelto en un escándalo de tal magnitud.
Le envió Rosa tres billetes, y tuvo la desfachatez de devolvérselos con el precio justo, unas quince o veinte pesetas, y enviar luego a Valencia, por mano del arzobispo, una limosna de tres mil duros.
Mientras tanto, la carta de la reina Isabel vino a desbaratar todo lo hecho, y con su desfachatez sin igual, volvióse atrás Currita, dejando a la corte y al Gobierno burlados, y en las astas del toro a su marido.
Los olfatos más diestros en aquello de seguir la pista a un enredo pusiéronse al punto en movimiento, y a poco quedó averiguado que Jacobo había tenido la desfachatez de convidar al viejo duque, y el noble anciano el decoro de negarle la demanda.
Lo que no me explico es la desfachatez con que negáis haber recogido a vuestra hija.
-Hombre, sentiría que se escapara el bueno del consejero Bozmediano, que tuvo la desfachatez de decir en las Cortes que si el Gobierno no tenía a raya a los exaltados, peligraban la libertad y la Patria.
En tan gran número se habían juntado que ennegrecían el racimo de la palma o la penca donde se posaban, y lejos de asustarlas o hacerlas abandonar el puesto las pisadas de las caballerías o las voces alegres de los jinetes, eso mismo pareció aumentar su algarabía y desfachatez, expresada en las miradas de soslayo que lanzaban desde sus naturales alcándaras, cual si poseyeran inteligencia y quisieran burlarse de quienes no tenían alas para llegar hasta ellas.
No, no estaba segura de que su abnegación fuese buena siquiera, acaso era una desfachatez, la paz de su casa, el recato del hogar, lo decían con silencio solemne.
Se entregaba a sus amantes con una desfachatez ardiente que, después, pronto, se transformaba en iniciativa de bacanal, es más, en un furor infernal que inventaba delirios de fiebre, sueños del hachís realizados entre las brumas caliginosas de las horribles horas de arrebato enfermizo, casi epiléptico.
quedaban los números unos, infinitos, de la fortuna, que solían pasar delante: los números unos de la energía, de la audacia, del favor, de la gracia, de la malicia, de la desfachatez, de la hermosura física, de la moral, del amor, del crimen, de la salud, de la diligencia, de la oportunidad, de la casualidad.
Era nuevo ese capataz en la estancia e ignoraba todavía lo de la bombilla, pues, de otro modo, no se hubiera atrevido a mentir con semejante desfachatez.
Y cuando volvió la dueña, le declaró con toda desfachatez que, aunque conocía perfectamente que ella tenía para sí todo el derecho, se negaba a entregarle la cueva.
Llegado el quinto, como ellos no se retirasen de su puesto, parecióle a Jerjes que nacía aquella pertinacia de mera desfachatez y falta de juicio, y lleno de cólera envió contra ellos a los medos y Cisios, con la orden formal de que prendiesen a aquellos locos y se los presentasen vivos.
, pero siempre se suele dejar un camino abierto para que la mentira no choque demasiado de frente con el buen sentido, se tiene cuidado en no comprometer el nombre de personas determinadas, en una palabra: hasta reinando la mayor desfachatez se guardan siempre algunas consideraciones a la conciencia pública.
Topase en infolios de diverso linaje con cínica desfachatez, con la extravagancia divorciada del buen sentido, con el libido corruptor, el insuceso perverso, la improbidad, el vicio, el morbo del pecado y del crimen como trasuntos enflaquecidos de esta hora local y brutal que agoniza.
A mí ya me dio mala espina aquella desfachatez.
Y asustada de su desfachatez pensó todo el día en la aventura, sin vergüenza.
En cuanto al marido, no veía en tamaña desfachatez más que el sarcasmo terrible de la esposa ultrajada.
-Y si por alguien se ha creído que yo puedo fraternizar con el escándalo, aunarme con la desfachatez y adherirme a la orgía, protesto indignado, que a muy otra cosa he venido aquí.
Don Pompeyo se quedó mirando a Orgaz asombrado de su desfachatez, mientras consideraba el argumento de Foja.
El Magistral al entrar en estos salones y gabinetes suavizaba más sus modales suaves y con fácil elegancia, manejaba el manteo y plegaba la sotana y movía manos, ojos y cuello con una distinción profana que no llegaba nunca a la desfachatez del cura que reniega del pudor de los hábitos al pisar los palacios del gran mundo.
Fue una fuga de pasión, que por lo mismo importaba más que una flor insípida, y no era una desfachatez.
-Muchacho, muchacho, que te resbalas -advirtió el padre del deslenguado, que estaba presente y admiraba la desfachatez de su hijo, adquirida positivamente en Madrid, y muy a su costa.
«¡Qué desfachatez! Aquella joven ¿no consideraba que estaba casi desnuda?».
-¿Y eso qué, malicioso? ¿No ves que ese tío ha dejado a su sobrina la miseria de ciento cincuenta talegas, mientras aquellos padres han tenido la desfachatez de morirse ab intestato, por no tener de qué? ¿Qué menos ha de hacer doña Casilda que llorar unos días y vestirse seis meses de negro?.
Erraba él a lo largo del Camino de Cintura e iba pensando en idilios, con toda la augusta desfachatez de un poeta que fuera millonario.
A Bonis no se le habló de estos proyectos de socorro, primero, por la inveterada costumbre de no contar con él para nada, y después, porque tanto a Minghetti como a Emma se les ocurrió, sin comunicárselo, que era demasiada desfachatez y falta de aprensión tratar con Bonifacio de semejante negocio.
Emma, siguiendo el ejemplo de algunas otras casadas, que bailaban también, aceptó unos lanceros a que la invitó el presidente del Casino, y poco después bailó con Minghetti una polca íntima, género de desfachatez tolerada que empezaba entonces a hacer furor y no pocos estragos morales.

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