Ejemplos con desesperación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Contra lo que piensan y dicen las inteligencias superficiales, es más natural en el mozo ser inclinado al pesimismo y a la desesperación, que no en el hombre maduro, como lo prueban los suicidios, que la mayoría son de personas jóvenes.
Don Simón, acrecentando en cada uno prodigiosamente su caudal, sin duda por aquello de dinero llama dinero , doña Juana, sudando placer y vanidades por todos los poros de su cuerpo, y Julieta transformándose en una arrogante moza, desesperación de imberbes, codiciada de talludos y obsequiada de todos.
Apolonio se hubiera despeñado en la negra desesperación, a no estorbárselo, de una parte, la compañía habitual del señor Novillo, con que se distraía de los sombríos pensamientos y se le deparaba coyuntura de explayar la exuberancia del lastimado pecho, y de otra parte, más principalmente, el amor a la duquesa de Somavia, un amor cada día más exaltado, más puro, más imposible, más delicioso y novelesco.
“¡Salve, oh, tú, el más grande de los hombres, hijo predilecto de las Musas, foco de intensa luz que alumbrará a los mundos, salve! Loor a tu nombre, hermosa lumbrera, en cuyo derredor girarán en lo futuro mil inteligencias, admiradoras de tu gloria! ¡Salve, grandiosa obra de la mano del Potente, orgullo de las ESPAÑAS, flor la más hermosa que ciñe mis sienes, yo te saludo! ¡Tú eclipsarás las glorias de la antigüedad, tu nombre escrito en letras de oro en el templo de la Inmortalidad, será la desesperación de los demás ingenios! ¡Gigante poderoso, serás invencible! Colocado como soberbio monumento en medio de tu siglo, todas las miradas se encontrarán en tí.
Fuiste a vender tu cuerpo por el hambre y la desesperación, como van las hijas de los pobres.
No sabía qué era más penoso, si los martirios en la mazmorra del castillo lúgubre o los días de desesperación en las calles de poblaciones populosas, viendo las viandas y el oro tras el cristal de los escaparates, rodeado por el lujo y sintiendo girar su cabeza con el vahído del hambre.
En su desesperación quería hacer responsable a alguien de la desgracia, y se fijaba en los más altos de las Claverías.
La desesperación enfurecía a aquella mujer débil y enferma.
Algunas veces, la desesperación del dolor enardecía a la víctima, el cordero se volvía fiera, y antes de caer al suelo, gimoteando como un niño bajo la superioridad del número, se arrojaba sobre los verdugos, arañándolos, intentando morderles.
Las religiones fueron para él invenciones humanas, sometidas a las condiciones de existencia de todo organismo, con su infancia generosa, capaz de ciegos sacrificios, su virilidad absorbente y dominadora, en la que las antiguas dulzuras se convierten en imposiciones autoritarias del poder, y su vejez irremediable, con una lenta agonía que hace que el enfermo, adivinando su próximo fin, se agarre a la vida con el ansia de la desesperación.
¡Entonces sí que se consideró perdido irremisiblemente el pobre labrador! Con desesperación miró sus campos, que ya no podía cultivar, las hileras de frescas hortalizas, que la gente de la ciudad consumía con indiferencia, sin sospechar las angustias que su producción hace sufrir a un pobre padre en continua batalla con la tierra y la miseria.
Acababa de pasar frente a su barraca y había visto luces por la puerta abierta Luego había oído gritos de desesperación, el perro aullaba.
El perro rondaba el fúnebre catafalco, estirando el hocico, queriendo lamer las frías manecitas de cera, y prorrumpía en un lamento casi humano, un gemido de desesperación, que ponía nerviosas a las mujeres y hacía que persiguiesen a patadas a la pobre bestia.
¡A él! ¡á él! Otra vez volvió Batiste a oir aquel chapoteo de perro fugitivo, pero ahora con más fuerza, como si extremara la huída espoleado por la desesperación.
¡Eh! ¿Qué era aquello? Pero la extrañeza del joven duró muy poco, pues el señor Cuadros hablaba con la verbosidad de la desesperación.
Tan visible era su desesperación, que don Juan calló, compadecido de su hermana.
Miraba en torno de ella, y nada, ni un mal rayo de esperanza amortiguaba su desesperación.
Mueres representando la fortuna que se aleja de casa, el prestigio que se pierde, la altivez que se desvanece, y cuando salgas de ella a altas horas de la noche en sucio carro para ser conducido adonde te explotarán por última vez, convirtiendo tu piel en zapatos, tus huesos en botones y tu carne en abono fertilizante, por la puerta entreabierta entrará la pobreza, la desesperación de una miseria disimulada, y quién sabe si la deshonra, eterna compañera de los que se aferran tenazmente a las alturas de donde les arrojan.
Y para desesperación del pobre viejo, hacía la apología de la Bolsa.
Y él abajo, solo con su desesperación, pero sabría vengarse.
Le veía apoyado en la pared de enfrente, cerca del cafetín, de puntillas algunas veces para dominar mejor el agitado río de cabezas que en corriente interminable atravesaba la plazuela, y lanzando al balcón de Amparito miradas de inmensa desesperación, que ella ¡la ingrata! decía que eran de cordero degollado.
! , repetía la muchacha con acento de desesperación, saltando su voz sobre los trémolos del piano.
Pase usted, y verá cómo están las niñas durmiéndose en la sala, muriéndose de fastidio y desesperación.
Aquel gran filósofo no se entregó a la desesperación.
Las niñas vestidas de rosa o celeste que juegan a la rueda en el Prado y que parecen flores vivas que se han caído de los árboles, las pobrecitas que envuelven su cabeza en una toquilla agujereada, los que hacen sus primeros pinitos en la puerta de una tienda agarrándose a la pared, los que chupan el seno de sus madres mirando por el rabo del ojo a la persona que se acerca a curiosear, los pilletes que enredan en las calles o en el solar vacío arrojándose piedras y rompiéndose la ropa para desesperación de las madres, las nenas que en Carnaval se visten de chulas y se contonean con la mano clavada en la cintura, las que piden para la Cruz de Mayo, los talluditos que usan ya bastón y ganan premios en los colegios, y los que en las funciones de teatro por la tarde sueltan el grito en la escena más interesante, distrayendo a los actores y enfureciendo al público todos, en una palabra, le interesaban igualmente.
En la desesperación de su inevitable derrota, encontró aún la dama otro argumento.
Pero la mujer aquella con su aplastada cara japonesa, sabía mucho del mundo y de las pasiones humanas, tenía el corazón rebosando tolerancia y caridad, y sostenía esta tesis: que la privación absoluta de los apetitos alimentados por la costumbre más o menos viciosa, es el peor de los remedios, por engendrar la desesperación, y que para curar añejos defectos es conveniente permitirlos de vez en cuando con mucha medida.
Juan la siguió, temiendo que le acometiese un acceso de desesperación.
Levantose en actitud de desesperación y volvió a la inquietud delirante de sus paseos.
Iremos a pasar un ratodijo Moreno de una manera lúgubre, y a echarle a mi desesperación una hora de esparcimiento, como se le echa carne a una fiera para que no muerda.

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