Ejemplos con deseos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Es una debilidad disculpable, y más en el caso de Felicita, que, aunque acecinada, ama, la aman, pero no se le logra la satisfacción de sus deseos.
Respondiendo a los deseos del conde, mi abuelo optó por la carrera eclesiástica, en la cual, dado su natural despejo, mi padre llegaría, probablemente, a cardenal, pero mi padre no sentía afición a los cánones, y, sobre todo, el conde, que alardeaba de volteriano, dijo en seco que no.
Todas estas y otras análogas reflexiones se hicieron al instante sus acongojados padres, que al fin se decidieron a poner en el correo una carta, según la cual accedían de buena gana a los deseos de Julieta, con la condición de que ésta tornase pronto al paterno hogar.
Quédese usted con la vueltadijo don Celso, que mandaba hasta en los deseos del candidato.
Conque, hijos míos: dicho lo dicho, me largo a mis quehaceres, pero conste que no me he mezclado en vuestros asuntos hasta que lo habéis solicitado, y no dudéis que aquí o dondequiera que la fortuna os coloque, no han de faltaros mis pobres oraciones ni mis deseos de que Dios, autor y dispensador de toda felicidad, os la dé tan cumplida como duradera.
Quizá duerman en su corazón escondidos deseos, tanto más fogosos cuanto más contenidos, pero nunca asoman a la lengua.
Sus deseos para mí son un ukase imperial.
El joven posee deseos vastos, quiere poner orden y luz en las cosas, un orden suyo, a la luz que de su propio corazón dimane.
Y lo pensaba, no porque yo sintiera deseos, ni estuviese enamorado de mujer alguna, sino porque miraba y compadecía a mis compañeros.
Parecía una persona el pobre , Batiste, al recordar su mirada, sentía muchas veces deseos de llorar.
Hasta sintió deseos de acometer a aquella gente sólo por haberle exigido tal monstruosidad.
La muchacha, que en realidad era tan tímida como él, sentía sin embargo deseos de reirse de su turbación.
Era mejor contener sus deseos durante algunos meses, un año a lo más, dejar que su capital, volteando por la Bolsa, se agrandase como una bola de nieve, y cuando poseyera el tan esperado y respetable millón, hacer que la transformación fuese completa: gozar viendo cómo la pobre costurerilla se convertía, bajo la dirección de su vanidosa suegra, en señora elegante, con gran casa, carruaje y los demás adornos de la riqueza.
Y Teresa miraba ansiosamente a su altiva amiga al formular tales deseos.
Pero mi madrina la condesa, en vista de tan ardiente devoción, quería hacerme monja, y el otro día, las señoritas , recordando los deseos de su mamá, todavía me ofrecieron costearme el dote para que entrase en un convento.
El primo Rafael, amante rabioso de los placeres y obligado a reprimir sus deseos en la atmósfera de sórdida avaricia en que se había educado, lanzóse sin temor a saciar sus apetitos al verse dueño de la fortuna de su esposa.
Respeté, con gran dolor de mi alma, los deseos de la joven.
La resolución de usted los deseos de don Carlos.
Y hasta me ocurría que si mis deseos se realizaban, si un día me era dado llevar a Linilla al pie de los altares, Gabriela y don Carlos apadrinarían nuestra boda.
El corcovadito la aborrecía de muerte, como a todos cuantos se oponían a sus caprichos y deseos, y a la menor corrección la insultaba con dichos y palabras de taberna.
¿Será cierto que el dolor es el triste patrimonio de la mísera humanidad? ¿Será cierto que no es posible la realización de nuestros más nobles deseos? Malógrense enhorabuena los planes del malvado, disípense como la niebla los proyectos del perverso, pero ¿por qué han de ser inútiles y vanos todos los pensamientos generosos, todas las desinteresadas aspiraciones de la juventud? ¿Será cierto que la maldad nos acecha por todas partes? ¿Será verdad que el vicio se disfraza con el blanco traje de la virtud, y que la flor más bella está comida de gusanos? ¿Si es una verdadera miseria vivir en la tierra, no es mejor morir cuando no hemos probado aún las amarguras de la vida?.
¡Odio, odio terrible, deseos insaciables de venganza, que era preciso satisfacer! Las pasiones más horrendas se agitaban en mi alma, las tinieblas del mal se agrupaban en torno mío, y al entornar los ojos percibía yo fulgores rojizos, relámpagos de sangre.
Hasta entonces, fuera porque eso halagaba mis deseos, fuera porque la carta del P.
Pero hasta allá no iban mis deseos sino vagamente.
Ella se adelantó a mis deseos, y una tarde, sentada al pie del naranjo, mientras disponía sobre sus rodillas un haz de violetas, separando las que estaban marchitas y comidas de gusanos, cercenándoles el tallo y hacinándolas en grupos, me dijo:.
A nadie contrariaba, con nadie reñía, tenía el talento de saber callar, siempre temeroso de que le conocieran, empeñado en ser un arcano para todos, sonriendo, poniendo paz, tratando de conciliar sus deseos y sus malas pasiones con los preceptos de la moral más severa, el cumplimiento de la ley divina con la utilidad y conveniencia propias.
La mimaba, todos sus deseos eran mandatos para Angelina, y sufría resignada desagrados y reprensiones, el mal humor caprichoso de los enfermos, que de nada están contentos, y que se impacientan sin motivo.
Pero éstos no hicieron relaciones con nadie, mejor dicho: los villaverdinos no correspondieron a los deseos de la señora y señorita Fernández.
Me atendía y me servía como una hermana cariñosa al chicuelo preferido, dispuesta a satisfacer todos mis deseos y caprichos, adivinándome el pensamiento.
Cuando la familia vino a menos, y mis tías no pudieron ya retribuir sus servicios, Andrés, más por ser útil a nosotros que por deseos de medro, nos dejó y fué a establecerse en un pueblo cercano.

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