Ejemplos con desengáñate

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desengáñate, Manolo: aquí no hay más cronista popular que , ni más poetisa que la.
En fin, Pepe, que no le quieren en casa, desengáñate.
Desengáñate: él piensa en sus devociones, en sus libros, en sus estudios, en las obras que escribe, y nada se le importa de que estés casada o de que estés soltera.
Niña: ven a platicar conmigo, mañana te vas, y acaso no volverás a verme, porque, desengáñate, hija, ¡mi mal no tiene remedio! El doctor dice que nervios, ¡pero yo no creo nada de eso! El mejor día sabrás que me he muerto.
¿Cómo ha de aprender a evitarlo, si lo presentan a sus ojos con el encanto de lo prohibido por aliciente, con el incentivo de la curiosidad por guía y el aguijón de la edad por cómplice? Desengáñate, Tirso, no es este momento de que intentemos convencernos mutuamente, más no se le debe despertar la malicia a quien, como ella, la tiene adormecida, que sus impulsos no los sofoca luego nadie.
Desengáñate, nuestro amor tiene que ser una novela muy corta, ridícula para contada, triste para nosotros, únicos que hemos de tomarla en serio.
Desengáñate, hijo, los hombres del Gobierno, los jueces, los consejeros, los ministros, forman hoy una especie de retablo, donde mil vistosos personajes accionan y se mueven con las apariencias de la vida.
Desengáñate, mujer: bonitura, amor, cariño, constancia, nada sujeta a los blancos.
En fin, Pepe, que no le quieren en casa, desengáñate.
Desengáñate: a los que van.
Desengáñate, Eldifonsa: si quieres aprovechar la ganga que se te ofrece, no solamente no has de decir una palabra sobre el asunto a tu familia ni a tus amos, y has de guardar el secreto hasta en sueños, sino que has de obedecer ciegamente, en todo lo que te ordene, a la persona que te busca.
¡Bah!, ¡pues no faltaba más! Y esto tratándose de viajes de urgencia, porque en cuanto a expediciones de placer, a baños y otras por el estilo, desengáñate, Antón, siempre dirá el carro de bueyes: «aquí estoy yo para in sécula seculorum».
-Desengáñate, Pepe, lo que yo te digo es el Evangelio, cuando el río suena.
-Desengáñate, tonto -decía mientras la niña, debajo de la mesa, arrancaba las patas de las sillitas para metérselas por los ojos al buey de cartón-, las prohibiciones, impidiendo el desarrollo, encanijan física y moralmente a los niños.
Desengáñate, hijo.
Desengáñate, Manolo: aquí no hay más cronista popular que Perico el Ciego, ni más poetisa que la Ciega de Manzanares.
Ella contestó: ¡Ah hijo mío, desengáñate! ¡Esos persas son unos miserables, unos seductores! ¡Y su ciencia es la alquimia! ¡Y sólo Alah sabe las asechanzas que traman en la negrura de su alma, y el número de estratagemas de que se valen para despojar a la gente!.
-Desengáñate, Bastián: lo grave del suceso que te he referido como si estuviera ocurriendo, sería sólo para mi conciencia, porque fui tan temerario que puse la liebre junto al sabueso, sabiendo lo que son tentaciones del demonio.
-No te me enfades, papá -respondió Petrilla con una sonrisa, y un acento, y un caer de ojos que pellizcaban,- porque no vale la pena, pero desengáñate: ese Sancho.
Desengáñate, el vizconde no busca los triunfos sino por el escándalo, y le importa poco que existan con tal de que el público los acepte como hechos consumados.
Desengáñate, Ramón: la vida que tú haces en el pueblo no es la más a propósito para comprender la del gran mundo.
-¡Para el demonio que te escuchara entonces! Desengáñate, Pablo: por muchas vueltas que des a esas pinturas, no pasan de hojarasca, y, en substancia, haraganería pura.
Y el día que el dinero de don Gonzalo o la palabrería de Lucas quisieran reclamar para ellos el vecindario de Coteruco, ¿qué han de poder contra nosotros, que hemos sido capaces de arrancársele a don Román, que tiene dinero, talento y corazón para medio mundo? Desengáñate, Gildo: onde quiera que a ti y a mí se nos ponga, al trunfar la que se está armando, siempre seremos los amos de Coteruco.
-Desengáñate, Magdalena: los años son grandes maestros, yo tengo algunos sobre mi vida, y me han enseñado mucho.
Cuando la mujer del síndico oyó tan agresivas palabras, vió la luz convertirse ante sus ojos en tinieblas, Y con el acento más agrio que le pudo dar la ira, gritó a su esposo el síndico: ¡Ah viejo helado! ¡Perfúmate la boca para hablar conmigo! ¡El nombre de Alah sobre mí y a mí alrededor! ¡Guárdeme de toda fealdad y falsa imputación! ¿Crees que de los dos soy yo la culpable? ¡Desengáñate, infeliz viejo! ¡Échate la culpa a ti y a tus fríos compañones! ¡Por Alah! ¡Tus compañones están fríos y segregan un líquido demasiado claro y sin vigor! ¡Ve a comprar algo con que espesar y calentar su jugo! ¡Y entonces verás si mi fruta está llena de buena semilla o es estéril!.
Luego le dijo: ¿Cómo, hermano Marzauán, crees también en mi locura, como todos los demás? ¡Ah! ¡Desengáñate, Marzauán! ¿No sabes lo que dijo el poeta? Oye estas palabras, y reflexiona después sobre su alcance:.
Entonces, cuando me disponía a marcharme, se acercó a mí maliciosamente, y me dijo: ¿Adónde vas? ¿Crees que la puerta de salida está abierta como la puerta de entrada? ¡Desengáñate, Aziz! ¡Y sobre todo, no me confundas con la hija de Dalila la Taimada! ¡Apresúrate a alejar ese injurioso pensamiento! ¡Recuerda que estás unido legítimamente conmigo mediante un contrato, confirmado por la Sunna!.
Desengáñate, Gedeón: ni tú ni yo hemos nacido para lidiar con la prosa de la vida doméstica, ni tenemos necesidad de intentarlo siquiera.
-Desengáñate, hermana.

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