Ejemplos con desengañadoras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

exclamaba Virgilio en su hermosísimo idioma para dar idea de ese mundo de melancolías en que se cierne el espíritu, recordando tiempos que huyeron, a presencia de los mudos objetos que fueron testigos de risueños planes y desengañadoras alegrías.
Y por esta causa hubo esta noche más gente que la pasada, que unos a la fama de la hermosa esclava, que ya se había transformado en señora, y otros, por la hermosura de las damas convidadas, por gozar de la novedad, venían, aunque no sé si muy gustosos, por estar prevenidos de que las desengañadoras, armadas de comparaciones y casos portentosos, tenían publicada la guerra contra los hombres, si bien ellos viven tan exentos de leyes, que no las conocen si no son a sabor de su gusto.
Mas también imagino que a las desengañadoras no se les daba mucho, que diciendo verdades, no hay que temer, pues pueden poner falta en lo hablado, tanto en verso como en prosa, mas en la misma verdad no puede haber falta, como lo dijo Cristo, nuestro Señor, cuando dijo: «Si verdad os digo.
Salieron las desengañadoras siguiendo a Lisis, que traía de la mano a doña Isabel, muy ricamente vestidas y aderezadas, y muy bien prendidas, y con tantas joyas, que parecía cada una un sol con muchos soles, y más doña Isabel, que habiendo renunciado el hábito morisco, pues ya no era necesario, su aderezo era costosísimo, tanto, que no se podía juzgar qué daba más resplandores: su hermoso rostro o sus ricas joyas, que esta noche hizo alarde de las que la pasada había dicho tenía reservadas para los gastos de su religión.
Y tomando de más atrás el apoyar esta verdad, no me podrán negar los hombres que en las antigüedades no ha habido mujeres muy celebradas, que eso fuera negar las innumerables santas de quien la Iglesia canta: tantas mártires, tantas vírgenes, tantas viudas y continentes, tantas que han muerto y padecido en la crueldad de los hombres, que si esto no fuera así, poco paño hubieran tenido estas damas desengañadoras en qué cortar sus desengaños, todos tan verdaderos como la misma verdad, tanto, que les debe muy poco la fábula, pues, hasta para hermosear, no han tenido necesidad de ella.

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