Ejemplos con desbandaron

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las fuerzas del Ponto se desbandaron, y la batalla se convirtió en una inmensa matanza.
Atila se replegó más allá de sus fronteras y sus aliados se desbandaron.
Pack atacó el campamento de Elío y las tropas españolas se desbandaron abandonando muchos armamentos.
, estalló la guerra contra los cartagineses, en la que Leptines tomó parte activa y dirigió el ala derecha del ejército siracusano en la batalla de Cronion, en la que dio muestras de gran valor, pero murió en el combate y sus hombres se desbandaron.
Tras la caída del comunismo, la mayoría de los Rocket Red se desbandaron, pero Dimitri solía vestir su armadura en ocasiones para luchar contra las injusticias.
Los riojanos, que aún admiraban a Peñaloza, se negaron a obedecerle y se desbandaron.
Los rusos se desbandaron por el otro lado de la loma, dirigiéndose hacia aquel caserío que a lo lejos clarea a la luz de la luna y que no es otro que el castillo de Austerlitz.
Pero todos los niños replicaron: ¡No, por Alah! ¡El visir no es tu padre! Y Agib gritó enfurecido: ¡Alah os confunda! ¡El visir es mi padre! Pero los niños comenzaron a reírse y a palmotear, y le volvieron la espalda, gritando: Vete, vete! ¡No sabes cómo se llama tu padre! ¡Chamseddin no es tu padre, sino tu abuelo, el padre de tu madre! ¡No jugarás con nosotros! Y los niños se desbandaron, riendo a carcajadas.
Multitud de negras rebusconas de ''achuras'', como los caranchos de presa, se desbandaron por la ciudad como otras tantas arpías prontas a devorar cuanto hallaran comible.
Se desbandaron los Morales, repartiéndose las haciendas y saliendo, cada cual por su lado, a buscarse la vida.
Vencidos los primeros, se desbandaron todos y Plutarco huyó.
Siguiendo su heroico ejemplo, sus gentes se desbandaron tumultuosamente.
Al principio, Mitridates, con ochocientos caballos, se había abierto paso por entre los Romanos, poniéndose en retirada, pero a poco se le desbandaron todos los demás, quedándose con tres solos, entre los que se hallaba la concubina Hipsícrates, que siempre se había mostrado varonil y arrojada, tanto, que por esta causa el rey la llamaba Hipsícrates.
Los ociosos hospederos apagaron entonces sus hornillos y fogatas, requirieron las improductivas cacerolas, y se desbandaron también hacia sus cuarteles de invierno, cruzándose quizás en el camino éstos y los otros con los nativos de la ciudad, que tornaban a ella cansados de la vida campestre en las aldeas circunvecinas.

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