Ejemplos con desalientos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Poseía uno de los intelectos más autorizados de su tiempo, o quizás de cualquiera, y a pesar de todas las desventajas y desalientos que sufrió, hizo muchos descubrimientos y acercó muchos otros.
Esa evolución es incipiente sin duda: en comparación de nuestro estado anterior al último tercio del pasado siglo, el camino recorrido es inmenso, y aun en comparación del camino recorrido en el mismo lapso por nuestros vecinos, y ése debe ser virilmente nuestro punto de mira y referencia perpetua, sin ilusiones, que serían mortales, pero sin desalientos, que serían cobardes, nuestro progreso ha dejado de ser insignificante.
En su informe militar se lee: Actividad ejemplar, batallador, serenidad de mente, no toma en cuenta los desalientos, celoso, regular en el cumplimiento del deber, primero en cualquier empresa que requiera trabajo y arrojo.
Aquellos animales estaban armados para la vida, podían mantenerse por su propia fuerza, sin conocer los desalientos, las humillaciones y las tristezas que le afligían a él.
Leían los nombres ¡Tampoco estaba allí! Y seguían adelante por el rudo camino de esperanzas y desalientos.
Figúrese las decepciones y desalientos que sufriría durante ocho años, cuando monarcas y ministros, ocupados en guerras inmediatas, no podían escucharle.
Ponga el lector entre este cuadro y el que antecede todo el tiempo que más le plazca, que, por mucho que sea, holgado le viene el sitio, y llénele de tristezas, cansancios, desalientos y fastidios para Gedeón, agobiado ya por el peso de Solita, huyendo de su presencia como el diablo de la cruz, y sin hallar dentro de su casa ocupación que le distraiga, ni fuera de ella espectáculo que le seduzca.
El estado presente de nuestra cultura, incierto y un tanto enfermizo, con desalientos y suspicacias de enfermo de aprensión, nos impone la crítica afirmativa, consistente en hablar de lo creemos bueno, guardándonos el juicio desfavorable de los errores, desaciertos y tonterías.
¡Cuánto más alegre la miserable choza entre laureles y zarzas, con el becerrillo atado al tosco pesebre y una pollada picoteando en las goteras del corral, que el silencioso palación de abolengo, con las cuadras enjutas y encanecidas por desuso, y el pajar en esqueleto! La primera es la vida risueña, que no está reñida con la pobreza, el segundo es la muerte, o, cuando menos, la decrepitud con todos sus achaques, tristezas y desalientos.
De muy distinto modo lo veía su hija, que, aun sin lo advertido por los doctores de Spá, tenía en su buen entendimiento la luz necesaria para no engañarse, y con esto, y con la evidencia de que el estado de su madre era gravísimo, también, con las tristes deducciones que le resultaban de estas innegables premisas, la relativa soledad en que se encontraba en Madrid, a donde los apuntados sucesos la habían obligado a volver antes de lo calculado, y, por consiguiente, hallándose todavía rodando fuera de la patria todos los amigos de «su mundo», la negrura de los espacios a que la condujeron sus cavilaciones pertinaces, y, ¿por qué negarlo?, hasta la ausencia del único hombre de fuste que en aquel caso pudiera ser para ella un prudente consejero, y cuanto en este hilo de su discurso fue ensartando la mano de Satanás, porque otra más honrada no podía complacerse en hacer un rosario tan largo y de tan fríos desalientos, llegó a apoderarse de la infeliz una verdadera melancolía, siendo muy de notar que antes se le aumentaba que se le disminuía con los cálculos risueños y los propósitos mundanos, que eran los temas exclusivos de la conversación de los convalecientes con ella.
Dulce, casta, grave, instruida, modesta, paciente y amorosa, trabajando en lo que es útil, pensando en lo que es elevado, sintiendo lo que es santo, dando parte en las cosas del corazón a la inteligencia del hombre, y en las cuestiones del entendimiento a la sensibilidad femenina, alimentando el fuego sagrado de la religión y del amor, presentando en esa Babel de aspiraciones, dudas y desalientos el intérprete que todos comprenden, la caridad, oponiendo al misterio la fe, la resignación al dolor, y a la desventura la esperanza, llevando el sentimiento a la resolución de los problemas sociales, que nunca, jamás, se resolverán con la razón sola: tal es la mujer como la comprendemos, tal es la mujer del porvenir.
Uno de los desalientos que postran al amor y cortan sus vuelos en busca de lo infinito, es el convencimiento de que las mismas impresiones resuenan de un modo diferente en cada alma, puesto que las almas rara vez vibran al unísono.
y su alma en precoces desalientos, otoña.
¡Yo sí que caí entonces despeñado en el más triste de los desalientos!.
Notaba Carmen estos mis desalientos, y me dijo una vez:.
Parecía un seminarista que volvía a su aldea cargado de desalientos.
desalientos, que, como crueles bandoleros, le asaltarán en su camino para robarle los tesoros.
Lo que no esperaba es que llegaran sus desalientos al extremo a que, por lo visto, han llegado.
mismos esfuerzos y de los mismos desalientos de la víspera.

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