Ejemplos con desalienta

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El reglamento desalienta el uso de ropa de tipo militar o camuflaje, justamente para poner distancia con sus orígenes marciales.
Actualmente tiene preparados varios guiones de largometraje en distintos géneros y su afiebrada imaginación no descansa ni se desalienta, pues está firmemente convencido de la verdad del refrán: A Dios rogando y con el mazo dando.
También hay que señalar que en países como China, el gobierno desalienta la religión, y en países como Irán, el estado tiene e impone su religión oficial, por lo que el número podría no ser del todo preciso.
Esa fuerza de voluntad, que da valor en el combate y fortaleza en el sufrimiento, que triunfa de todas las resistencias, que no retrocede por ningún obstáculo, que no se desalienta con el mal éxito ni se quebranta con los choques más rudos, esa voluntad, que, según la oportunidad del momento, es fuego abrasador o frialdad aterradora, que, según conviene, pinta en el rostro formidable tempestad o una serenidad todavía más formidable, esa gran fuerza de voluntad, que es hoy lo que era ayer, que será mañana lo que es hoy, esa gran fuerza de voluntad, sin la que no es posible llevar a cabo arduas empresas que exijan dilatado tiempo, que es uno de los caracteres distintivos de los hombres que más se han señalado en los fastos de la humanidad, de los hombres que viven en los monumentos que han levantado o en las instituciones que han establecido, en las revoluciones que han hecho o en los diques con que las han contenido, esa gran fuerza de voluntad que poseían los grandes conquistadores, los jefes de sectas, los descubridores de nuevos mundos, los inventores que consumieron su vida en busca de su invento, los políticos que con mano de hierro amoldaron la sociedad a una nueva forma, imprimiéndole un sello que después de largos siglos no se ha cerrado aún, esa fuerza de voluntad que hace de un humilde fraile un gran papa en Sixto V, un gran regente en Cisneros, esa fuerza de voluntad que, cual muro de bronce, detiene el protestantismo en la cumbre del Pirineo, que arroja sobre la Inglaterra una armada gigantesca y escucha impasible la nueva de su pérdida, que somete el Portugal, vence en San Quintín, levanta El Escorial y que en el sombrío ángulo del monasterio contempla con ojos serenos la muerte cercana mientras.
La mujer de espíritu poético se penetra demasiado de lo ideal, y cuando llega a formarse un culto del sentimiento, sobreviene la realidad que la desalienta y aniquila moralmente.

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