Ejemplos con desahogos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Durante esta jornada se conmemora el día en que los esclavos de origen africano tenían libre para dar rienda suelta a sus desahogos lúdicos y la gente juega y baila en las calles y en los lugares publicos de jolgorio a pintarse de negro, usando cremas cosméticas elaboradas con ese fin, aunque también se recurre a betunes y otras pinturas siliconadas de color negro.
Uno de sus desahogos favoritos era encresparse la melena blanca, que debiera ser albo nimbo de su ancianidad.
No te imagines que éstos son solamente desahogos de café.
En los rincones de las callejuelas, un verso latino grabado en el muro rogaba al transeúnte que se abstuviese de sucios desahogos.
Pero los indianos tenían la piel muy dura y despreciaban tales desahogos.
El mucho tiempo que pasaban juntos convidaba también a éstos desahogos.
El más nutrido destacamento fue a parar a la Puerta del Sol, irradiando su ardor patriótico con vítores, cánticos, músicas y desahogos inocentes, sin molestar a nadie ni llegar a las tonalidades demagógicas.
La vieja estaba acostumbrada a los desahogos de su carácter.
Estos desahogos de un alma prisionera, asomándose a la reja para platicar con los transeúntes libres, que libres y dichosos eran a su parecer todos los seres que venían de la Mancha, calmaban la tristeza de la pobre señora.
Muchos sostenían que la preponderancia de la casa sobre las otras tabernas de la huerta se debía a estos asombrosos adornos, y maldecía las moscas que empañaban tanta hermosura con el negro punteado de sus desahogos.
El médico montaba en Júpiter, sacaba a relucir sus argumentos en forma, su ciencia de seminarista, y, por último, a los desahogos de Sarmiento contestaba con dicterios.
Las palabras de los jóvenes, aquellos desahogos de un amor tranquilo, le alegraban, y su fantasía poblaba de imágenes las muertas retinas.
Oyó en calma los desahogos de su tía.
La índole de tan sagrada institucióndiscurría Juliánes opuesta a impúdicos extremos y arrebatos, a romancescos y necios desahogos, ardientes y roncos arrullos de tórtola , por eso alguna vez que el esposo se deslizaba a familiaridades más despóticas que tiernas, parecíale al capellán que la esposa sufría mucho, herida en su cándida modestia, en su decente compostura, figurábasele que la caída de sus párpados, su encendimiento, su silencio, eran muda protesta contra libertades impropias del honesto trato conyugal.
Adquirió un valor moral que rara vez nace y crece en el teatro de la dicha, y al mismo tiempo todos sus actos, lo mismo que su lenguaje y modales, adquirieron un sello de seriedad algo torva, favoreciendo en él el ejercicio de una cualidad innata de su espíritu, que en los desahogos íntimos de su ambición sintetizaba esta palabra: mandar.
Después de estos desahogos, cae el telón, y cada uno se va por donde ha venido.
Como la enferma no estaba muy segura de padecer todos los males de que se quejaba, temerosa muchas veces de que las pócimas recetadas no fuesen necesarias dentro del estómago y acaso sí perjudiciales, prefería por regla general el uso externo, con lo cual se aumentaban las fatigas del cónyuge curandero, porque todo se volvía untar y frotar el cuerpo delgaducho y quebradizo, quejumbroso y desvencijado, de su media naranja o medio limón, como él la llamaba para sus adentros, porque los desahogos de Bonis eran de uso interno, al contrario de lo que sucedía con las medicinas de su mujer.
Pero estos comentarios y desahogos, y otros por el estilo, no los oía Emma, ella veía a la envidia, no la oía, veía sus ojos brillantes, sus sonrisas tristes, sus éxtasis sinceros y melancólicos en la cara de las incautas, que no sabían disimular siquiera, y se quedaban como Santas Teresas arrobadas en la meditación y el amor del pesar del bien ajeno.
Después que hubieron pasado los primeros desahogos del verdadero dolor de Enriqueta, y la parte de farsa que había en el de su madre, disponíase aquélla a dirigirle la palabra, cuando entró una doncella a decir que «el señor» esperaba en su gabinete a la señorita.
Y el loco retintín de los panderos, el sonoro tableteo de las castañuelas, los desahogos de entusiasmo arreciaban, ensordecedores, mientras la casi paralítica sor Consolación, con su voz cascada y feble, no podía hacerse oír, al reprender:.
De estos desahogos no pasaba.
¡Así es que no me entrego a tales desahogos más que cuando sé que está muy lejos y tengo la seguridad de hallarme solo!.
Fue el caso que Lucas, habiéndose encaminado a la ciudad, tuvo que presenciar en ella, tras de muchos y muy entretenidos desahogos populares, como romper símbolos coronados, tiznar las paredes de ciertos edificios con letreros rimbombantes, desarmar policías, y lo demás de rúbrica, sangrientos y desaforados combates entre griegos que atacaban y troyanos que se resistían, vio luego a éstos abandonar el campo, arrollados por los otros, y como él era de los primeros, aunque no en lo de batirse, pensó que se volcaba la tortilla de sus ilusiones, temió que los vencedores le echaran la zarpa, y loco, desalentado, huyó a campo travieso, como liebre acosada por galgos.
Tras éstos y otros parecidos desahogos, los hierofantes del balcón se retiraron a saborear un agasajo que ellos mismos se habían preparado en el salón de sesiones, y la compacta masa de abajo se fue disgregando poco a poco y medio atolondrada, como si acabara de recibir una paliza, y no el bautismo de su redención política.
Le daría el asunto para mucho más de lo que se necesitaba, y ocasión de nuevos desahogos de la bilis que aún le abrasaba.
» Con semejantes desahogos probaba el buen caballerizo, si no su agudeza, por lo menos su buen corazón y sin duda todos ellos sonaban entre sus dientes cuando tan mohíno caminaba para Villabuena.
Al llegar de Roma diez mensajeros, restituyó a los Macedonios su tierra y sus ciudades libres e independientes, mas con el tributo a favor de Roma de cien talentos, menos de la mitad de aquello con que contribuían a los reyes, ordenó espectáculos y juegos de todas especies y sacrificios a los Dioses, y dio cenas y banquetes, gastando con profusión de la despensa real, pero en el orden y aparato, en las salutaciones y demás cumplidos, en la distribución del lugar y honor que a cada uno le era debido, manifestó un conocimiento tan diligente y cuidadoso, que se maravillaron los Griegos de que para tales desahogos no le faltase atención, sino que, con ejecutar tan grandes hazañas, aun las cosas pequeñas las pusiese tan en su punto.
Hallábase entonces en los ochenta años de edad o poco menos, y no estando en disposición de conducir por sí los ejércitos, más por la gran mole y pesadez de su cuerpo que por la vejez se valía del hijo, que por su buena suerte y por su pericia administraba perfectamente los mayores negocios, no incomodándole su lujo, su profusión y sus festines, porque si bien en tiempo de paz se excedía en estos desahogos, entregándose en el ocio a los placeres sin cuenta ni reparo, en la guerra estaba tan vigilante y despierto como los más sobrios por carácter.
¡Nobles desahogos de almas aparte, protegidos contra la crítica grosera por una discreta y perfumada penumbra! Todo iba bien, cuando de pronto, gracias a una distracción de la señora de roha, su nombre rodó de boca en boca, algunas no muy limpias, y París entero soltó una inmensa carcajada.
—Allá va —gritó una voz ronca, interrumpiendo aquellos desahogos de la cobardía feroz—.

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