Ejemplos con deponiendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Arrendondo invadió la provincia de Mendoza, derrotando a sus milicias en la primera batalla de Santa Rosa y deponiendo al gobernador Emilio Civit.
Un ejército mandando por el coronel Rivas iba avanzando hacia el interior, deponiendo a los gobiernos federales, de modo que Saá y Carlos Rodríguez escaparon a Chile.
Algunas semanas más tarde, el ejército de Mitre avanzó hacia el interior, deponiendo al gobernador de Santa Fe y masacrando a las fuerzas federales en Cañada de Gómez, el avance no se detendría hasta dominar todo el interior del país, lo que llevaría a la deposición de ocho gobernadores legítimamente electos.
Ovidio dice así sobre el mito en el libro X de Las metamorfosis: Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo.
Barbarroja, Almirante otomano, se apodera de Túnez, deponiendo a Muley Hassan, vasallo de España.
Ese mismo año, Ramírez avanzó sobre la provincia de Corrientes, deponiendo al gobernador enviado por el Directorio.
Los aliados Bizantinos de la fuerza de la cuarta cruzada invadieron la ciudad, deponiendo al emperador y eligiendo a un rey de su propio grupo.
Sin embargo, Dagoberto consiguió convencer al Papa de su inocencia, y fue repuesto como Patriarca, deponiendo rápidamente a Eremaro.
El cabildo asumió el gobierno local deponiendo en forma relativamente pacífica a Dupuy, el delegado de Luzuriaga, y fue nombrado gobernador el alcalde José Santos Ortiz, un rico y culto hacendado.
El gobierno tardó bastante en reaccionar, y lo hizo deponiendo a Díaz Colodrero.
Al final Madre Ángela Serafina terminó deponiendo a la maestra y poniendo en su lugar a Isabel Astorch, su hermana.
-Está bien, por más que en la ocasión presente varíe de especie el asunto, pero ¿qué importa todo ello? mientras que se trata de alucinar a mis súbditos con esos criminales sofismas de la hipocresía y de la impostura, al paso que se logra sorprender su buena fe con esos ridículos argumentos disolventes, que tal vez deslumbran a mi pueblo y arrancan a una parte de sus miembros un voto de aquiescencia, yo, Alfonso de León, me presento solo, desarmado, tranquilo, con la justicia de mi causa, que es la de Dios, y esas huestes de forajidos, a quienes se ofrece a cambio de sus mercenarios servicios una indulgencia culpable, un pedazo de pan y una latitud sin límites a sus rapiñas y desafueros, yo, repito, me presento a esas turbas indisciplinadas e indómitas, las cuales, aunque estén formadas en guisa de combate, ciegan al esplendor de mi rostro, vacilan cuando menos, y a una señal de mando que les dirijo, me obedecen al punto, acuden como ovejas descarriadas a implorar mi perdón, y deponiendo sus armas, regresan, ellos, fieras salvajes, a encerrarse pacíficamente en el redil que mi clemencia les prepara.
-Ya me hago cargo, mi señor don Roque -díjole el otro, deponiendo algo su gravedad,- pero considere usted, para disculparme, que los hombres de seso y fuste, cuando somos llamados a entender en negocios de importancia, estamos obligados a decir nuestro leal parecer, duela o no duela.
Así es que en medio de aquella misma aristocracia feudal, tan impertinente y brusca, brotó este incomprensible pimpollo, tipo clásico de la mujer coqueta, pero en cuyo corazón impresionable y nervioso, reblandecido y accesible siempre a cualquier género de afecciones, germinaba un fondo de virtud rústicamente concentrada, y que solo faltaba explotarla como el diamante perdido en las entrañas del pedernal, que solo espera el instrumento del lapidario para lucir su brillantez y valor nativos, deponiendo la materia vil que lo comprime.
-Es ella, ¿no es verdad? -repitió el Boticario entonces, deponiendo la desconfianza a esta señal-, ¡bien la conocí!.
Existe allí el templo de una diosa guerrera que puede presumirse sea Minerva, y el que ha de ser iniciado debe entrar en él y, deponiendo la estola propia, vestirse la que llevaba Ciro el Mayor antes de ser rey, comer pan de higos, tragar terebinto y beberse un vaso de leche agria.
Declararon además contra Clodio muchos de los primeros y mejores ciudadanos, deponiendo de sus perjurios, de sus suplantaciones de testamentos, de sus sobornos y de sus adulterios.
Porque los desterrados habían acudido a él y al punto se habían metido en la ciudad, y con los forasteros y los notados de infamia que se les agregaron se reunió una junta numerosa y desordenada, en la que, deponiendo del mando a Foción, eligieron otros generales, y a no haber sido porque, dirigiéndose Alejandro solo a hablar con Nicanor al pie de la muralla, fue visto, y porque, habiéndolo ejecutado repetidas veces, dio ocasión a que sospechasen los Atenienses, no hubiera evitado la ciudad aquel peligro.
Pero Marcio presente fue condenado por los Romanos, y presente le acabaron los Volscos: verdad es que fue injusta y abominablemente, mas él mismo les dio armas con que defenderse, por cuanto no habiendo admitido la paz propuesta públicamente, cedió a particulares ruegos de unas mujeres, no deponiendo la enemistad, sino malogrando y destruyendo la sazón oportuna de la guerra que quedó pendiente, pues hubiera sido razón que se hubiese puesto de acuerdo con los que de él se fiaron, si de la justicia que les era debida hubiese hecho alguna cuenta.
Concitó y sublevó contra él a otros muchos y le intimó que diera cuentas a los Volscos, deponiendo el mando.
Pasado que fue el plazo, como se presentase otra vez Marcio con todas sus fuerzas, enviáronle segunda legación, rogándole que depusiese el enojo, y, retirando a los Volscos del territorio romano, hiciera y propusiera lo que juzgase convendría más a ambos pueblos: en el concepto de que por miedo nada cederían los Romanos: mas si entendía que en alguna cosa pudiera tenerse condescendencia con los Volscos, todo se les otorgaría, deponiendo las armas.
Mas éste, luego que en uso de su autoridad eligió los que le faltaban y completó el Senado, deponiendo en el mismo día las fasces y sustrayéndose a los que le acompañaban, se metió y confundió con la muchedumbre, y para tratar y arreglar un negocio propio suyo volvió a la plaza como un particular.
Además, queriendo desde luego Fabio mostrar lo grande y esplendoroso de aquella dignidad para tener más sumisos y obedientes a los ciudadanos, salió en público, llevando ante sí veinticuatro fasces, y como viniese hacia él el otro de los cónsules, le envió un lictor con la orden de que despidiese las fasces, y deponiendo todas las insignias del mando, viniera como un particular adonde estaba, En seguida, tomando de los dioses el mejor principio, y dando a entender al pueblo que el general, por olvido y desprecio de las cosas divinas y no por falta de sus soldados, había incurrido en aquella ruina, le exhortó a que no temiese a los enemigos con aplacar y venerar a los dioses, no porque pensase en fomentar la superstición, sino con la mira de alentar con la piedad el valor, y de quitar y templar, con la esperanza puesta en los dioses, el miedo de los enemigos.
Dícese que Numa los sujetó echando vino y miel en una fuente donde solían beber, que después de sujetos mudaron diversas formas, deponiendo la de su naturaleza y tomando extrañas apariencias, espantosas a quien las veía, y que cuando se convencieron de que estaban cautivos con prisión fuerte e inevitable, predijeron otras muchas cosas futuras, y enseñaron el modo de expiación para los rayos, el mismo que hasta hoy se practica, por medio de las cebollas, los cabellos y las menas.

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