Ejemplos con dejan

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Todo esto prueba, sin duda, lo soez y bestial del gusto del público, pero prueba también otra cosa peor, es, a saber: el poco o ningún respeto que los artistas tienen a la dignidad de su arte y la facilidad con que se dejan corromper y prostituir por su público.
Ha comprado muchas tierras en su aldea, y las ha distribuido entre sus antiguos convecinos a renta, pero dispensando a éstos el favor de no embargarles la manta de la cama cuando, por bien probada necesidad, dejan de pagarle un año, al segundo ya varía de conducta, si el se repite, y esto, únicamente por respeto a su derecho, no porque necesite para nada las míseras economías de aquellos pobres campesinos.
Yo no conozco ni en la literatura antigua castellana, ni en la moderna, cuadro de tan honda y conmovedora impresión como la que dejan en el ánimo las últimas páginas de y de.
Pero como las palabras son como moscas, que no se dejan atar por el rabo, he querido dejarte algo de más substancia que la palabra de mi cariño, y por intermedio del duque, mi marido y señor, que tiene mucha mano con el Gobierno, te he conseguido una credencial de canónigo en Castrofuerte.
¿Por qué le dejan así? Acabará por subírsele toda la sangre a la cabeza.
Si no lo hacemos, los otros bandidos nos dejan sin una hilacha.
La cuerda está en el coro, no tenemos más que tirar, y ¡figúrese usted la que se armaría si sonase en el silencio de la noche! Todo Toledo se pondría de pie, adivinando que algo grave ocurría en la catedral Con esto y con los malditos contadores, que no nos dejan dormir, puede decirse que ni el rey pasa la noche tan bien guardado como esta iglesia.
Vamos a verañadió: ¿te convendría bajar conmigo todas las tardes a la catedral para enseñar el Tesoro y las demás preciosidades? Vienen muchos extranjeros que apenas si se dejan entender cuando me preguntan.
Son como los grandes capitalistas, que, ocupados en enormes concepciones de explotación, dejan por descuido y desprecio que existan en torno de ellos industrias modestas.
Entoncesdijo con expresión pensativa, si los extranjeros dejan de atacarnos, no es porque nos tengan miedo.
Era el caparazón de piedra de un animal en otros tiempos poderoso y fuerte, pero que había muerto hacía más de un siglo, deshaciéndose su cuerpo, evaporándose su alma, sin dejar otro vestigio que aquella envoltura exterior, semejante a las conchas que encuentran los geólogos en los yacimientos prehistóricos, y que por su estructura dejan adivinar las partes blandas del ser extinguido.
Sus lecturas favoritas, la sarracena ardentía de su sangre española, no les dejan entrever otra ventura que un amor de exceso como dijo el poeta, en donde amor y beso fueran síntesis de la eternidad.
No tienen educación, son como máquinas, y se vuelven tan tontas más que tontería debe de ser aburrimiento se vuelven tan tontas digo, que en cuanto se les presenta un pillo cualquiera se dejan seducir Y no es maldad, es que llega un momento en que dicen: ‘Vale más ser mujer mala que máquina buena’.
¿Pero cómo es que le dejan salir solo? ¿Se habrá puesto bueno? ¿Estará mejor? ¡Pobre chico!.
Pero señora, con que me dieran lo que gastan en aguardiente y lo que se dejan en la pastelería de Botín.
Ya no me quieresle dijo un día con inmensa tristeza, ya tu corazón voló, como el pajarito a quien le dejan abierta la jaula.
Las mujeres de estos tiempos se dejan pervertir por las novelas y por las ideas falsas que otras mujeres les imbuyen acerca del amor.
Valiente mico está Verá cómo no le dejan casar Sí, para estaba.
Si por un es caso nos dejan, tocayo, nos comemos el santísimo mundo y lo acantonamos toíto ¡Orán! ¡Ay qué mala sombra tiene Orán y aquel judío de los franceses que no hay cristiano que lo pase! Me najo de allí, güelvo a mi Españita, entro en Madriz mu callaíto, tan fresco ¿a mí qué? y me presento a estos tiólogos, mequetrefes y les digo: ‘Aquí me tenéis, aquí tenéis a la personalidá del endivido verídico que se pasó la santísima vida peleando como un gato tripa arriba por las judías libertades Matarme, hostia, matarme, a cuenta que no me queréis colocar’.
La impresión que estos letargos dejan suele ser más honda que la que nos queda de muchos fenómenos externos y apreciados por los sentidos.
¿Pues qué creen ustedes? Nos dejan a nosotros decir misa y a ustedes oírla por un resto de consideración, por vergüenza pero el mejor día.

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