Ejemplos con definitivamente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Definitivamente, abominó de la rueda, la hacía trizas mentalmente, sintiendo el goce del preso que pasa la puerta del encierro y aspira el aire libre.
Ahora se murmuraba en la ciudad que renunciando definitivamente a las pompas del mundo y tal vez a la Rosa de Oro pontifical, que nunca acababa de llegar, entregaría sus bienes a los sacerdotes de su corte, yendo a encerrarse en un convento con todas las comodidades de una dama de privilegio.
Cuando se alejaron los muchachos para incorporarse al corro, discutiendo en voz baja el modo de repartirse los turnos, cesó el en su lastimera poesía, lanzando el último cacareo con voz dolorosa, que parecía desgarrar definitivamente su pobre garganta.
Arrojó esta vez definitivamente el libro sobre la mesa, y luego, por instinto, sin saber ciertamente lo que hacía, sopló la llama de la vela.
Al pasar de zapatero con tienda puesta a zapatero de portal, era para él como si después de un largo viaje por mar, y tras inquietudes, amenazas y agonías, llegase a puerto, y, ya desembarcado del grande y temeroso navío, hubiera ido a cobijarse definitivamente en una de esas lanchitas que, asentadas quilla arriba sobre la playa, sirven de vivienda a los marineros retirados.
Después de separarme del señor de Fraile, recorrí algunos de estos heteróclitos albergues, hasta que posé definitivamente bajo los hospitalarios Penates de doña Trina, cobijo llevadero por la abundancia, ya que no por la delicadeza de bastimentos, y, sobre todo, lugar ameno, si los había, a causa de la afluencia de gentes de todo estado, edad y condición: sacerdotes, toreros, políticos, tahures, comerciantes, covachuelistas, militares, estudiantes, labriegos, inventores, pretendientes, petardistas, ingredientes y rebabas del revoltiño social, que allí se mezclaban desde todos los rincones de Iberia.
Si, por desdicha, la Humanidad hubiera de desesperar definitivamente de la inmortalidad de la conciencia individual, el sentimiento más religioso con que podría substituirla sería el que nace de pensar que, aun después de disuelta nuestra alma en el seno de las cosas, persistiría en la herencia que se transmiten las generaciones humanas lo mejor de lo que ella ha sentido y ha soñado, su esencia más íntima y más pura, al modo como el rayo lumínico de la estrella extinguida persiste en lo infinito y desciende a acariciarnos con su melancólica luz.
Una sociedad definitivamente organizada que limite su idea de la civilización a acumular abundantes elementos de prosperidad y su idea de la justicia a distribuirlos equitativamente entre los asociados, no hará de las ciudades donde habite nada que sea distinto, por esencia del hormiguero o la colmena.
La democracia entonces habrá triunfado definitivamente.
Desconocer la obra de la democracia en lo esencial, porque, aun no terminada, no ha llegado a conciliar definitivamente su empresa de igualdad con una fuerte garantía social de selección, equivale a desconocer la obra, paralela y concorde, de la ciencia, porque interpretada con el criterio estrecho de una escuela, ha podido dañar alguna vez al espíritu de religiosidad o al espíritu de poesía.
Este dejó de ocuparse definitivamente de la bandeja del desayuno, presintiendo la aproximación de algo muy importante.
Tal vez no avancen nunca definitivamente.
Ahora, al instalarse definitivamente en el país, todo estaba olvidado, pero ¡qué de contribuciones impuestas a su vanidad! Desnoyers adivinó los miles de marcos vertidos a manos llenas para las obras caritativas de la emperatriz, para las propagandas imperialistas, para las sociedades de veteranos, para todos los grupos de agresión y expansión constituídos por las ambiciones germánicas.
Después de varias entrevistas preparatorias y titubeantes, abandonaron definitivamente el jardín.
Transcurrieron los días, y el capitán olvidó definitivamente este encuentro.
Habían afirmado en Sicilia la dinastía de Aragón, expulsando definitivamente a la dinastía francesa a fines del siglo XIII, pero los nuevos reyes ignoraban cómo mantener a esta milicia inocupada y temible, hasta que del seno de ella surgía un aventurero de genio, Roger de Flor, que la llevaba a Oriente al servicio de los emperadores de Bizancio, amenazados por las primeras agresiones de los turcos.
¡Ah, no! ¡por la Madona! Otra vez se ponían a hablar, sin escucharle Y se sumió definitivamente en un silencio ofendido, mientras a sus espaldas continuaba la charla.
¡Doña Constanza! ¡Oh, doña Constanza! Y se sumió en la noche definitivamente, sin una nueva visión, abrazándose a la almohada lo mismo que cuando era niño y creía dormirse teniendo entre sus brazos a la joven viuda de Vatacio el Herético.
Al cerrar los ojos para morir, vió en la obscuridad una cara pálida, unas manos que tejían sutiles encajes, y antes de que la noche cayese definitivamente sobre sus párpados, murmuró con balido infantil:.
En una de sus ensenadas estaba su pueblo natal y la casa de los Ferragut, cazadores de piratas moros en otros siglos, contrabandistas a ratos en los tiempos modernos, navegantes en todas las épocas, tal vez desde que los primeros caballos de madera aparecieron saltando sobre las espumas que hierven en el promontorio, desde que llegaron los griegos de Marsella para fundar Artemisión, la ciudad de la divina Artemis que los latinos llamaron Diana y tomó definitivamente el nombre de Denia.
Historia de su vida, antecedentes de su carrera política, antecedentes de la agitación que organizara y todos los detalles relativos a su participación en el movimiento revolucionario que definitivamente independizó a Cuba, son, para cuantos aquí estamos, cosas sabidas, e igualmente son sabidas por todos los cubanos.
Al establecerse definitivamente la separación, al alejarse él para siempre, la mujer pareció agradecérselo con sus miradas, con una mayor dulzura en el trato.
Había acabado por arrancar a Judith de su vida de aventuras, por instalarla definitivamente en Madrid, como una señora tranquila que vive de sus rentas.
Sabía que su marido había roto definitivamente con Clarita, aquella mala piel que vivía en la calle del Puerto.
Basilio, que les encontró discutiendo de qué café se posesionarían definitivamente.
El hombre a quien queréis las dos pudo haber vacilado antes de elegir la que definitivamente había de merecer su amor.
Vivía entonces España pendiente de una discusión de Cortes, de un grito que se daba aquí o acullá, en los talleres de un arsenal o en los vericuetos de una montaña, y cada quince días o cada mes, se agitaban, se debatían, se querían resolver definitivamente cuestiones hondas, problemas que el legislador, el estadista y el sociólogo necesitan madurar lentamente, meditar quizás años enteros antes de descifrarlos, y que una multitud en revolución decide en pocas horas, mediante una acalorada discusión parlamentaria, o una manifestación clamorosa y callejera.
¡Cualquiera que sea el instrumento, lo dirige la mano de Dios! Desvía la yegua, se persigna, se aparta, se aleja definitivamente, volviendo de cuando en cuando la cabeza para ver el negro bulto, sobre el fondo verde de la hierba y la blancura gris del paredón.
La interesante jóven habia ido creciendo en gracias y hermosura, y, al terminar aquellos tres años, era una mujer tan exquisita y bella, de aire tan misterioso y poético, de talle tan fino, esbelto y seductor, con unos ojos negros tan melancólicos y tan sombreados por largas y sedosas pestañas, con una palidez tan interesante, con unas manos tan blancas y tan lindas, con tal señorío en toda su persona y tal seriedad en su lujoso vestir, que la imaginacion popular comenzó a inventarle dictados y calificativos laudatorios, y, despues de haberle llamado la , la , la , el , y otras cosas por el estilo, le puso el nombre de la , que era el que mejor le cuadraba y con el que se quedó definitivamente, segun hemos visto en otro lugar.
Amaneció al fin aquel memorable domingo en que habia de tener comienzo la ruda batalla de treinta y seis horas que riñeron definitivamente el Bien y el Mal en torno de Manuel Venegas y dentro de su atormentado corazon,—batalla empeñadísima y desastrosa, en que tomaron parte más o ménos activa, directa y justiciable todos los habitantes de la Ciudad, o sea todos los individuos del gran Jurado que solemos llamar.

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