Ejemplos con defectos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Algunas pensiones familiares francesas justifican, en efecto, su título, mediante ciertas virtudes y todos los defectos de la vida familiar, y conservan la mesa única, la mesa redonda, que en la casa de huéspedes española es de rigor.
Comprendiendo sus defectos, trató Aurelio de beneficiarlos diestramente, y más de una blanca y pulcra mano emborronó por él perfumadas esquelas con eficaces recomendaciones para personajes de muy variada ralea y clase.
Yo deseaba saber si Carmen había amado a Pablo antes, y a pesar de sus defectos, aunque lo hubiera ocultado aun a sí misma por recato y por respeto a la opinión de sus parientes.
Podía haberme separado de mis hijos, haberlos abandonado, como hacen otros por conservar su fama de santos, pero yo soy hombre, me enorgullezco de ello: un hombre con sus defectos y sus virtudes, ni una más ni una menos que la generalidad de los humanos.
Además, tu hermano debe de pensar que al fin está comiendo en estos momentos el pan de la Iglesia, pues de ella vives tú que le mantienes, y que no es muy digno después de esto hablar de la obra más sabia de Dios, queriendo encontrarla defectos.
La industria vegeta a la sombra de un proteccionismo bárbaro que encarece el género, fomentando sus defectos, y aun así no encuentra capital.
Para entretener la espera, iba repasando con la vista las bellezas y defectos de la portada, comentándolos en alta voz, como si quisiera hacer testigos de sus juicios a los bancos de piedra de la plaza y sus tristes arbolillos.
El fondo de su carácter era la tolerancia, la compasión para todos los defectos, pero se indignaba contra los que pretendían ocultarlos.
Yo creo en la Virgen del Sagrario y un poquito en Dios, ¿pero en esos señores? ¡Si los conocieran como yo! Pero, en fin, todos hemos de vivir, y lo malo no es tener defectos, sino ocultarlos, hacer la comedia como el sinvergüenza de mi yerno, que ahí donde lo ves, grandote como un castillo, se da golpes de pecho, besa el suelo lo mismo que las beatas, está deseando mi muerte, creyendo que guardo algo en mi arcón, y quita lo que puede del cepillo de la Virgen, y roba las velas y hace trampas en el cobro de las misas, y ya estaría en la calle si no fuese por mí, que pienso en mi hija, siempre enferma, y en los pobrecitos de mis nietos.
Si se hablaba del arzobispo anterior, aquella gente, habituada a la murmuración, como todos los que viven en cierto aislamiento, soltaba la lengua comentando su historia y sus defectos.
Los que no se percataban del vivo por insignificante, piensan en él cuando muerto, pues con morir hace lo más digno de conmemoración de su vida, , como dicen los filósofos a la moda: los que le envidiaban deponen la envidia, los que le odiaban el odio, los que estaban hartos de verle se alegran interiormente con que ya no le verán, y para desagraviarle de esta alegría, y evitar que venga por la noche, en pena, a tirarles de los pies, hacen de él los mayores encomios, todos sus defectos desaparecen por lo pronto, como si se hundiesen en el sepulcro, y sólo se ven sus perfecciones, en resolución, el muerto se reconcilia muriéndose con casi todo el género humano, por lo mismo que se va y deja siempre algo que heredar: cuando no quintas y palacios, un puesto al sol para pedir limosna.
¡Hijo! ¡Defectos de la educación antigua! Pero, mira: prefiero mil veces estos abogados que no saben escribir con propiedad y corrección a esos sabios de nuevo cuño, como Venegas y Ocaña.
Juanito, como esos desesperados que encuentran todavía en su miseria cosas agradables, reconocía en su madre grandes defectos, pero se extasiaba ante su honradez de mujer.
Pero a pesar cíe su tristeza, Juanito seguía adorando a aquel ídolo, ante el cual volvía la cabeza para no ver los defectos, recordando sólo lo que le parecía bueno.
¡Qué hombres aquéllos! Tenían sus defectos, Juanito, pero así y todo, no los cambiaría yo por los hombres de hoy.
Y hacía una relación de periódico de modas ante sus hermanas, que prestaban oído sin dejar de engullir, y la mamá, que admiraba el talento de observación de su hijo y la gracia con que se burlaba de los defectos.
Sufría con paciencia ejemplar al infeliz jorobadito en quien estaban reunidos todos los defectos morales y todas las desgracias físicas.
Experimentado, conocedor de la maldad humana y de las flaquezas del prójimo, poseía una cualidad rarísima en los que como él salieron victoriosos de los combates de la vida: no juzgaba de las gentes por las apariencias, a cada cual daba lo suyo, no creía en patentes virtudes, ni andaba a caza de vicios escondidos, y con pasmoso acierto descubría en los individuos defectos encubiertos y ocultas virtudes.
Son, pues, estos trabajos, no sólo museo exquisito de , sino expresión exacta del modo mejor de escribir, más artístico y más en consonancia con su tiempo y con la prosa castellana en mitad del siglo XIX: si defectos tienen son los de su época, como sus bellezas y sus giros.
Juan solía tener por temporadas un faetón o un tílburi, que guiaba muy bien, y también tenía caballo de silla, mas le picaba tanto la comezón de la variedad que a poco de montar un caballo, ya empezaba a encontrarle defectos y quería venderlo para comprar otro.
En los conventosdecía, se corrigen muchos defectos, pero también se adquieren modales encogidos.
Notaba gozosa que empezaban a perder valor ante sus ojos los defectos físicos del apreciable joven.
En el mundo, en el mundo, en medio de las circunstancias es donde se corrigen los defectos, bajo una dirección sabia.
Cierto que físicamente el apreciable chico le desagradaba, pero también es verdad que se iba acostumbrando a él, que sus defectos no le parecían ya tan grandes y que la gratitud iba ahondando mucho en su alma.
Pero la mujer aquella con su aplastada cara japonesa, sabía mucho del mundo y de las pasiones humanas, tenía el corazón rebosando tolerancia y caridad, y sostenía esta tesis: que la privación absoluta de los apetitos alimentados por la costumbre más o menos viciosa, es el peor de los remedios, por engendrar la desesperación, y que para curar añejos defectos es conveniente permitirlos de vez en cuando con mucha medida.
Está tan malo el servicio en Madridobservó Juan Pablo, que no debe usted mirarle mucho los defectos.
Sus defectos de pronunciación eran atroces.
Sus ojos azules, húmedos y sumisos, su color animado, su pelo castaño que se rizaba en conchas paralelas y caía en dos trenzas hasta más abajo del talle, embellecían mucho a la muchacha y disimulaban sus defectos, lo pomuloso de su cara, lo tozudo y bajo de su frente, lo sensual de su respingada y abierta nariz.
Cada uno tiene sus defectos y sus pecados, y a Dios dará cuenta de ellos.
Y de aquí viene que, como la carne de la esposa sea una mesma con la del esposo, las manchas que en ella caen, o los defectos que se procura, redundan en la carne del marido, aunque él no haya dado, como queda dicho, ocasión para aquel daño.

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