Ejemplos con corrupción

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Él también prometió luchar contra a corrupción, crear empleos y construir casas mejores para los comorianos que viven en la pobreza.
En caso de corrupción, los índices pueden ser reconstruidos a partir de los archivos de mensajes.
Como resultado de todas sus críticas y sus denuncias ante la corrupción y la injusticia del régimen somocista, fue acusado de ser simpatizante comunista.
Rumiñahui protesta por presuntos casos de corrupción de Defensoría del Pueblo en Ecuador y España.
Los temas claves en la película incluyen romance, retribución, castigo y corrupción.
Mediante su manipulación y corrupción, Starling vuelve al caso como carnada.
El Gobierno colocó los beneficios de la compañía en un fondo llamado Derechos de confianda de el fosfato de Nauru, destinada a garantizar el futuro de los pueblerinos, sin embargo las malas inversiones y la corrupción limitaron los beneficios inducidos.
Prionix, polémico robot asesino diseñado y programado por una sección radicalista secreta, se asume, indirectamente, que la función o meta primordial de este asesino autómata es el exterminio de los promotores del libre albedrío y la libertad de cultos en la sociedad, se identifica a este personaje como una representación de la corrupción o incluso, una efigie de la represión contra la libertad de expresión en general.
Esto se debió a las denuncias de supuesta corrupción realizadas por el ex funcionario municipal Isaac Givovich, las cuales contaron con el aval de su suegro Joaquín Lavín.
Recoleta: Los problemas que estudia Contraloría por problemas de corrupción llevaron a la no repostulación del alcalde Gonzalo Cornejo.
En los hoteles de Niza, falansterios de la corrupción mundial correcta e hipócrita, se había visto agraciado en la obscuridad de su cuarto por las más inesperadas visitas.
No suele empezar la corrupción por las mujeres, pero el hombre les atribuye toda la culpa, y el vínculo natural y santo, que él huella y profana el primero, es a sus ojos la fuente y origen de todo mal.
Había llevado en Cuba una vida de monje sobrio y asiduo, sin contaminarse con la corrupción general de aquella isla verdiaurina y voluptuosa, o, como él decía, pregonando ingenuamente su austeridad: no he conocido mulata, ni menos negra.
Veía los puertos egipcios, con su corrupción tradicional que empieza a removerse y croquear como un pantano fétido apenas desciende el sol, Alejandría, en cuyos cafetuchos bailan las falsas almeas sin más ropas que un pañuelo en la mano, y cada mujer es de una nación diferente, y suenan a coro todos los idiomas de la tierra.
Contamos además con la corrupción interna de nuestros enemigos, con su falta de unidad.
Un viento de infinita pureza, que venía tal vez del otro lado del planeta, deslizándose miles de leguas por los desiertos salados sin tocar una sola corrupción, resbalaba en la garganta de Ferragut como un vino de gaseosa embriaguez.
Don Jaime Marín, propietario de cuatrocientas fanegas de pan, que con la contribución equivalían a unas seis mil pesetas, sería un gran calavera, un licencioso, un monstruo de corrupción si no tuviese por mujer a doña Brígida.
Nació en plena corrupción colonial, cuando era Cuba mártir, el vertedero de todo lo podrido, el refugio de todos los estorbos, de todos los hambrientos y desocupados de España, cuando era nuestra tierra, el criadero de una milicia viciosa y enfermiza, robada a la Agricultura y a la Industria de su país, cuando era esta ciudad, jardín de América hoy, corral blando y holgado de Capitanes Generales infecundos, logreros e imperiosos, cuando la bandera roja y gualda flotaba sobre nuestra casa y a su sombra los cubanos estaban condenados a perpetua cobardía y los españoles autorizados para enriquecerse y engordar sus vicios insolentes, cuando el criollo moría en la miseria y el peninsular paseaba satisfecho en el carruaje comprado con el oro que manaba del crimen, cuando había más cárceles que escuelas, y el látigo infamante chasqueaba sobre las espaldas de los hombres de una raza tan necesitada de justicia como la nuestra, cuando el cubano que no se sometía a servir de celestino al pisaverde madrileño que lo solicitara, iba a purgar su osadía en el presidio, cuando el talento de los nativos dormía echado bajo la bota del déspota ceñudo, y la capa torera sobre los hombros y la cinta de hule en el sombrero, eran los únicos pasaportes de honor y las únicas cédulas de vida, verdaderas.
Tal vez era el encanto de la corrupción y de la juventud, que la enardecía, haciéndola cometer locuras, pero aun así confesaba que no podía compararse aquel hombre con tan bueno y tan generoso ¿Por qué no había de aceptar el obstáculo como lo hacían otros? Aún podían ser felices: los tres vivirían en santa calma sabiendo respetarse.
Otros van al robo por instinto fatal o por corrupción de alma, vosotros llegáis a él porque quise ilustraros, porque intenté abrir vuestras inteligencias a la verdad ¡Oh!, ¡es horrible muy horrible!.
Limitábanse a producir novelas picarescas o comedias en las que se ensalzaba un honor fiero que sólo existía en la imaginación de los poetas, mientras reinaba la mayor corrupción en las costumbres.
Y al tener de repente la visión clara de su desgracia, al pensar en el pobre Pascualet, que a tales horas estaba aplastado por una masa de tierra húmeda y hedionda, rozando su blanca envoltura con la corrupción de otros cuerpos, acechado por el gusano inmundo, él, tan hermoso, con aquella piel fina por la que resbalaba su callosa mano, con sus pelos rubios que tantas veces había acariciado, sintió como una oleada de plomo que subía y subía desde el estómago a su garganta.
gusto, hago el bien del distrito, según lo entiendo yo: le quito de encima la secadora protección del diputado actual, que parece un fabricante de turrones, y le propino y administro uno que dirá a ustedes, en cuanto le elijan, si os vi no me acuerdo, y no les dará turrón, con lo cual quizá renazca la actividad agrícola, se creen industrias sanas, y desaparezca la corrupción que hoy nos pudre.
Pero doña Luz era muy singular y hallaba extraño deleite en la larga contemplación de aquel cuadro, donde se cifraban el más alto misterio y los dos más opuestos extremos de valer de la humana naturaleza: toda la beatificación, toda la hermosura, todo el celeste resplandor de que es capaz nuestra carne, unida a un alma pura, y siendo templo y morada del Eterno, y los dolores, a la vez, y las miserias, y los padecimientos lastimosos y la corrupción nauseabunda de esa carne misma.
Todos estaban ligados por la vida común, pero los otros eran la burguesía pretenciosa, corrompida prematuramente por la ambición de brillar, por el ansia de mentir, encaramándose penosamente a una altura usurpada, y él era un intruso, el resultado de un encuentro de la fuerza, cándida y sumisa, con la corrupción moral, hermosa y deslumbrante.
Pues bien: corrupción siempre la hubo, aquí en esta levítica ciudad, y en Pluviosilla, y vamos, ¡en todas partes! Vagos y ociosos no faltan en parte alguna.
Vean ustedes: el mundo siempre ha sido mundo, corrupción la hubo siempre, por algo mandó Dios el Diluvio.
Si lo sacaba de las aguas de la corrupción, ¡qué victoria, señores, pero qué pesca!.
En aquellas confidencias que ambos tenían, creía Maximiliano advertir en la pecadora un cierto fondo de rectitud y menos corrupción de lo que a primera vista parecía.
Salvo el debido respeto, se había llevado la trampa el matrimonio cristiano, en cierto modo obra suya, y ya no quedaba rastro de hogar, sino una sentina de corrupción y pecado.

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