Ejemplos con corchetes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sus manos crispadas arrancaban los corchetes de su traje, o comprimían sus sienes, o se clavaban en los almohadones del sofá, arañándolos con furor.
Como el alguacil vió que el breton no tenia dinero para el cohecho, se desesperaba, y pensó sacar de la huéspeda de casa lo que el breton no tenia: llamóla, y vino medio desnuda, y como oyó las voces y quejas del breton, y a la Colindres desnuda y llorando, al alguacil en cólera, y al escribano enojado, y a los corchetes despabilando lo que hallaban en el aposento, no le plugo mucho: mandó el alguacil que se cubriese y se viniese con él a la cárcel, porque consentia en su casa hombres y mujeres de mal vivir.
De allí a poco asomó la justicia con las prisioneras, y ántes que llegasen, pusieron mano los estudiantes con tal brio y denuedo, que a poco rato no les esperó porqueron en la calle, si bien no pudieron librar mas que a la Esperanza: porque así como los corchetes vieron trabada la pelea, los que llevaban a Claudia y a la Grijalva se fueron con ellas por otra calle, y las pusieron en la cárcel.
Los corchetes porfiaban que ellos no habian visto los follados, ni Dios permitiese tal.
Quisieran los corchetes castigarme, y aun matarme a palos, y lo hicieran si el asistente no les dijera: No le toque nadie, que el perro hizo lo que yo le mandé.
Viéndose maltratar así de su criada, comenzó a dar grandes alaridos y voces, apellidando a la justicia, y al primer grito, como si fuera cosa de encantamento, entró por la sala el corregidor de la ciudad, con mas de veinte personas, entre acompañados y corchetes: el cual, habiendo tenido soplo de las personas que en aquella casa vivian, determinó visitallas aquella noche, y habiendo llamado a la puerta, no le oyeron, como estaban embebecidas en sus pláticas, y los corchetes con dos palancas, de que de noche andan cargados para semejantes efectos, desquiciaron la puerta, y subieron tan queditos, que no fueron sentidos, y desde el principio de los documentos de la tia, hasta la pendencia de la Grijalva estuvo oyendo el corregidor sin perder un punto, y así, cuando entró dijo:.
Tomas Pedro siguió a su compañero, sin que le dejasen llegar a hablarle una palabra: tanta era la gente que lo impedia y el recato de los corchetes y del alguacil que le llevaba.
El alguacil se llevó a su casa los dos asnos, y mas cinco reales de a ocho, que los corchetes habian quitado a Lope.
Pero la negra, por acabarme de una vez, me trujo una esponja frita con manteca: conocí la maldad, vi que era peor que comer zarazas, porque a quien la come se le hincha el estómago, y no sale dél sin llevarse tras sí la vida, y pareciéndome ser imposible guardarme de las asechanzas de tan indignados enemigos, acordé de poner tierra en medio, quitándomeles delante de los ojos: halléme un dia suelto, y sin decir adios a ninguno de casa, me puse en la calle, y a ménos de cien pasos me deparó la suerte al alguacil, que dije al principio de mi historia que era grande amigo de mi amo Nicolas el Romo, el cual apénas me hubo visto, cuando me conoció y me llamó por mi nombre: tambien le conocí yo, y al llamarme, me llegué a él con mis acostumbradas ceremonias y caricias: asióme del cuello, y dijo a los corchetes suyos: Este es famoso perro de ayuda, que fué de un grande amigo mio, llevémosle a casa.
Holgáronse los corchetes, y dijeron que si era de ayuda, a todos seria de provecho: quisieron asirme para llevarme, y mi amo dijo que no era menester asirme que yo me iria, porque le conocia.
Pidió el breton unos follados de camuza, que habia puesto en una silla a los piés de la cama, donde tenia dineros para pagar su libertad, y no parecieron los follados ni podian parecer, porque así como yo entré en el aposento, llegó a mis narices un olor de tocino que me consoló todo, descubríle con el olfato, y halléle en una faldriquera de los follados: digo que hallé en ella un pedazo de jamon famoso, y por gozarle y poderle sacar sin rumor, saqué los follados a la calle, y allí me entregué en el jamon a toda mi voluntad, y cuando volví al aposento, hallé que el breton daba voces, diciendo en lenguaje adúltero y bastardo, aunque se entendia, que le volviesen sus calzas, que en ellas tenia cincuenta de oro : imaginó el escribano o que la Colindres o los corchetes se los habian robado: el alguacil pensó lo mismo: llamóles aparte, no confesó ninguno, y diéronse al diablo todos.
Y acabó de confirmar ser verdad lo que la doncella decía llegar los corchetes con su hermano preso, a quien alcanzó uno dellos cuando se huyó de su hermana.

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