Ejemplos con contrabajos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los violonchelos y contrabajos introducen el lema melódico en la textura densa y lenta del Largo, que es una inusualmente larga introducción al primer tema.
Los oboes contrabajos han sido fabricados pero no han tenido éxito dado que tienen el mismo registro que el fagot, que es más práctico y conocido.
El estilo de Yokoyama es muy particular, para sus composiciones utiliza principalmente instrumentos clásicos como el piano, los violines, violonchelos, contrabajos, el arpa, Instrumentos de viento como las trompetas, trombones, flautas, junto con instrumentos más modernos como la batería y la guitarra eléctrica, obteniendo excelentes obras musicales y un estilo totalmente único.
Se considera una banda sinfónica por incluir instrumentos de cuerda, como violochelos y contrabajos.
El movimiento comienza con la exposición del primer tema, una melodía al unísono por violas y cellos, con el acompañamiento de los contrabajos.
La parte principal de la obra, marcada Finale, comienza con un tema en Allegro tocado por los cellos y los contrabajos.
Aun se hacen unos pocos bajos, sopraninos y contrabajos, dirigidos principalmente a coleccionistas o para usos innovadores o de vanguardia, aunque son usados en raras ocasiones exceptuando los grandes conjuntos de saxofones.
Cuerdas: treinta violines, doce violas, diez violonchelos, ocho contrabajos, un piano y un arpa.
Cuerdas: veinte violines, ocho violas, ocho violonchelos, cuatro contrabajos y un clavecín.
El concierto comienza con una lúgubre atmósfera, protagonizada por los violonchelos, los contrabajos y el contrafagot.
El bajo suena en los trombones y contrabajos.
La obertura consta de dos temas principales: las notas inicales, interpretadas por las violas, los cellos, y los contrabajos, establecen el tema que Mendelssohn dijo escribir en la cueva misma.
Comienza con los contrabajos, a los que se agrega un nuevo instrumento cada veinticinco compases, una quinta por encima del anterior.
Currita, sentada en primer término, frente a Leopoldina Pastor, hallábase arrobada por aquel sublime terceto de la compañía, final del primer acto, cuando retumba el trueno a lo lejos entre los sordos bramidos de los contrabajos y el suave murmullo de los violines, dulce, delicado, bellísimo, que parece revelar el hálito tibio de la tormenta que se acerca, el tenue susurrar de las hojas de los árboles que sacuden ya las primeras ráfagas, el vago perfume de la tierra que anuncia la cercana lluvia.
De improviso, rompe la orquesta bruscamente la cadencia, rugen los contrabajos estrepitosamente, las flautas dejan oír agudos silbidos, el metal, desencajado, truena con espantosa violencia, los timbales redoblan convulsamente.
Tanta señora guapa en los palcos, el deslumbrador abismo de rojo y oro, de hermosura y luces que desde arriba presenta la cavidad del teatro, la escena grandísima, con aquellos señores que salían a cantar, ahora solos, ahora en bandadas, la muchedumbre de músicos que en aquel andén tocaban tanto instrumento, los deformes contrabajos, las doradas arpas, los aplausos, el canto, el silencio, el ruido, la atmósfera espesa.
Sus ojos turbábanse con el incesante centelleo de aquel millar de estrellas rojas, y les causaba extraña embriaguez el dulce lamento de los violines, la grave melopea de los contrabajos, y aquellas voces que desde el coro, con acento teatral, cantaban en un idioma desconocido, todo para mayor gloria del Bollo.

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