Ejemplos con contemporizando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Dejóse ver en esto Demóstenes en el puerto, tan brillante, con la pompa de su magnífica escuadra, como formidable a los enemigos, trayendo en setenta y tres galeras cinco mil infantes, y entre tiradores de armas arrojadizas, flecheros y honderos arriba de tres mil. El ornato de las armas, las insignias de las naves y la muchedumbre de cantores y flautistas presentaba un aparato teatral, propio para infundir a aquellos terror. Volvieron, por tanto, los Siracusanos a concebir los mayores recelos, viendo que sus trabajos no tenían término ni alivio, y que se estaban consumiendo y aniquilando en vano. No le duró, de otra parte, a Nicias largo tiempo el placer de la venida de aquellas fuerzas, pues apenas entró en conferencias con Demóstenes le vio resuelto a que al punto se acometiera a los enemigos, y, sin perder momento, se pusiera todo al tablero, para tomar a Siracusa y volverse a casa, de lo que concibió gran temor, maravillado de aquella prontitud y temeridad, le rogaba que nada se hiciera por desesperación y sin maduro consejo. Decíale que la dilación era toda contra los enemigos, que se hallaban gastados en sus bienes y no podían contar con que los auxiliares se mantuvieran a su lado largo tiempo, y que, si de nuevo sentían los apuros de la escasez y la hambre, acudirían a él, como antes, con proposiciones de paz. Porque había no pocos en Siracusa que secretamente daban avisos a Nicias y le inclinaban a permanecer, a causa de que aquellos habitantes padecían mucho con la guerra y no podían aguantar a Gilipo, y a poco que la miseria se aumentase, enteramente habían de desmayar. Como muchas de estas cosas no hacía Nicias más que indicarlas, no teniendo por conveniente decirlas a las claras, dio motivo a los colegas para que le trataran de irresoluto, diciéndole que ya volvía a sus precauciones, a sus dilaciones y nimiedades, con las que dejó perder el primer calor del ejército, no marchando al punto contra los enemigos, sino contemporizando y haciéndose despreciable, y como con esto los otros se adhiriesen al dictamen de Demóstenes, al cabo convino también Nicias, aunque no sin gran violencia. Hecho este acuerdo, tomó consigo Demóstenes, por la noche, las fuerzas terrestres, y marchando contra el punto de Epípolas dio muerte a algunos de los enemigos, sorprendiéndoles sin ser sentido, y a otros, que se defendieron, los desbarató, mas, aunque le tomó por este medio, no se contuvo, sino que discurrió adelante, hasta que dio con los Beocios, éstos fueron los primeros que, animándose unos a otros y corriendo a los Atenienses con las lanzas en ristre, los rechazaron con grande gritería, dando muerte a muchos de ellos. Con esto se introdujo gran confusión y terror en todo el ejército, llenando de él el que huía al que todavía estaba vencedor, y dando la parte que avanzaba y acometía, en la que se retiraba despavorida, trabaron unos con otros, creyendo que los que huían eran perseguidores y tratando a los amigos como enemigos. Porque en aquella desordenada confusión, acompañada de miedo y de la falta de conocimiento, y en la inseguridad de la vista en una noche que ni era absolutamente oscura ni tenía una luz cierta, como era preciso, estando ya para ponerse la Luna, y moviéndose entre su luz muchos cuerpos y armas, sin que pudieran reconocerselos semblantes, con miedo del enemigo, hasta él propio se hacía sospechoso, cayendo los Atenienses en la situación y perplejidad más terrible. Avínoles también el que tenían la Luna por la espalda, con lo que, enviando sus sombras delante de sí, ocultaban el número y brillo de sus armas, mientras que en los contrarios el resplandor de la Luna, que daba en los escudos, hacía que parecieran en mayor número y con ventaja. Finalmente, cayendo sobre ellos por todas partes los enemigos, luego que cedieron, unos fueron muertos por éstos en la fuga, otros perecieron a manos de sus camaradas, y otros se precipitaron por los derrumbaderos. A los que se dispersaron y perdieron el camino, venido el día los acabó la caballería, habiendo sido dos mil los que murieron, y de los que se presentaron en el campamento, muy pocos se salvaron con las armas.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba