Ejemplos con consolando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A continuación se puede ver a Carey paseando en el balcón entre las lluvias torrenciales, llorando desesperadamente hasta que ve que la lluvia se detiene y de pronto aparece un arco iris en el cielo, consolando su llanto y provocando en ella una sorisa.
La postura neutral del personaje central y las ambiguas intenciones del niño de la jaula fueron ambas ideas tardías: un primer estudio, descubierto en la parte posterior de un autorretrato, omite al niño y muestra al filósofo de la naturaleza consolando a las niñas.
Se agregaba a esto un espíritu siempre dedicado al servicio de los demás, visitando enfermos, consolando a los tristes y apaciguando las discordias.
El capítulo finaliza con Homer consolando a Marge por su despido, y diciéndole que de todas formas podría conseguir dinero gracias a la Asistencia Social de Estados Unidos.
Y para mí, al nombre de Pereda van unidos inseparablemente, no , en las barricadas ni en la oficina de un gobierno político, sino , en su perpetua lucha con los curiales, heredada de tres generaciones, , trincando la estopa y sosteniendo batalla campal con y los de su cuadrilla, a la sombra veneranda del castillo de San Felipe, , examinando gravemente la estampa de y de , tejiendo su red o consolando a las mujeres en la grande del Muelle, , marcados pecho y espalda por la garra de los osos inmolados en sus cacerías.
Todos los Blanes estaban en ella, rodeando y consolando a Cinta.
Doña Zobeida y Conchita habían avanzado hacia los asientos de primera fila, consolando al oficiante con su presencia de esta retirada general.
Ya sé que has pasado la noche apaciguando a los exaltados y consolando a los menesterosos.
Sin dar paz a su mano generosa, Teresa iba consolando a toda la chiquillería.
Apesar de este proceder de los jefes americanos, tan contrario a todos los pactos y antecedentes arriba referidos, seguí observando con ellos, la misma conducta amistosa, enviando una Comisión que fué a despedirle al General Merrit, cuando su marcha para París, acto que al agradecerlo dicho General, tuvo la bondad de manifestar a nuestros comisionados, que defendería a los filipinos en los Estados Unidos: así mismo envié al almirante Dewey un puñal con su vaina, todo de plata, y un bastón de caña finísima con puño de oro labrado por el mejor platero filipino, recuerdos de afecto y antigua amistad, que el almirante aceptó, consolando de esta manera y en cierto modo mi alma afligida y la de todos los filipinos que formaban el Gobierno Revolucionario, haciendo de nuevo renacer en el corazón de todos, las alhagüeñas esperanzas de un arreglo con el almirante Dewey.
Pero antes de alcanzar tanta dicha, antes de subir a tanta alteza, ¿qué pruebas de bondad no habrá dado el alma? ¿Por qué áspera senda no habrá tenido que trepar, activa, atenta y persistente? Para ganarse la voluntad de su Creador habrá hecho obras de misericordia, consolando y amparando a los infelices y desvalidos, y con sus oraciones y penitencias, humildad y mansedumbre, habrá sido pasmoso ejemplo y provechoso estímulo a todo ser humano.
Lo sentiré, calcula si lo sentiré pero ya me iré consolando.
¡Traer piedad a las familias! ¿Acaso sabéis lo que es familia? Os basta el amor estéril que profesáis a Dios, preferís el egoísmo de la beatitud a la abnegación del cariño, una hora de meditación os parece cosa más santa que un día de trabajo, y el llanto que arranca un sacudimiento histérico os es más grato que las lágrimas vertidas consolando el dolor ajeno.
Esto dijo, a tiempo que ni su padre la oía, ni nosotros ya le veíamos, y así, consolando yo a Zoraida, atendimos todos a nuestro viaje, el cual nos le facilitaba el proprio viento, de tal manera que bien tuvimos por cierto de vernos otro día al amanecer en las riberas de España.
Vegallana venía consolando al mísero Quintanar, que no ocultaba su tristeza, su decaimiento de ánimo.
Aquella mano implacable aferrada a su pecho como una garra de fuego, apretaba más y más sus ahorquilladas falanges, el aire que oreaba sus labios no penetraba en él consolando sus angustias, y «¡Oh José! ¡Oh, mi José!», decía con voz, con acento cuyas inflexiones habían perdido sus argentinas modulaciones, y al grito supremo del ser adorado contestaba la angustiada madre con engaño piadoso:.
¡Gil en la Corte! ¡Gil consolando a la Reina, a aquella princesa altiva y burlona que todo lo desdeñaba! ¡Gil, con aquel lujoso traje, mirado y considerado de toda la nobleza!.
Llegó en esto el Sabio y metió paz, consolando a los sastres con que ya que no tenían.
No podemos tratar aquí de cuánto influiría para el bien en las cuestiones sociales el que la mujer tomase parte en ellas consolando los dolores que son su causa o su consecuencia, debemos limitarnos a decir y repetir que la desgracia que se conoce, se compadece y consuela, enseña, eleva y fortalece mucho, es decir, que es un grande elemento de educación.
Pero todos se fueron consolando.
Ya sé que has pasado la noche apaciguando a los exaltados y consolando a los menesterosos.
que deshechas en polvo me seguís consolando,.
No pudo menos Vargas de corresponder lo mejor que supo a tanta cortesía, alabando a los felices, consolando y animando a los vencidos, y sobre todo, ponderando con encarecimiento cuanto presenciaba, como si nunca tal maravilla hubiese visto.
Ocollo rompió al fin el silencio consolando al Inca con más dulces caricias, que el ambiente en las tardes del abrasado estío, y Atahulpa, preguntaba por sus nobles y sus guerreros, y cada vez que le decían que había muerto alguno en el campo de Cajamalca,volvía los ojos al Sol y exclamaba angustiado: «Dios de la luz, y aun quieres que yo viva.
Fuera de esto, quizá se hubiera ido consolando poco a poco con la reflexión de que hasta entonces no resultaba, real y positivo, más que un hombre muy rico, muy estimado de todos los capitalistas de la plaza, que salvaba la casa, poco antes en quiebra, y que brindaba a la familia con un porvenir de abundancia y, por consiguiente, de felicidad, reflexión que se habían hecho ya su padre y su madre.
El bueno de Tremontorio siguió largo rato consolando, a su manera, a aquellas pobres mujeres, hasta que el grupo, compacto siempre y cada vez más numeroso con la turba de chiquillos que se le iban agregando a su paso, cambió de rumbo al llegar al Consulado, y se internó en la población, y yo, que maquinalmente le había seguido escuchando a Tremontorio desde la Punta del Muelle hasta aquel sitio, perdíle en él de vista y continué hacia la Ribera, vivamente impresionado con las escenas de que había sido testigo aquella tarde.
Este grupo unido, compacto, como si en semejante cohesión hallase cada uno más pequeña su desgracia, comenzó a andar tristemente, consolando los hombres a las mujeres y éstas a los niños.

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