Ejemplos con considerado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Le habían acogido las gentes con una cortesía algo glacial, pero tranquila e inmutable, como a un gran señor forastero, y él correspondía a este respeto golpeando al más infeliz de todos ellos, al que por su debilidad era considerado con una benevolencia paternal por todos los payeses del distrito.
¡Qué golpe! Reía con salvaje complacencia, y en sus labios de rojo obscuro parecía despertar temblona la ferocidad de los gloriosos abuelos, que habían considerado la caza del hombre como el más noble de los ejercicios.
Había considerado la alquería lo mismo que si fuese su casa, pero ya que llegaban estos intrusos y eran bien recibidos, él se marchaba.
El español tiene la piel tan recia, las entrañas tan enjutas y los sentidos tan mansuetos, que es ya asceta innato y por predestinación, ninguna aspereza le mortifica y apenas si hay placer sensual que apetezca, como no sea el genésico, y ése en su forma más simple y plena, el cual así considerado, aunque el vulgo ibérico lo denomine amor, y hasta el gran Lope de Vega escribió que no hay otro amor que éste que por voluntad de natura se sacia con el ayuntamiento de los que se desean, no es sino instinto y servidumbre, común a hombres y bestias, con que cumplimos en la propagación de la especie, en tanto el hombre, en sus placeres exclusivos, selecciona por discernimiento, que no por instinto, el objeto o propósito hacia donde se encamina, y perfecciona por educación los medios de alcanzarlo y el arte de gustarlo.
Un pensador ilustre, que comparaba al esclavo de las sociedades antiguas con una partícula no digerida por el organismo social, podría quizá tener una comparación semejante para caracterizar la situación de ese fuerte colono de procedencia germánica, que establecido en los Estados del centro y del Far-West conserva intacta en su naturaleza, en su sociabilidad, en sus costumbres, la impresión del genio alemán, que en muchas de sus condiciones características más profundas y enérgicas debe ser considerado una verdadera antítesis del genio americano.
El general deseaba castigar a los vecinos principales de Villeblanche, y él había considerado por su propia iniciativa que el dueño del castillo debía ser uno de ellos.
Don Marcelo, que había considerado siempre con indiferencia a la religión, reconoció de pronto la necesidad de la fe.
Además, él era quien había presentado a Laurier en la casa: los dos tenían el diploma de ingenieros industriales y marchaban unidos desde la escuela Pero al verle Margarita próximo a partir, había reconocido de pronto que este hermano, considerado siempre en segundo término, ocupaba un lugar preferente en su cariño.
Nunca se había considerado tan feliz como en aquellos días.
Porque hay que tener en cuenta que el hombre, considerado como colectividad, progresa solo muy lentamente y adelanta de una manera análoga a aquella empleada para cumplir su voto por un conde francés que, en la Edad Media, hizo el juramento de marchar a Tierra Santa caminando cuatro pasos hacia adelante y tres hacia atrás, de manera que andando siete pasos tan solo adelantaba uno.
Y describía a la esposa de su amigo hermoseada por una nueva juventud, yendo por la casa con aire altivo, como si hasta entonces no se hubiera considerado con verdadera autoridad para dirigirla, vistiendo con tanta elegancia como su hija, olvidada ya de aquellos trajes obscuros que la daban el aspecto de una beata.
Todo sacrificio, por consiguiente, que haga el alma compasiva, ya del reposo, ya de la vida corporal, ya de la hacienda, será considerado como egoísmo.
Lo que sí había considerado bien D.
De todos los individuos que formaban la tertulia de , don Manuel Fora era el más considerado, a causa de su fortuna sólida y cuantiosa y de respeto que gozaba en el comercio.
Ni una palabra más acerca del sargento Clavijo, considerado como profesor de primeras letras, y ¡bien sabe Dios que no ha sido mi ánimo zaherirlo en estos renglones, sino hacer su elogio hasta cierto punto!—¿Tenía él la culpa de no ser un sabio? Y ¿podía enseñarse más y mejor, sabiendo menos? ¿Llegaría nadie a ser maestro de escuela con tan cortas luces y pocas humanidades?—¿Qué digo pocas? ¡Él no tenía más que una, la que manda Cristo, la que también se llama !—Y ¿cabe negar mérito a la hercúlea tarea de meterse a enseñar sin saber nada? ¿No revela esto, cuando menos, grandísima fuerza de voluntad, conocimiento del corazón humano, o profundo y filosófico desdén a la sabiduría? ¿Desconocerá alguien que Sócrates, el ilustre, el insigne, el incomparable maestro de Platón y Antisthenes, por donde el sargento Clavijo, esto es, reconociendo que , ó, por mejor decir, que en el mundo ?.
En suma, que mi hombre se veía más respetado y considerado desde que se las tuvo tiesas con su tía la mañana de marras.
Este se mostraba siempre considerado y afectuoso con ella, no quería darle motivo de queja, mas para conseguirlo, necesitaba apelar a su misma imaginación dañada, revestir a su mujer de formas que no tenía, y suponérsela más ancha de hombros, más alta, más mujer, más pálida y con las turquesas aquellas en las orejas Si Jacinta llega a descubrir este arcano escondidísimo del alma de Juanito Santa Cruz, de fijo pide el divorcio.
Porque hay que tener en cuenta que el Delfín, por su fortuna, por sus prendas, por su talento, era considerado como un ser bajado del cielo.
—Si Pepito hubiese tenido un laurel, visado en Madrid, de poeta, de orador, de capitan o de estadista cuando la cortesana lo encontró en aquel pueblo, de fijo lo habria considerado su igual, enlazando gustosa en una cifra de amor más o ménos platónico su antigua corona de patricia a la del preconizado y consagrado genio.
Ella, callando y por señas, le hizo levantar, y todas estaban como mudas sin osar hablar, temerosas que su señor las oyese: lo cual considerado por Loaysa, les dijo que bien podian hablar alto, porque el ungüento con que estaba untado su señor tenia tal virtud, que fuera de quitar la vida, ponia a un hombre como muerto.
Vuesa merced será servido, señor Pedro Alonso, de tener paciencia y dar la vuelta a Búrgos, donde dirá a nuestros padres que habiendo nosotros sus hijos con madura consideracion considerado cuán mas propias son de los caballeros las armas que las letras, habemos determinado de trocar a Salamanca por Bruselas y a España por Flándes, los cuatrocientos escudos llevamos, las mulas pensamos vender, nuestra hidalga intencion y el largo camino es bastante disculpa de nuestro yerro, aunque nadie le juzgará por tal, si no es cobarde, nuestra partida es ahora, la vuelta será cuando Dios fuere servido, el cual guarde a vuesa merced como puede y estos sus menores discípulos deseamos.
Este pues, así por la vecindad de los lugares, como por ser aficionado al ejercicio de la caza cómo mi padre, algunas veces venia a mi casa, y en ella se estaba cinco o seis dias, que todos y aun parte de las noches él y mi padre las pasaban en el campo: desta ocasion tomó la fortuna, o el amor, o mi poca advertencia la que fué bastante para derribarme de la alteza de mis buenos pensamientos, a la bajeza del estado en que me veo, pues habiendo mirado, mas de aquello que fuera lícito a una recatada doncella, la gentileza y discrecion de Marco Antonio, y considerado la calidad de su linaje y la mucha cantidad de los bienes que llaman de fortuna, que su padre tenia, me pareció que si le alcanzaba por esposo, era toda la felicidad que podia caber en mi deseo: con este pensamiento le comencé a mirar con mas cuidado, y debió de ser sin duda con mas descuido, pues él vino a caer en que yo le miraba, y no quiso ni le fué menester al traidor otra entrada para entrarse en el secreto de mi pecho, y robarme las mejores prendas de mi alma.
Leí luego las razones de la cédula, vilas firmes y valederas, y que no podian faltar en la fe que publicaban, y aunque a ellas como a cosa sagrada se acogiera mi esperanza, en cayendo en la cuenta de la sospechosa compañía que Marco Antonio llevaba consigo, daba con todas ellas en el suelo: maltraté mi rostro, arranqué mis cabellos, maldije mi suerte, y lo que mas sentia era no poder hacer estos sacrificios a todas horas, por la forzosa presencia de mi padre: en fin, por acabar de quejarme sin impedimento o por acabar la vida, que es lo mas cierto, determiné dejar la casa de mi padre, y como para poner por obra un mal pensamiento parece que la ocasion facilita y allana todos los inconvenientes, sin temor alguno hurté a un paje de mi padre sus vestidos, y a mi padre mucha cantidad de dineros, y una noche, cubierta con su negra capa, salí de casa, y a pié caminé algunas leguas, y llegué a un lugar que se llama Osuna, y acomodándome en un carro, de allí a dos dias entré en Sevilla, que fué haber entrado en la seguridad posible para no ser hallada, aunque me buscasen: allí compré otros vestidos y una mula, y con unos caballeros que venian a Barcelona con priesa por no perder la comodidad de unas galeras que pasaban a Italia, caminé hasta ayer, que me sucedió lo que ya habréis sabido de los bandoleros que me quitaron cuanto traia, y entre otras cosas la joya que sustentaba mi salud y aliviaba la carga de mis trabajos, que fué la cédula de Marco Antonio, que pensaba con ella pasar a Italia, y hallando Marco Antonio presentársela por testigo de su poca fe, y a mí por abono de mi mucha firmeza, y hacer de suerte que me cumpliese la promesa, pero juntamente con esto he considerado que con facilidad negará las palabras que en un papel están escritas, el que niega las obligaciones que debian estar grabadas en el alma: que claro está, que si él tiene en su compañía a la sin par Teodosia, no ha de querer mirar a la desdichada Leocadia: aunque con todo esto pienso morir, o ponerme en la presencia de los dos, para que mi vista los turbe su sosiego: no piense aquella enemiga de mi descanso gozar tan a poca costa lo que es mio: yo la buscaré, yo la hallaré y yo la quitaré la vida, si puedo.
Á lo que me preguntaste del órden que tenia para entrar con amo, digo que ya tú sabes que la humildad es la basa y fundamento de todas virtudes, y que sin ella no hay ninguna que lo sea: ella allana inconvenientes, vence dificultades, y es un medio que siempre a gloriosos fines nos conduce, de los enemigos hace amigos, templa la cólera de los airados y menoscaba la arrogancia de los soberbios: es madre de la modestia y hermana de la templanza: en fin, con ella no pueden atravesar triunfo que les sea de provecho los vicios, porque en su blandura y mansedumbre se embotan y despuntan las flechas de los pecados: desta pues me aprovechaba yo, cuando queria entrar a servir en alguna casa, habiendo primero considerado y mirado muy bien ser casa que pudiese mantener, y donde pudiese entrar un perro grande: luego arrimábame a la puerta, y cuando a mi parecer entraba algun forastero, le ladraba, y cuando venia el señor, bajaba la cabeza, y moviendo la cola me iba a él, y con la lengua le limpiaba los zapatos: si me echaban a palos, sufríalos, y con la misma mansedumbre volvia a hacer halagos al que me apaleaba, que ninguno segundaba, viendo mi porfía y mi noble término: desta manera a dos porfías me quedaba en casa: servia bien, queríanme luego bien, y nadie me despidió, sino era que yo me despidiese, o por mejor decir, me fuese, y tal vez hallé amo, que este fuera el dia que yo estuviera en su casa, si la contraria suerte no me hubiera perseguido.
Ella con vergüenza y con los ojos en el suelo le dijo que por haberse considerado jitana, y que mejoraba su suerte con casarse con un caballero de hábito y tan principal como D.
Parecióme la trova de perlas, y su voz de almíbar, y después acá, digo, desde entonces, viendo el mal en que caí por estos y otros semejantes versos, he considerado que de las buenas y concertadas repúblicas se habían de desterrar los poetas, como aconsejaba Platón, a lo menos, los lascivos, porque escriben unas coplas, no como las del marqués de Mantua, que entretienen y hacen llorar los niños y a las mujeres, sino unas agudezas que, a modo de blandas espinas, os atraviesan el alma, y como rayos os hieren en ella, dejando sano el vestido.
Mira, Sancho, yo he considerado bien la estraña habilidad deste mono, y hallo por mi cuenta que sin duda este maese Pedro, su amo, debe de tener hecho pacto, tácito o espreso, con el demonio.
Pues en verdad que esta vez han dado salto en vago, que yo confío en el buen discurso de mi señor, que habrá considerado que ni yo tengo requesones, ni leche, ni otra cosa que lo valga, y que si la tuviera, antes la pusiera en mi estómago que en la celada.
Pero, bien considerado, ¿qué se le ha de dar a la señora Aldonza Lorenzo, digo, a la señora Dulcinea del Toboso, de que se le vayan a hincar de rodillas delante della los vencidos que vuestra merced le envía y ha de enviar? Porque podría ser que, al tiempo que ellos llegasen, estuviese ella rastrillando lino, o trillando en las eras, y ellos se corriesen de verla, y ella se riese y enfadase del presente.
Digo, pues, señor respondió Sancho, que, de algunos días a esta parte, he considerado cuán poco se gana y granjea de andar buscando estas aventuras que vuestra merced busca por estos desiertos y encrucijadas de caminos, donde, ya que se venzan y acaben las más eligrosas, no hay quien las vea ni sepa, y así, se han de quedar en perpetuo silencio, y en perjuicio de la intención de vuestra merced y de lo que ellas merecen.

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