Ejemplos con conminaciones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Como si lo viéramos, Isabel II comunicó inmediatamente a sus ángeles tutelares Sor Patrocinio y el Padre Claret las tremendas conminaciones que don Francisco le había traído de París.
Oyó estas conminaciones Guillermo entre atontado y risueño, como si a veces las tomase a broma, a veces con harta seriedad y recelo.
Grandiosa música de esta batalla era el continuo retumbar de los truenos, que clamaban repitiendo por todo el cielo sus propias voces o conminaciones terroríficas, y cada palabra que soltaban era llevada por los vientos del llano al monte y del monte al llano.
En un cochecillo derrengado partieron antes de mediodía hacia Tafalla, y sin entrar en esta ciudad siguieron a Estella por Larraga y Oteiza, con calor sofocante, respirando un aire seco y polvoroso. A media tarde comenzó a cubrirse el cielo de nubes pardas, que avanzaban del Oeste, y con ellas de la misma parte venía un mugido sordo, intercadente, como si por minutos se desgajaran los montes lejanos y rodando cayeran sobre la llanura. No era floja tempestad la que se echaba encima. Para zafarse de ella, apalearon los viajeros al infeliz caballejo que tiraba del coche, mas no obtuvieron la velocidad que deseaban. Descargó la primera nube antes que llegasen a Oteiza. El iracundo viento quería revolver los cielos con la tierra, y durante un rato el polvo y la lluvia se enzarzaron en terrible combate, como furiosos perros que ruedan mordiéndose. Los giros del polvo querían enganchar la nube, y esta flagelaba el suelo con un azote de agua en toda la extensión que abrazaba la vista. El polvo sucumbía hecho fango, y retemblaba el suelo al golpe del inmensísimo caer de gotas primero, de granizo después. Los campos trocáronse un instante en lagunas, retemblaba el caserío de las aldeas como si quisiera deshacerse, y los relámpagos envolvían instantáneamente en lívida claridad la catarata gigantesca. Grandiosa música de esta batalla era el continuo retumbar de los truenos, que clamaban repitiendo por todo el cielo sus propias voces o conminaciones terroríficas, y cada palabra que soltaban era llevada por los vientos del llano al monte y del monte al llano. Como al propio tiempo caía el sol en el horizonte, y la luz se recogía tras él temerosa, iban quedando obscuros cielo y tierra, y la tempestad se volvía negra, más imponente, más espantable. En la confusión de ella se perdieron, como la hoja seca en medio del torbellino, los cuitados viajeros que a media mañana habían salido de Olite en un mezquino carricoche. Se les vio luchar contra los elementos desencadenados, avanzar por en medio de la espesa lluvia y del desatado viento, queriendo achicarse y escabullirse, pero tal navegación era imposible, y en la revuelta inmensidad desaparecieron bien pronto el carro y caballo y caballeros.
Éste, entretanto, lejos de aprovechar la coyuntura, pasaba en Tolombón una vida de príncipe relajado, entre concubinas y compañeros de orgía, triunfantes antes de haber luchado, y sin hacer caso de las conminaciones de Carmen, las que atribuía tontamente a sus arrebatos de mujer celosa.
conminaciones de los vencedores, reinaba en la ciudad y en la campiña, y Pizarro después de tres.

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