Ejemplos con confusos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Premio Jaén tiene unos confusos inicios, puesto que diversas instituciones intentaron llevarlo a cabo, y lo consiguieron, si bien en distintos años.
Procesó a Sextus Clodius por su papel en los confusos sucesos en los que, tras la muerte de Clodio en pelea callejera con la banda de Milon el cadáver fue cremado en el Senado por la turba.
Aunque los inicios de su carrera pública son un tanto confusos, se conoce un poco acerca de él.
Esos sonidos vocálicos, que no son compartidos por el castellano, provocan que haya ocasiones en que resulten confusos a las personas castellanohablantes, que con frecuencia lo han representado con una E.
La estandarización de la terminología durante ese periodo fue buena con especial atención a los términos similares y confusos, como hoja y plano.
Los datos sobre los pueblos precolombinos y de la primera época de la colonización son escasos y confusos.
Según la guerrilla los diputados habrían muerto en fuego cruzado con un grupo desconocido, aunque más tarde se estableció que habían sido ejecutados por los guerrilleros en hechos confusos, según Raúl Reyes, entonces vocero del grupo armado, hubo fallas de seguridad.
Mientras que los profesores y las juntas de dirección estaban específicamente excluidos, las escuelas y los profesores estaban confusos sobre lo que realmente permitía y tendían pecar de exceso de precaución.
Pisacane concluyó estudios en la adolescencia confusos pero apasionantes que caracterizaron una personalidad idealista y visionaria tanto para ser considerado por ciertos estudiosos como uno de los primeros socialistas defensor de la utopía igualitaria.
Primeramente un largo relato de los bienes que aún poseía Jaime antes de partir de Mallorca, esclavos de toda clase de gravámenes e hipotecas, luego una lista de sus acreedores, que era mayor que la de los bienes, seguida de una relación de intereses y obligaciones, enmarañada red en la que se perdía la memoria de Febrer, pero por en medio de la cual caminaba Valls rectamente, con la seguridad de los de su raza para desentrañar los más confusos negocios.
Avanzando la cabeza, creyó percibir entre los rumores confusos y fundidos de la respiración nocturna un roce, un leve crujir de madera, algo semejante al ligero peso de un gato trepando de peldaño en peldaño por la escala de la torre, con largas pausas de inmovilidad.
Algo extraordinario cortó el aire, dominando con su estridencia los confusos ruidos de la noche.
El capitán entendía de negocios y sabía desenmarañar los más confusos.
Conservábanse en el archivo de la casa algunas de sus cartas: pliegos de papel amarillento con caracteres rojizos, desiguales y confusos, y un estilo que delataba las pocas letras del comendador.
El compasado balance fue acelerándose, y el tren completo cruzó ante las gentes de la despedida, dejándoles en los ojos confusos torbellino de líneas, de colores, de números, la visión rápida de las cabezas asomadas a todas las ventanillas.
Vió de pronto en su memoria a Tòni lo mismo que cuando pretendía expresar sus confusos pensamientos.
Reflexionó en silencio, queriendo coordinar sus recuerdos confusos, pero asustada ante el esfuerzo que esto suponía, añadió por su cuenta:.
La moda había traído profesores del otro lado del mar, de los arrabales de Buenos Aires, orgullosos y confusos al verse aclamados lo mismo que un tenor de fama o un conferencista.
Todos cuatro soltaron a reir, mirando a los novios, mientras éstos, confusos, preguntaban con la vista la razón de aquella súbita alegría.
Y las tres mujeres, con el cerebro embotado por el choque de confusos pensamientos, arrastrando sus hermosas faldas, que olían a cuadra, subieron lentamente la escalera, como agobiadas por el dolor.
Y sin replicar mas palabra, porque no sucediese algun escándalo, se salió de casa, y los dejó a todos confusos.
Y así con lijero paso se salió de donde estaba, dejando a los presentes confusos con lo que dicho habia.
Rodolfo llegó a su casa sin impedimento alguno, y los padres de Leocadia llegaron a la suya lastimados, afligidos y desesperados: ciegos, sin los ojos de su hija, que eran la lumbre de los suyos: solos, porque Leocadia era su dulce y agradable compañía: confusos, sin saber si seria bien dar noticia de su desgracia a la justicia, temerosos no fuesen ellos el principal instrumento de publicar su deshonra.
—Bien habias dicho, hija, si la malicia ordinaria no se opusiera a tu discreto discurso, pues está claro que esta imágen hoy en este dia se ha de echar ménos en el aposento que dices, y el dueño della ha de tener por cierto que la persona que con él estuvo se la llevó, y de llegar a su noticia que la tiene algun religioso, ántes ha de servir de conocer quién se la dió al tal que la tiene, que no de declarar el dueño que la perdió, porque puede hacer que venga por ella otra a quien el dueño haya dado las señas, y siendo esto ansí, ántes quedaremos confusos que informados, puesto que podamos usar del mismo artificio que sospechamos, dándola al religioso por tercera persona: lo que has de hacer, hija, es guardarla y encomendarte a ella, que pues ella fué testigo de tu desgracia, permitirá que haya juez que vuelva por tu justicia, y advierte, hija, que mas lastima una onza de deshonra pública, que una arroba de infamia secreta, y pues puedes vivir honrada con Dios en público, no te pene de estar deshonrada contigo en secreto: la verdadera deshonra está en el pecado, y la verdadera honra en la virtud: con el dicho, con el deseo y con la obra se ofende a Dios, y pues tú ni en dicho, ni en pensamiento, ni en hecho le has ofendido, tente por honrada, que yo por tal te tendré, sin que jamas te mire sino como verdadero padre tuyo.
Hallaron al paje cribando un poco de cebada para su cabalgadura, y a Sanchica cortando un torrezno para empedrarle con güevos y dar de comer al paje, cuya presencia y buen adorno contentó mucho a los dos, y, después de haberle saludado cortésmente, y él a ellos, le preguntó Sansón les dijese nuevas así de don Quijote como de Sancho Panza, que, puesto que habían leído las cartas de Sancho y de la señora duquesa, todavía estaban confusos y no acababan de atinar qué sería aquello del gobierno de Sancho, y más de una ínsula, siendo todas o las más que hay en el mar Mediterráneo de Su Majestad.
Creyeron los apicarados ministros, y aun el maestresala, que venía con ellos, que la duquesa hablaba de veras, y así, quitaron el cernadero del pecho de Sancho, y todos confusos y casi corridos se fueron y le dejaron, el cual, viéndose fuera de aquel, a su parecer, sumo peligro, se fue a hincar de rodillas ante la duquesa y dijo:.
Oyeron, asimismo, confusos y suaves sonidos de diversos instrumentos, como de flautas, tamborinos, salterios, albogues, panderos y sonajas, y cuando llegaron cerca vieron que los árboles de una enramada, que a mano habían puesto a la entrada del pueblo, estaban todos llenos de luminarias, a quien no ofendía el viento, que entonces no soplaba sino tan manso que no tenía fuerza para mover las hojas de los árboles.
Y no nos engañó nuestro pensamiento, porque, aún no habrían pasado dos horas cuando, habiendo ya salido de aquellas malezas a un llano, descubrimos hasta cincuenta caballeros, que con gran ligereza, corriendo a media rienda, a nosotros se venían, y así como los vimos, nos estuvimos quedos aguardándolos, pero, como ellos llegaron y vieron, en lugar de los moros que buscaban, tanto pobre cristiano, quedaron confusos, y uno dellos nos preguntó si éramos nosotros acaso la ocasión por que un pastor había apellidado al arma.
Con estas voces quedamos todos confusos, y no sabíamos qué hacernos, pero, considerando que las voces del pastor habían de alborotar la tierra, y que la caballería de la costa había de venir luego a ver lo que era, acordamos que el renegado se desnudase las ropas del turco y se vistiese un gilecuelco o casaca de cautivo que uno de nosotros le dio luego, aunque se quedó en camisa, y así, encomendándonos a Dios, fuimos por el mismo camino que vimos que el pastor llevaba, esperando siempre cuándo había de dar sobre nosotros la caballería de la costa.
Quedamos todos confusos y alegres con lo sucedido, y, como ninguno de nosotros no entendía el arábigo, era grande el deseo que teníamos de entender lo que el papel contenía, y mayor la dificultad de buscar quien lo leyese.

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