Ejemplos con condena

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A pesar de que se apostaba por vías políticas y por un proceso de paz no había una condena expresa y directa a ETA por lo que se consideró vulneraba la Ley de Partidos aunque el entorno de Batasuna expresó que la respetaba escrupulosamente.
En un principio parece que ha sido juzgado y condenado en un tribunal federal y que cumplirá su condena en Petersburg, Virginia.
Los conjurados que se quedaron en Roma, entre los cuales se contaba a Publio Lentulo Sura y Cayo Cetego, fueron arrestados, el senado se reunió entonces para deliberar acerca de su condena.
Como buen vasallo, sigue apegado al Poder Real, acepta con dignidad su condena y no se revela como sus contemporáneos, Gonzalo Pizarro, Hernández Girón, o Lope de Aguirre, y como todo idealista prefiere que le carguen sobre su tumba el peso del descrédito antes que dejarse arrebatar su obra creadora.
Así mismo recuerda la condena que desde la Sagrada Escritura existe sobre los actos homosexuales.
Se hace de noche, Michael y Mahone son llevados a la cárcel, donde deben cumplir su condena.
Los resultados de todo el proceso fue la condena a las runas como símbolo de magia negra.
Al ver que sobrevive, sus vecinos lo consideran un brujo e intenta quemarlo, pero su condena se reduce finalmente a una pena de destierro.
Esta organización condena enérgicamente la secuela de intervenciones militares norteamericanas en Latinoamérica, especialmente en Nicaragua, y respalda en la clandestinidad a los que luchan contra ellas.
Esta nueva condena le obligó de nuevo a vivir escondido.
Esta es posiblemente la única condena por lesbianismo en la historia de Estados Unidos.
En reclusión estudian Derecho, logran reducir su condena y se dedican a asesorar a otros reclusos.
Mauricio Hernández Norambuena se encuentra actualmente detenido en Brasil, en la Penitenciaría Federal de Catanduvas, con una condena a treinta años por el delito de secuestro.
Mientras en el juicio Sara se prepara para oír su condena, doce años en una prisión de máxima seguridad, uno de los abogados de Sara anuncia que ha venido a declarar un testigo creíble.
Su condena era un tema de regocijo para la huerta.
Pero arde la guerra, cogen prisionero a un anciano, el anciano insulta al Gran Turco, el Gran Turco lo condena a la horca, no se halla una cuerda a mano, y lo ahorcan con un.
, etc, se les declara memos de capirote y se les condena a comer virutas.
Después de cumplir una condena, lo que ocurría infaliblemente una vez cada treinta o cuarenta días, la mujer napoleónica estaba cohibida y como avergonzada entre sus compañeras, poniendo toda su atención en las obligaciones, demostrando un celo y obediencia que encantaban a las madres.
Éste la maldice y la llama antojadiza, varia y deshonesta, aquél la condena por fácil y ligera, tal la absuelve y perdona, y tal la justicia y vitupera, uno celebra su hermosura, otro reniega de su condición, y, en fin, todos la deshonran, y todos la adoran, y de todos se estiende a tanto la locura, que hay quien se queje de desdén sin haberla jamás hablado, y aun quien se lamente y sienta la rabiosa enfermedad de los celos, que ella jamás dio a nadie, porque, como ya tengo dicho, antes se supo su pecado que su deseo.
Si no, dígame vuesa merced: ¿por cuál de las mentecaterías que en mí ha visto me condena y vitupera, y me manda que me vaya a mi casa a tener cuenta en el gobierno della y de mi mujer y de mis hijos, sin saber si la tengo o los tengo? ¿No hay más sino a troche moche entrarse por las casas ajenas a gobernar sus dueños, y, habiéndose criado algunos en la estrecheza de algún pupilaje, sin haber visto más mundo que el que puede contenerse en veinte o treinta leguas de distrito, meterse de rondón a dar leyes a la caballería y a juzgar de los caballeros andantes? ¿Por ventura es asumpto vano o es tiempo mal gastado el que se gasta en vagar por el mundo, no buscando los regalos dél, sino las asperezas por donde los buenos suben al asiento de la inmortalidad? Si me tuvieran por tonto los caballeros, los magníficos, los generosos, los altamente nacidos, tuviéralo por afrenta inreparable, pero de que me tengan por sandio los estudiantes, que nunca entraron ni pisaron las sendas de la caballería, no se me da un ardite: caballero soy y caballero he de morir si place al Altísimo.
Venid acá, señor buen hombre respondió Sancho, este pasajero que decís, o yo soy un porro, o él tiene la misma razón para morir que para vivir y pasar la puente, porque si la verdad le salva, la mentira le condena igualmente, y, siendo esto así, como lo es, soy de parecer que digáis a esos señores que a mí os enviaron que, pues están en un fil las razones de condenarle o asolverle, que le dejen pasar libremente, pues siempre es alabado más el hacer bien que mal, y esto lo diera firmado de mi nombre, si supiera firmar, y yo en este caso no he hablado de mío, sino que se me vino a la memoria un precepto, entre otros muchos que me dio mi amo don Quijote la noche antes que viniese a ser gobernador desta ínsula: que fue que, cuando la justicia estuviese en duda, me decantase y acogiese a la misericordia, y ha querido Dios que agora se me acordase, por venir en este caso como de molde.

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