Ejemplos con comparo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para consolarme de la envidia que me punza el corazón, pienso en la barbarie de ellos, comparo su grosería con mi finura, y su ignorancia con las varias erudiciones de segunda mano que me adornan.
De mí digo que me tira Madrid, porque habiendo padecido trabajos y agonías debajo del trillo, que con esto comparo al Gobierno y Fisco que nos aplastan, antes que ser la espiga que está debajo, quiero ponerme donde va el trillador, y ayudarle a llevar la máquina, si me dejan.
Siempre que queréis sublevaros nos habláis de los peligros que corre la señora Libertad, a la cual yo comparo con la monja pudibunda que preguntó cuándo tocaban a violar.
¡Oh! cuando comparo mi actual libertad, mi ancho vivir, el inmenso teatro de mis operaciones, mi temprana experiencia, mi alma descubierta y templada como un piano en noche de concierto, mis atrevimientos, mis ambiciones y mis desdenes, con aquel rapazuelo que tocaba la zambomba hace quince años en un rincón de Andalucía, sonríome por fuera, y hasta lanzo una carcajada, que considero de buen tono, mientras que mi solitario corazón destila en su lóbrega caverna, procurando que no la vea nadie, una lágrima pura de infinita melancolía.
Me castigas porque me demuestras la diferencia, te comparo con ella, y si pierdes en la comparación, échate a ti la culpa Para concluir, si vuelves a pronunciar delante de mí una palabra sola referente a mi mujer, cojo mi sombrero y no vuelves a verme más en todos los días de tu vida.
Dispierto, pienso en lo que hice, en lo que hago, en lo que haré: recuerdo los sueños y los califico de ilusiones, y los juzgo como especies inconexas, extravagantes, y los comparo con el órden y la consecuencia de lo que se me ofrece en la vigilia.
¿Añado con esto nada al concepto de cada trapecio? nó, solo le comparo.
Y reparen ustedes que yo solo comparo la juventud de ambas generaciones, porque la comparación total de su valor específico fuera imposible entre una generación que ya no es nada porque ha consumado su misión, y otra que no es nada aún porque no ha comenzado la suya.
No, no la siento como se debe sentir, lo mismo me sucede con la pintura: digo que no la siento, porque comparo el efecto que me produce con el que causa a otros, y con el que yo experimento en presencia de la música buena, de la poesía, de la arquitectura, y veo su inferioridad palmaria.
, capitán, así es mi María, incomprensible, le dijo el padre, luego que la hija llegó a la puerta del fondo de la sala a cuyo umbral se encontraban, yo la comparo a su clave cuyas teclas dan sonidos alegres como castañuelas y tristes como dobles de honras.
Platón no alcanzo a ver a Dionisio en Corinto, porque ya había muerto, pero Diógenes de Sinope, la primera vez que se acercó a él: “Indignamente vives, le dijo, oh Dionisio”, y respondióle éste: “Te agradezco, oh Diógenes, que te compadezcas de mi infortunio”, “¿Cómo, replicó Diógenes, piensas que me compadezco, cuando más bien me irrito de que siendo un tan vil esclavo, digno de morir de viejo, como tu padre, en la tiranía, veo que estás aquí divirtiéndote y solazándote con nosotros?” De manera que cuando comparo con estas respuestas las exclamaciones que Filisto emplea compadeciendo a las hijas de es por haber descendido de los grandes bienes de la tiranía a un pasar estrecho y miserable, gradúo a éstas por lamentaciones de una mujerzuela que echara menos los alabastros, la púrpura y el oro.
Mas si éste pedía ungüentos, él no los admitía, y en todo lo relativo al cuidado de la persona era rígido y severo, así con ser Cepión objeto de maravilla por su parsimonia y moderación, reconocía que tenía este mérito si se le quería medir con los demás, “pero cuando comparo mi método de vida- decía- con el de Catón, entonces me parece que en nada me diferencio de Sipio”, nombrando a uno de los que tenían fama entonces en Roma de más muelles y afeminados.
Siempre que queréis sublevaros nos habláis de los peligros que corre la señora Libertad, a la cual yo comparo con la monja pudibunda que preguntó cuándo tocaban a violar.
El contestó: Sí, por cierto, ¡oh mi señora! Pero no comparo ahora a los ancianos con las mujeres viejas, pues no se trata de eso, sino solamente de sacar deducciones de los jóvenes.
De mí digo que me tira Madrid, porque habiendo padecido trabajos y agonías debajo del trillo, que con esto comparo al Gobierno y Fisco que nos aplastan, antes que ser la espiga que está debajo, quiero ponerme donde va el trillador, y ayudarle a llevar la máquina, si me dejan.
Para consolarme de la envidia que me punza el corazón, pienso en la barbarie de ellos, comparo su grosería con mi finura, y su ignorancia con las varias erudiciones de segunda mano que me adornan.
Al estado de ese noble espíritu lo comparo yo a una lámpara perfectamente preparada, llena de aceite hasta los bordes y con su mecha en toda regla.
contento con consultar una sola autoridad especialista, consulto varias, comparo.
Yo no consulto en cualquier materia una sola autoridad, sino varias, comparo sus opiniones y, finalmente, escojo la que me parece más justa.

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