Ejemplos con comedido

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sin embargo, las dos narraciones de mayor relieve y más representativas, en las que el terrible estilo de Barbey d'Aurevilly aparece más riguroso y comedido, son de ambiente parisino: El amor más bello de don Juan y la Venganza de una mujer.
Pero cuanto más comedido se mostraba el indiano, tanto más insolente se iba haciendo el empleado del Tribunal de Cuentas.
El doctor recordaba los principales detalles de su vida, que muchas veces había contado el de sobremesa en casa de Sánchez Morueta, con su sencillez de hombre franco y comedido al mismo tiempo, sin parar atención en el entrecejo de la señora que temía a cada instante extralimitaciones en el relato.
Cortés y comedido ayuda a la anciana que no sin dificultades llega a tierra, toda envarada y adolorida.
Andrés, con su proceder comedido, le obligó a rectificar un tanto esta opinión.
El literato español sabe de antemano que, escriba en una forma o en otra, sea osado o comedido, páguese del arte y la medida, o escriba cuantos desatinos le acudan a la mente, sea realista, o romántico, o clásico, el resultado ha de ser poco más o menos él mismo.
Afable con todos, cortés y comedido con cuantos le trataban, era, sin embargo, enemigo de andar en reuniones y corrillos, y tal vez por eso se pasaba en Santa Clara buena parte del año, y cuando residía en Villaverde no concurría a la tertulia de don Procopio ni al tresillo de mi querido amigo Quintín Porras.
Este hizo en presencia de ellos grandísimos elogios de su nuevo empleado, y tal vez por eso me recibieron reservados y desdeñosos, pero al ver que se habían engañado, que me esforzaba en ser comedido y cortés, cambiáronse en grata simpatía la reserva y menosprecio manifestados a mi llegada.
La que reniega de la timidez, le halla osado, y comedido la que desconfía de su atrevimiento, con las muy castas observa la virtud de la paciencia, esperando y logrando del tiempo y la ocasión lo que le regatea la honestidad, a unas sólo intenta seducir con miradas y palabras, a otras en seguida les persuade de que los brazos del hombre se han hecho para estrechar lindos talles.
¿Se creían sus sobrinos que aquella casa era una posada? El único que tenía consideración, el que menos guerra daba y el que menos comía era Maxi, el de la pasta de ángel, siempre comedido, aun después de que le volvieron tarumba los ojos de una mujer.
Pero, hijo, de pensar las cosas a manifestarlas así con cierto desparpajo, hay una distancia que el hombre prudente y comedido no debe salvar nunca.
Pero, hijo, de pensar las cosas a manifestarlas así con cierto desparpajo hay una distancia que el hombre prudente y comedido no debe salvar nunca.
Era un santo varón, piadoso y de no común saber, de intachables costumbres clericales, algo más de sexagenario, de afable trato, fino y comedido, gran repartidor de consejos y advertencias a hombres y mujeres.
—Bien poca debia de ser, dijo Leonisa, pues no pasaba de cuatrocientos escudos: mas liberal era Ricardo, y mas valiente y comedido: Dios perdone a quien fué causa de su muerte, que fuí yo, que yo soy la sin ventura que él lloró por muerta: y sabe Dios si holgara de que él fuera vivo para pagarle con el sentimiento que viera que tenia de su desgracia el que él mostró de la mia, yo, señor, como ya os he dicho, soy la poco querida de Cornelio, y la bien llorada de Ricardo, que por muy muchos y varios casos he venido a este miserable estado en que me veo, y aunque es tan peligroso, siempre por favor del cielo he conservado en él la entereza de mi honor, con la cual vivo contenta en mi miseria: ahora ni sé dónde estoy, ni quién es mi dueño, ni adónde han de dar conmigo mis contrarios hados, por lo cual os ruego, señor, siquiera por la sangre que de cristiano teneis, me aconsejeis en mis trabajos, que puesto que el ser muchos me ha hecho algo advertida, sobrevienen cada momento tantos y tales, que no sé cómo me he de avenir con ellos.
-Bien poca debía de ser -dijo Leonisa-, pues no pasaba de cuatrocientos escudos, más liberal es Ricardo, y más valiente y comedido, Dios perdone a quien fue causa de su muerte, que fui yo, que yo soy la sin ventura que él lloró por muerta, y sabe Dios si holgara de que él fuera vivo para pagarle con el sentimiento, que viera que tenía de su desgracia el que él mostró de la mía.
El caballero pues, que era de los de campo traves, no tardó mucho en ofrecerles que él la conquistaria para ellos, costase lo que costase, y luego aquel mismo dia envió un recado, tan largo como comedido, a la señora Doña Claudia, ofreciendo a su servicio la persona, la vida, la hacienda y su favor.
El otro, que era comedido y amigo suyo, se contentó del trueco, y se encargó de dar el cuartago a su padre.
Con tales afectos dijo las razones pasadas Clemente, que estuvo en duda Andres si las habia dicho como enamorado o como comedido, que la infernal enfermedad celosa es tan delicada y de tal manera, que en los átomos del sol se pega, y de los que tocan a la cosa amada se fatiga el amante y se desespera, pero con todo esto no tuvo celos confirmados, mas fiado de la bondad de Preciosa, que de la ventura suya, que siempre los enamorados se tienen por infelices en tanto que no alcanzan lo que desean.
Y contóle el escrutinio que dellos había hecho, y los que había condenado al fuego y dejado con vida, de que no poco se rió el canónigo, y dijo que, con todo cuanto mal había dicho de tales libros, hallaba en ellos una cosa buena: que era el sujeto que ofrecían para que un buen entendimiento pudiese mostrarse en ellos, porque daban largo y espacioso campo por donde sin empacho alguno pudiese correr la pluma, descubriendo naufragios, tormentas, rencuentros y batallas, pintando un capitán valeroso con todas las partes que para ser tal se requieren, mostrándose prudente previniendo las astucias de sus enemigos, y elocuente orador persuadiendo o disuadiendo a sus soldados, maduro en el consejo, presto en lo determinado, tan valiente en el esperar como en el acometer, pintando ora un lamentable y trágico suceso, ahora un alegre y no pensado acontecimiento, allí una hermosísima dama, honesta, discreta y recatada, aquí un caballero cristiano, valiente y comedido, acullá un desaforado bárbaro fanfarrón, acá un príncipe cortés, valeroso y bien mirado, representando bondad y lealtad de vasallos, grandezas y mercedes de señores.
Don Quijote, que siempre fue comedido, condecenció con su demanda y cenó con ellos, quedóse Sancho con la olla con mero mixto imperio, sentóse en cabecera de mesa, y con él el ventero, que no menos que Sancho estaba de sus manos y de sus uñas aficionado.
Yo, Sancho, nací para vivir muriendo, y tú para morir comiendo, y, porque veas que te digo verdad en esto, considérame impreso en historias, famoso en las armas, comedido en mis acciones, respetado de príncipes, solicitado de doncellas, al cabo al cabo, cuando esperaba palmas, triunfos y coronas, granjeadas y merecidas por mis valerosas hazañas, me he visto esta mañana pisado y acoceado y molido de los pies de animales inmundos y soeces.
La menesterosa doncella pugnó, con mucha porfía, por besarle las manos, mas don Quijote, que en todo era comedido y cortés caballero, jamás lo consintió, antes, la hizo levantar y la abrazó con mucha cortesía y comedimiento, y mandó a Sancho que requiriese las cinchas a Rocinante y le armase luego al punto.
No comía don Quijote, de puro pesaroso, ni Sancho no osaba tocar a los manjares que delante tenía, de puro comedido, y esperaba a que su señor hiciese la salva, pero, viendo que, llevado de sus imaginaciones, no se acordaba de llevar el pan a la boca, no abrió la suya, y, atropellando por todo género de crianza, comenzó a embaular en el estómago el pan y queso que se le ofrecía.
¡Ay, amiga de mi alma dijo entonces la otra zagala, y qué ventura tan grande nos ha sucedido! ¿Ves este señor que tenemos delante? Pues hágote saber que es el más valiente, y el más enamorado, y el más comedido que tiene el mundo, si no es que nos miente y nos engaña una historia que de sus hazañas anda impresa y yo he leído.
Mi señora, que iba a las ancas, con voz baja le decía: ¿Qué hacéis, desventurado? ¿No veis que voy aquí? El alcalde, de comedido, detuvo la rienda al caballo y díjole: Seguid, señor, vuestro camino, que yo soy el que debo acompañar a mi señora doña Casilda, que así era el nombre de mi ama.
La duquesa salió bizarramente aderezada, y don Quijote, de puro cortés y comedido, tomó la rienda de su palafrén, aunque el duque no quería consentirlo, y, finalmente, llegaron a un bosque que entre dos altísimas montañas estaba, donde, tomados los puestos, paranzas y veredas, y repartida la gente por diferentes puestos, se comenzó la caza con grande estruendo, grita y vocería, de manera que unos a otros no podían oírse, así por el ladrido de los perros como por el son de las bocinas.
Pero el generoso león, más comedido que arrogante, no haciendo caso de niñerías, ni de bravatas, después de haber mirado a una y otra parte, como se ha dicho, volvió las espaldas y enseñó sus traseras partes a don Quijote, y con gran flema y remanso se volvió a echar en la jaula.
Al caballero pobre no le queda otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo afable, bien criado, cortés y comedido, y oficioso, no soberbio, no arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo, que con dos maravedís que con ánimo alegre dé al pobre se mostrará tan liberal como el que a campana herida da limosna, y no habrá quien le vea adornado de las referidas virtudes que, aunque no le conozca, deje de juzgarle y tenerle por de buena casta, y el no serlo sería milagro, y siempre la alabanza fue premio de la virtud, y los virtuosos no pueden dejar de ser alabados.
De Roldán, o Rotolando, o Orlando, que con todos estos nombres le nombran las historias, soy de parecer y me afirmo que fue de mediana estatura, ancho de espaldas, algo estevado, moreno de rostro y barbitaheño, velloso en el cuerpo y de vista amenazadora, corto de razones, pero muy comedido y bien criado.
De mí sé decir que, después que soy caballero andante, soy valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos, y, aunque ha tan poco que me vi encerrado en una jaula, como loco, pienso, por el valor de mi brazo, favoreciéndome el cielo y no me siendo contraria la fortuna, en pocos días verme rey de algún reino, adonde pueda mostrar el agradecimiento y liberalidad que mi pecho encierra.

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