Ejemplos con codicia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En suma, él cayó en melancolía tal, que vino a serie indiferente hasta la honrada y lícita ganancia que debía a su industria: y como los facultativos le recetasen el sano aire natal y el cambio de vida y régimen, traspasó la lonja, y con magnanimidad no indigna de un sabio antiguo, retirose a su pueblo, satisfecho con lo ya logrado, y sin que la sedienta codicia a mayor lucro le incitase.
El documento era una renuncia completa y explícita a toda intervención y a todo derecho que pudiera concederle la ley a la administración de los bienes de su mujer y al usufructo del caudal de su hijo, tan perfectamente detallada, meditada con tal prudencia, que la codicia y la rapacidad de Jacobo quedaban atadas de pies y manos con sólo poner allí la firma.
En aquella escuela de acento y de prosodia siguió el niño atando cabos, y un día, después de una larga conversación con don Joselito, en que el maldito enano tanteó todo lo que podía esperar su codicia de aquel ánimo generoso si conseguía iniciarle de una vez y guiarle más tarde por los laberintos del vicio, el niño ató el último cabo Desde entonces varió de carácter, había visto más de lo que esperaba ver, y una gran vergüenza clara ya y distinta, y un odio feroz, implacable y reconcentrado, nacieron a la vez en su corazón, impidiéndole aquella levantar los ojos delante del último lacayo, haciéndole este afilar en silencio el puñal de su rencor, para cuando él fuera hombre, para cuando él mandara en su casa.
Pero en medio de esta rara inmovilidad, secreta y silenciosa como la sorda y lenta labor de la polilla, una guerra sin treguas ni victorias, una guerra de pasiones bajas, rastreras y mezquinas, ruines y dolosas, en que todo bicho viviente toma participación, los unos capitaneados por la envidia, los otros acaudillados por la codicia, todos azuzados por la murmuración y aguijoneados por la maledicencia de los que se dicen ajenos a toda rencilla y enemigos de chismes y rencores.
Tía: yo no lo haré nunca movido por el interés y la codicia.
La codicia, sí, la codicia, porque sólo ella me podía hablar de ese modo, me decía: ¿Dices que Gabriela ama a otro, que vive pensando en otro, que no puede amarte? ¡Ten paciencia, ten calma, que no todo ha de ir tan de prisa como tú quieres! Ese joven a quien ya detestas, aunque no le conoces, no es digno del amor de Gabriela, y tarde o temprano, el mejor día, se casará, con alguna señorita más rica que ésta a quien ya amas.
Después que la tía Quica depositó majestuosamente sobre la mesa sus regalos, la señora, como compensación, metió en su cesta la media docena de pasteles que había aplastado en su caída, y además le dio un duro, no sin antes luchar con la labradora, que juraba y perjuraba que nada quería, mientras en sus ojos brillaba la codicia.
Nada puedo ofrecerte de cuanto el mundo codicia y aplaude, ni riquezas, ni poder, ni gloria.
La pobreza desesperanzada imprime carácter, y en su seno se crían la soberbia hipócrita, la modestia burlona, la astucia dolosa, que tienen flexibilidades de víbora, la ruindad intrigante, la maledicencia ponzoñosa, y la envidia exangüe que todo lo codicia y que todo lo afea.
Pero ello es que la lisonja y la envidia, la codicia ambiciosa, la curiosidad y la novelería aumentaban considerablemente el personal de la tertulia en el tiempo que medió entre el nombramiento y la salida de Rubín para su destino.
Ennoblece la lucha la magnitud del palenque, asciende a ambición la codicia, y el fin material se sacrifica, en ocasiones, al fin ideal de la victoria por la victoria.
Las inmensas riquezas que proporcionarian al estado, libres ya de los infieles, las estancias establecidas dentro de la proyectada línea, ademas de estar sujetas a un fácil cálculo aritmético, las demostraría el empeño de otros muchos pobladores que la codicia haria concurrir a adelantar la segunda: y de este modo se veria muy en breve un aumento considerable en la cria del ganado vacuno, verdadera mina de este suelo, en el que va escaseando este artículo de primera necesidad.
—Hayle sin duda, respondió Andres, y entre nosotros los jitanos el mayor secreto del mundo: con esta confianza podeis, señor, descubrirme vuestro pecho, porque hallaréis en el mio lo que veréis sin doblez alguna: la Jitanilla es parienta mia y está sujeta a lo que yo quisiere hacer della: si la quisiéredes por esposa, yo y todos sus parientes gustaremos dello, y lo tendremos por bien: y si por amiga, no usarémos de ningun melindre con tal que tengais dineros, porque la codicia por jamas sale de nuestros ranchos.
La codicia del saco les puso alas en los piés y esfuerzo en el corazon, aunque bien vieron que poca defensa habian de hallar en los del bergantin, segun iban desarmados y sin sospecha de semejante acontecimiento.
Todas estas exageraciones pusieron nuevo deseo de verle, y rogó al mesonero hiciese de modo como él entrase a dormir en la otra cama, y le daria un escudo de oro, y puesto que la codicia del dinero acabó con la voluntad del mesonero de dársela, halló ser imposible a causa que estaba cerrado por de dentro, y no se atrevia a despertar al que dentro dormia, y que tan bien tenia pagados los dos lechos.
Súpose la burla y la industria de los ladrones, que por manos é intervencion de la misma justicia vendieron lo que habian hurtado, y casi todos se holgaban de que la codicia de mi amo le hubiese rompido el saco.
La codicia y la envidia despertó en los rufianes voluntad de hurtarme, y andaban buscando ocasion para ello, que esto del ganar de comer holgando, tiene muchos aficionados y golosos: por esto hay tantos titereros en España, tantos que muestran retablos, tantos que venden alfileres y coplas, que todo su caudal, aunque le vendiesen todo, no llega a poderse sustentar un dia, y con esto los unos y los otros no salen de los bodegones y tabernas en todo el año, por do me doy a entender que de otra parte, que de la de sus oficios, sale la corriente de sus borracheras: toda esta gente vagamunda, inútil y sin provecho, esponjas del vino y gorgojos del pan.
Pero los deseos de aquella gente no se estienden a más que al dinero, y desto jamás se vee harta su codicia, lo cual entonces llegó a tanto, que aun hasta los vestidos de cautivos nos quitaran si de algún provecho les fueran.
Por eso respondió el del Bosque dicen que la codicia rompe el saco, y si va a tratar dellos, no hay otro mayor en el mundo que mi amo, porque es de aquellos que dicen: Cuidados ajenos matan al asno, pues, porque cobre otro caballero el juicio que ha perdido, se hace el loco, y anda buscando lo que no sé si después de hallado le ha de salir a los hocicos.
En dos cosas anda un poco descaminado el buen gobernador: la una, en decir o dar a entender que este gobierno se le han dado por los azotes que se ha de dar, sabiendo él, que no lo puede negar, que cuando el duque, mi señor, se le prometió, no se soñaba haber azotes en el mundo, la otra es que se muestra en ella muy codicioso, y no querría que orégano fuese, porque la codicia rompe el saco, y el gobernador codicioso hace la justicia desgobernada.
Todo esto le dije, temerosa de que no le cegase mi hermosura, sino su codicia.

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