Ejemplos con clero

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El clero y las familias piadosas le reputaban como un loco, aunque generalmente inofensivo, en ocasiones peligrosísimo y de más cuidado que todos los otros republicanotes.
Está agotado, y además, tenemos al clero y a los maestros de escuela sin pagar, medio siglo hace.
Todo el clero y las órdenes regulares padecen de pirosis, a causa del abuso de las comidas suculentas y de las bebidas alcohólicas.
Sólo cuando llegó el clero con cruz alzada y el mismo sacerdote se metió en el barranco hasta las rodillas, se decidieron a acercarse, y uno tras otro fueron depositando su hostia en el copón, retirándose luego, de ola en ola, moviendo graciosamente sus colitas.
Pero el clero se resistía al despojo con la altivez y la majestad de los derechos adquiridos, y las manos impías tiraban de las santas vestiduras, profanándolas hasta rasgarlas.
Los compañeros de colegio de Ulises acudían en las tardes libres, atraídos doblemente por el encanto de jugar a los curas y por la merienda generosa que preparaba doña Cristina para dejar satisfecho a todo el clero parroquial.
En la iglesia de aquel pueblecillo afortunado, y en presencia de aquel cura virtuoso y esclarecido, comprendí de súbito que lo que yo había creído difícil, largo y peligroso, no era sino fácil, breve y seguro, siempre que un clero ilustrado viniese en ayuda del gobernante.
, señor, ¿quién sería el insensato que se atreviese, no digo a esgrimir su espada contra ellos, pero ni aun a dejar de adorarlos? ¡Oh, señor! yo soy lo que el clero llama un hereje, un impío, un , pero yo aquí digo a Vd.
¿Y qué se probaba con esto? La igualdad es un mito de los impíos, hasta en el cielo hay jerarquías y los Padres se dedicaban al cultivo de los de arriba, de los que por su nacimiento o su fortuna estaban destinados a ser pastores de hombres, dejando la gran masa que ellos no podían evangelizar, al cuidado de los sacerdotes del clero bajo.
Cobra del Ministerio de Estado por las misiones extranjeras, que de nada sirven, del de la Guerra y del de Marina por el clero castrense, del de Instrucción pública y del de Justicia.
Después, dijo a gritos, pegando puñetazos en los muebles, que ha de hacer lo posible para que todas las vacantes de la catedral se cubran con lo peorcito del clero, que entren en el cabildo los curas borrachos, estafadores, etc.
Las rentas de España llegaron a bajar a catorce millones de ducados, mientras las del clero ascendían a ocho millones.
Bien es verdad que, en cambio, su clero catedral era de ciento diecisiete canónigos y tenía sesenta y ocho conventos con más de cuatro mil frailes y catorce mil clérigos en la diócesis.
El clero los educaba en esta creencia, por la comunidad de intereses entre la Iglesia y el Trono.
La miseria de mi situación me ha hecho curioso: he querido saber lo que cobra el clero en España y lo que llega a manos de nosotros, los soldados rasos.
En vano alegó el padre rector que el niño lo estaba de sobra, que aquel rigorismo francés era un resto del jansenismo que las indicaciones de la Iglesia y el celo del clero habían ya hecho desaparecer por completo, y que era una maldad, un verdadero delito, privar por tanto tiempo a un alma inocente del auxilio de un sacramento que obra ex opere operato Villamelón se encogía de hombros, no comprendiendo bien de qué se trataba, los astutos escrúpulos de Currita no cedían, y sospechando el padre rector la hipócrita hilaza, dijo terminantemente que, de seguir el niño en el colegio, comulgaría el día de san José, sin el permiso de sus padres.
Pero noten ustedes cómo en medio de lo ridículo del caso resalta siempre la soberbia y la insolencia del clero ¡Siempre disponiendo de los rayos celestes, como si Dios les hubiera dado a ellos la llave! Eso es insufrible, y cien veces lo he dicho y lo repetiré otras ciento: la dureza y la intransigencia del clero es lo que está carcomiendo la Iglesia de España.
Eran curas en su mayoría, pues don Ramón, persona piadosa y amiga de hacer limosnas por mano de la Iglesia, figuraba como el banquero del clero, y en las sacristías su nombre alcanzaba gran prestigio.
Todas las tardes, al anochecer, reuníanse allí los amigos de don Eugenio, la mitad de los cuales vestían sotana y pertenecían al clero de San Juan.
Me gusta ver a la sociedad entera, representada por el Clero, la Magistratura, el Ejército y la muchedumbre popular, reunir sus fuerzas—mandando, no prohibiendo, consintiendo y no protestando—para matar a un hombre, solo, inerme, atado, enfermo, suplicante.
A las , almuerzan los españoles rancios, el clero y los que han cazado por la mañanita con la fresca.
Pues bien: la lista de mis relaciones comprende desde la tropa hasta los artistas, desde los periodistas hasta los académicos, desde los autónomos hasta los autócratas, desde el clero hasta los bohemios más trasnochadores, desde las niñas más inocentes hasta los ancianos semifósiles que ya no pertenecen a este mundo.
En aquel momento hallábase bajo la influencia de ideas supersticiosas adquiridas en su infancia respecto a la religión y al clero.
En otros casos semejantes, aunque no de tanta importancia, en los cuales había él mangoneado con todos sus ardides apostólicos, alcanzó éxitos de relumbrón que le hicieron objeto de envidia entre el clero toledano.
En tal situación, presentose inopinadamente en Madrid Nicolás Rubín, el curita peludo, que también tenía sus pretensiones de ingresar no sé si en el clero castrense o en el catedral, y ambos hermanos celebraron unos coloquios muy reservados, paseando solos por las afueras.
Era, por añadidura, la época en que la clase media entraba de lleno en el ejercicio de sus funciones, apandando todos los empleos creados por el nuevo sistema político y administrativo, comprando a plazos todas las fincas que habían sido de la Iglesia, constituyéndose en propietaria del suelo y en usufructuaria del presupuesto, absorbiendo en fin los despojos del absolutismo y del clero, y fundando el imperio de la levita.
Ante la mesa y sus apéndices, no sin mil cumplimientos y ceremonias, fueron tomando asiento los padres curas, porfiando bastante para ceder los asientos de preferencia, que al cabo tocaron al obeso Arcipreste de Loirola persona más respetable en años y dignidad de todo el clero circunvecino, que no había asistido a la ceremonia por no ahogarse con las apreturas del gentío en la misa, y a Julián, en quien don Eugenio honraba a la ilustre casa de Ulloa.
La rodeaban unos quince curas y sobre ocho seglares, entre ellos el médico, notario y juez de Cebre, el señorito de Limioso, el sobrino del cura de Boán, y el famosísimo cacique conocido por el apodo de , que apoyándose en el partido moderado a la sazón en el poder, imperaba en el distrito y llevaba casi anulada la influencia de su rival el cacique , protegido por los unionistas y mal visto por el clero.
Desde que corrió la noticia comenzó el señorito a sentirse halagado por la especie de pleito-homenaje que se presentaron a rendirle infinidad de personas, todo el señorío de los contornos, el clero casi unánime, y los muchos adictos y partidarios de Barbacana, capitaneados por este mismo.

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